Hallado muerto uno de los búhos árticos que recalaron en la cornisa cantábrica
De los tres ejemplares del ave famosa por las películas de Harry Potter que llegaron en noviembre a Asturias solo quedaría uno vivo, pero los expertos no lo pueden afirmar porque se ha perdido su pista
Tres búhos blancos o nivales revolucionaron el norte de España el pasado otoño. El avistamiento de estos ejemplares de la especie, que se hizo famosa por ser el ave que acompañaba al mago Harry Potter en sus peripecias, sorprendió a expertos y a ornitólogos aficionados porque Asturias y Cantabria son latitudes muy alejadas del hábitat polar o de tundras donde anidan. Las rapaces se fueron atisbando según se movían hacia el este y ha sido en Santoña (Cantabria) donde este jueves se ha localizado el cadáver de una de las hembras que habían sido observadas.
Ya había muerto otro ejemplar, el primero que se vio el 7 de noviembre en la playa de la Virgen del Mar de Santander. No tuvo suerte y al día siguiente se encontraron sus restos. El especialista de la ONG de ornitología SEO/BirdLife Gonzalo Pardo de Santaya explica que los primeros análisis revelaron que el ave, que se caracteriza por su plumaje blanco con manchas negras, murió “exhausta”. Tras él, el 10 y el 13 de noviembre, llegaron sus dos compañeros, una hembra y un macho que volaron por las proximidades del asturiano cabo de Peñas hasta que, hacia el 20 de ese mes, un fuerte temporal hizo que la pareja se desplazara rumbo a oriente, explican los expertos. El 27 de noviembre el macho se encontraba en Somo (Cantabria), posado en una valla, y el 30 la hembra se descubrió en Santoña (Cantabria), una zona con ricos humedales y montes con una amplia biodiversidad como el Buciero.
La localidad santoñesa presenció varias veces a ambos búhos, principalmente en los entornos de las marismas, algo que para Pardo de Santaya acredita que la pareja se desplazó allí en busca de alimentos. Es un entorno donde abundan las aves acuáticas, el principal sustento de los nivales en invierno, indica este experto, más que las ratas, ratones o pequeños roedores que el imaginario colectivo atribuye a la dieta de las rapaces de estas características. Una vez hallado el cadáver de la hembra, el centro de recuperación de fauna silvestre cántabro hará una necropsia para determinar las causas de la muerte. Las principales hipótesis apuntan a la inanición o a la ingesta de algún roedor envenenado.
“Ojalá sea rápido y podamos aclarar los motivos”, pide el experto de SEO/BirdLife, que sospecha que se trata de aves salvajes frente a la teoría de que fueran aves criadas en cautividad que se pudieran haber escapado. Es necesario, añade, esperar a conocer el resultado del estudio de isótopos radiactivos, que analiza el plumaje o la piel de los animales para evaluar los niveles de oxígeno y carbono y determinar dónde ha crecido y si pudo ser en cautividad.
Una de las grandes incógnitas sobre estas rapaces árticas consiste en saber cómo recalaron en el norte de España. La principal teoría recoge que estos ejemplares, de migración tardía, partieron en noviembre desde la tundra de Alaska o Canadá, donde habitan normalmente, hacia zonas más al sur en busca de alimento. En esas fechas en sus lugares de origen, con grandes masas de nieve, es complicado cazar. Estos búhos están acostumbrados, señala Pardo de Santaya, a largos periodos de movimiento sin ingesta, de modo que lo más probable es que durante su vuelo, durante alguna borrasca, se posaran para descansar en la cubierta de algún transatlántico y que el buque los depositara en el Principado de Asturias.
Las observaciones revelaron que las patas presentaban restos de óxido de hierro, por lo que se concluye que viajaron en un mercante que traía hierro a Gijón desde el norte de América. “El macho y la hembra estaban juntos, ahora queda por averiguar si el macho sigue vivo, pero para saberlo tendremos que avistarlo”, sostiene el miembro de SEO Birdlife, que confía en que el nival permanezca con vida porque “los machos son de menor tamaño que las hembras y necesitan menos alimento”.
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