_
_
_
_

El campo vibratorio y las fronteras de la ciencia desde un punto de vista científico

Acaba de salir un libro que nos sumerge en las fluctuaciones de vacío que contienen los átomos y, con ello, nos conecta con las ondas electromagnéticas por las cuales se comunican los organismos vivos

Montero Glez
La Sala Dorada del Musikverein, durante el último ensayo.
La Sala Dorada del Musikverein, durante el último ensayo.

Las ondas electromagnéticas se propagan a más velocidad que las ondas acústicas. Esto es debido a que el canal por el que se propagan las ondas acústicas está formado por las moléculas del aire, mientras que el canal utilizado por las ondas electromagnéticas es el vacío.

Vamos a ilustrar esto con el ejemplo de un concierto de música clásica retransmitido por radio, donde la persona que esté en su casa, con la radio conectada, siempre oirá la señal de los instrumentos antes que la persona que se encuentre en la primera fila de dicho concierto. Este curioso fenómeno se produce debido a que los micrófonos están más cerca de los instrumentos que de las personas del público.

De esta manera, el proceso de transformar las ondas acústicas de los instrumentos en ondas electromagnéticas y llevarlas así hasta los hogares -transformando de nuevo dichas ondas electromagnéticas en acústicas- tarda menos de lo que tardan las ondas acústicas de los instrumentos en llegar hasta el público que asiste al concierto. A partir de este hecho, en el que el vacío y sus fluctuaciones se convierten en materia de estudio, Einstein alcanzó su teoría de la relatividad. Porque el vacío es la sustancia de nuestro universo, donde “Nada es todo y todo es nada”, a decir del principio del budismo, la doctrina filosófica y espiritual que más se acerca a la Física.

Acaba de salir un libro que nos habla de estas cosas, un trabajo didáctico y muy entretenido que nos sumerge en las fluctuaciones de vacío que contienen los átomos y, con ello, nos conecta con las ondas electromagnéticas por las cuales se comunican los organismos vivos. Las citadas ondas bien se pueden definir como la música física o material que nos relaciona, no solo con los demás organismos vivos, sino con nosotros mismos, estableciendo un monólogo interior que atraviesa nuestras moléculas y que pone en funcionamiento nuestro cuerpo, creando un sistema de coherencia ideal donde todos nuestros órganos cooperan unos con otros.

Así nos lo cuenta Changlin Zhang, profesor de biofísica de las universidades de Hangzhou y Siegen, en este libro titulado El campo vibratorio, publicado por Atalanta. Se trata de un estudio holístico que abarca todo el campo vibratorio de los sistemas vivos, un trabajo didáctico que traspasa las fronteras de la ciencia para recordarnos, entre otros asuntos, que Niels Bohr, fundador de la física cuántica, identificaba el equilibrio dinámico de las partículas invisibles con el diagrama del taichí, donde el blanco simboliza el yang y el negro el yin, energías contenidas en la conocida esfera de la tradición oriental que representa el principio generador del universo. Porque Bohr, llevado por las corrientes de la filosofía oriental, se movió en las fronteras de la ciencia con intención orgánica. Bien sabía que de nada vale aprender el método científico sin captar el espíritu científico, y que dicho espíritu científico solo se capta lejos del reduccionismo occidental.

Con esto, Zhang nos va contando cómo Schrödinger, físico famoso por utilizar ecuaciones diferenciales para explicar como cambia el estado cuántico de un sistema físico con el paso del tiempo, se acercó a la filosofía oriental sin abandonar el ámbito científico.

Como ejemplo sirva que Schrödinger señaló la diferencia entre una computadora y la mente humana, explicando el yo desde la perspectiva del pensamiento oriental, como mera memoria singular. A partir de aquí, Schrödinger definirá el reconocimiento del mundo como acumulación de memoria.

Tras la lectura del libro de Zhang, podemos afirmar que somos algo más que moléculas conformando vida, es decir, somos un pliegue en el vacío envuelto en el tejido de los acontecimientos donde, parafraseando a Heisenberg, diferentes clases de conexiones se alternan con la finalidad de mantener la memoria viva en el tiempo presente.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Montero Glez
Periodista y escritor. Entre sus novelas destacan títulos como 'Sed de champán', 'Pólvora negra' o 'Carne de sirena'.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_