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Enanas Negras

El destino de las estrellas más pequeñas es contraerse y enfriarse muy lentamente hasta convertirse en enanas negras

Entre todas estos elementos del espacio existen unas estrellas muertas llamadas enanas negras que ya no emiten radiación.
Entre todas estos elementos del espacio existen unas estrellas muertas llamadas enanas negras que ya no emiten radiación.NASA/ESA
Carlo Frabetti

En las últimas semanas hemos hablado de asteroides, planetas y estrellas, y de la variedad de tamaños que se observa en cada una de estas familias de cuerpos celestes. Pero las tres progresiones volumétricas son muy distintas entre sí, y no solo por la enorme diferencia de escala. Como hemos visto, el tamaño mínimo de un planeta propiamente dicho no se determina de forma arbitraria, sino que depende de su capacidad de adoptar una forma (aproximadamente) esférica por efecto de su propia gravedad. Y el tamaño mínimo y máximo de una estrella depende de su capacidad para producir reacciones termonucleares en su seno, pero sin que sean tan violentas como para impedir que su materia se mantenga unida.

En el caso de los asteroides, sin embargo, nos encontramos, una vez más, con la consabida paradoja sorites o “paradoja del montón”. En los artículos relativos a los asteroides se suele decir que su tamaño oscila entre unas decenas de metros y unos cientos de kilómetros de diámetro. Pero algunos muy por debajo de ese supuesto tamaño mínimo han obtenido un lugar propio en el catálogo asteroidal, como el 2015TC25, que hace cuatro años pasó a solo 128.000 km de la Tierra (un tercio de la distancia a la que está la Luna). El 2015TC25 solo mide 2 metros de punta a punta, por lo que algunos prefieren llamarlo “meteoroide”. Porque si una roca de un par de metros merece el nombre de asteroide por el mero hecho de girar alrededor del Sol, ¿por qué no una roca de un metro, o de medio, o una piedra de diez centímetros? ¿Se les ocurre a mis sagaces lectoras/es algún criterio mediante el cual establecer un tamaño mínimo para los asteroides?

Enanas blancas y negras

También veíamos la semana pasada que en realidad las enanas marrones no son marrones, sino rojizas, anaranjadas o magenta, y se denominan marrones para abarcar una variada gama de colores comparativamente poco luminosos. Y también entre las estrellas propiamente dichas hay una amplia variedad cromática: amarillas, blancas, naranja, rojas, azules… e incluso negras (aunque estas últimas constituyen un capítulo aparte).

Y hablando de estrellas negras, puesto que el marrón se confunde con el negro al oscurecerse, y puesto que las enanas marrones también se denominan “enanas café”, cabría pensar que una enana negra es una enana marrón muy oscura; pero no es así.

El enfriamiento de la estrella es tan lento que la edad del universo está muy lejos de ser suficiente como para que ya existan enanas negras

Veíamos hace un par de semanas que Betelgeuse, la supergigante roja de la constelación de Orión, podría estar a punto de convertirse en una supernova (“a punto” en términos astronómicos, o sea, en los próximos milenios), que es el destino de las estrellas de su tamaño cuando el agotamiento de su combustible termonuclear provoca el colapso gravitatorio. Pero ¿qué ocurre cuando la que agota su combustible es una estrella muy pequeña, con una masa unas diez veces menor que la del Sol? Se convierte en una enana blanca, una estrella muy densa a causa de la contracción gravitatoria (una tonelada por cm3 o más), y que, al no producir más energía, se va enfriando lentamente, hasta que llegará un momento en que dejará de emitir radiación detectable y se convertirá en una enana negra; pero hay que decirlo en futuro, porque ese enfriamiento es tan lento que la edad del universo está muy lejos de ser suficiente como para que ya existan enanas negras.

Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos Maldita física, Malditas matemáticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal.

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Carlo Frabetti
Es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’.

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