‘El cuerpo como delito’: una reflexión sobre la naturaleza de la anorexia y la enfermedad mental

Con el año que dejamos atrás se nos fue también Josep Toro Trallero, entrañable persona y uno de los mejores psicólogos clínicos que ha tenido nuestro país. Sus últimos años han sido de lucha contra la enfermedad y, como toda su vida profesional, de reflexión sobre el comportamiento humano y sus alteraciones. Fundador y director durante años del servicio de psiquiatría y psicología infantil y juvenil del Hospital Clínic de Barcelona, Josep Toro fue un importante contribuyente al establecimiento de la psicología científica en España. En 1964 fundó Galton, un exitoso gabinete de psicología y psiquiatría catalán dedicado a la evaluación y tratamiento de la salud mental de niños, jóvenes y mayores. Estrés, maltrato infantil y psicopatología (Pirámide, 2021), fue una de sus últimas y más completas publicaciones.

Curiosamente, su icónica obra El cuerpo como delito: Anorexia, bulimia, cultura y sociedad (Ariel, 1996; varias ediciones posteriores) vio cambiado el título que él originalmente propuso: El cuerpo del delito, por atentar contra derechos editoriales de otras disciplinas. Toda una declaración acerca de su contenido.

Sin embargo, eso no impidió que la obra se convirtiera en una de las más profundas reflexiones que se hayan hecho sobre una alteración de carácter somático y mental tan relevante, compleja y extendida en las sociedades modernas como la anorexia humana. No fue ese el único trabajo del doctor Toro, pero sí quizá el que mejor integra los conocimientos y la experiencia de un científico clínico en la búsqueda de las causas y razones que determinan las alteraciones de la conducta humana.

En El cuerpo como delito, Toro analiza magistralmente y con impecable sintaxis el entrelazado de los múltiples factores, biológicos, culturales, sociales y geográficos, que pueden contribuir a que una persona, generalmente joven y mujer, tenga alterada la percepción de su propio cuerpo hasta el punto de maltratarlo y poner en peligro su vida en la permanente e irrefrenable búsqueda de una deseada e imaginaria identidad física.

Como parte esencial de su filosofía, la obra contiene una descripción exhaustiva de la valoración estética y social del cuerpo femenino a lo largo de la historia y de cómo esa valoración está también en las raíces de la enfermedad anoréxica. En el relato no deja de haber una crítica poco velada a la hipocresía de las sociedades que en sus propuestas de modelos corporales ideales llegan a atentar, aunque sea sin pretenderlo, contra la salud somática y mental de las personas.

Una lectura entre líneas que también puede extraerse de El cuerpo como delito, es la de la filosofía profesional de su autor en relación con la anorexia: un buen psicólogo clínico no debería invertir tanto en ayudar a sus pacientes a cambiar su indeseado cuerpo como en ayudarles a aceptarlo como es, pues siempre nos sentimos mejor cuando nos aceptamos a nosotros mismos, somática y mentalmente. La psicología existe, precisamente, porque no hay dos personas iguales; una realidad que, lejos de preocuparnos, nos enriquece.