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“Si la población decide prohibir los experimentos con embriones humanos, debemos respetarlo”

Maria Leptin es la nueva presidenta del Consejo Europeo de Investigación, que maneja 2.400 millones de euros para financiar la mejor investigación del continente

Nuño Domínguez
La bióloga del desarrollo alemana Maria Leptin, nueva presidenta del Consejo Europeo de Investigación.
La bióloga del desarrollo alemana Maria Leptin, nueva presidenta del Consejo Europeo de Investigación.ERC

La bióloga alemana Maria Leptin es una de las científicas más poderosas del mundo, aunque su trabajo consiste en no interferir en absoluto. Desde hace unos días es la nueva presidenta del Consejo Europeo de Investigación (ERC), una institución de la Unión Europea que maneja un presupuesto de 2.400 millones de euros. Estos fondos se dedicarán a financiar los proyectos científicos de 1.100 investigadores —100 más que este año— desde jóvenes promesas en sus inicios a investigadores veteranos, que recibirán los fondos en 2022.

Las ayudas del ERC son las más prestigiosas del continente por el nivel de competición para conseguirlas. Solo los mejores entre los mejores consiguen una y el proceso está organizado “de abajo arriba”. Comités científicos formados por líderes de cada campo son los encargados de decidir quién se lleva el premio. Desde su creación en 2007, de la cantera del ERC han salido siete premios Nobel y cuatro Fields, considerados los nobel de las matemáticas. El último fue el británico Peter Ratcliffe, ganador del Nobel de Medicina en 2019 por su contribución al descubrimiento de cómo las células sienten el oxígeno disponible y se adaptan a él.

La llegada de Leptin, bióloga del desarrollo de 67 años, no está exenta de polémica. Sustituye a Mauro Ferrari, quien el año pasado contravino las sacrosantas normas del ERC al exigir que la UE cambiase su forma de funcionar y dedicase más fondos a investigaciones sobre la covid. El ERC lleva a gala financiar solo ciencia básica y no dirigida, es decir, proyectos alimentados solo por el ansia de conocimiento en todas las ramas del saber. Ferrari duró cuatro meses en el puesto.

Leptin dice que se dedicó a la ciencia de rebote. Quiso ser decoradora de interiores, profesora como su padre y, sobre todo, bailarina profesional. Pero tenía los pies demasiado grandes y era muy alta, como suele contar en sus charlas. La primera vez que recuerda haberse interesado seriamente por la biología fue gracias a Fräulein Brunner, una profesora de su colegio en Hamburgo que, entre otras cosas, explicaba por qué la forma de defecar típica en la India —agachados— es mucho más eficiente para evacuar que sentados en un retrete como hacen los occidentales.

Leptin acabó haciéndose experta en el estudio del momento más importante en la vida de cualquier persona, en sus propias palabras: la gastrulación. Este es el periodo que comienza a los 14 días de gestación del embrión y dura hasta los 28 días y en el que se forma la estructura básica de lo que será el cuerpo de una persona con todos sus órganos. Es una fase crucial en la que pueden suceder fallos de programación genética que ocasionen malformaciones o enfermedades. Leptin dedicó buena parte de su carrera a entender este proceso en modelos animales, especialmente como responsable de su grupo de investigación en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular, una organización cuya matriz ha dirigido desde 2010. Su mandato en el ERC arrancará el 1 de octubre.

Pregunta. ¿Qué es lo que más te gusta de la ciencia?

Respuesta. Averiguar cosas nuevas, cosas que nadie sabía hasta ahora. Me gusta porque piensas lo que significa algo y haces todo el trabajo para confirmar si es verdad o no. Es la naturaleza hablándote. Es lo más grande que conozco.

P. Su trabajo se centra en la gastrulación. ¿Por qué le interesa?

R. Ruth Lehmann, una buena amiga que ahora dirige el Instituto Whitehead en Cambridge, EE UU, entró en el laboratorio donde yo estaba haciendo el último año. Ella me enseñó genética en profundidad. También aprendí de otro colega cuando ya estaba en Tubinga. La genética es apasionante. Es como una verdad incontrovertible. Sabes que una sola mutación puede hacer que un organismo no funcione y conoces qué gen es el responsable. Uno de mis técnicos de laboratorio cuando comencé en esto era magnífico. Era experto en histología y hacía unas disecciones de embriones de mosca espectaculares. Tomaba óvulos de mosca de la fruta, hacía cientos de cortes transversales micrométricos y los imprimía en papel fotográfico. Cubríamos el suelo del laboratorio con todas esas imágenes y entonces podíamos ver el desarrollo delante de nuestros ojos. Era maravilloso. La genética y la histología es lo que me llevó a estudiar la gastrulación.

La ciencia es lo más grande que conozco, es la naturaleza hablándote

P. Un panel de científicos ha pedido que les dejen investigar con embriones de más de 14 días, lo que está prohibido en muchos países ¿Qué le parece?

R. Es muy difícil de parar la curiosidad humana. Nuestra curiosidad nos ha llevado a grandes catástrofes, pero también a los mayores descubrimientos que conocemos. En pos del conocimiento creo que es innegable que debemos hacer esos experimentos. Pero por otro lado hay un límite ético. Hay una polémica sobre cuándo un amasijo de células embrionarias pasa a ser un ser humano. Es una cuestión muy personal y las respeto todas. La mía es muy liberal.

P. En Alemania o en España este tipo de estudios estarían prohibidos ¿Cree que Europa se puede quedar atrás ante China o EE UU en explorar este momento tan fundamental?

R. Es posible que nos quedemos atrás en algunos experimentos, pero puede que no sea importante. Hay muy buenos estudios con ratones y con células. Si la población no se siente a gusto con estos experimentos y decide prohibirlos, debemos respetarlo. También depende de qué buscamos. Si es conocimiento fundamental, podemos usar modelos animales. Si se buscan adelantos médicos, creo que deberíamos tener cuidado.

P. ¿Qué le parece la posibilidad de crear bebés a la carta usando edición genética?

R. Defiendo la libertad de una mujer para decidir si quiere tener un hijo o no. Pero no queremos bebés de diseño. Es terrible. Yo he cambiado de opinión en este campo. Por supuesto defiendo la libertad de la mujer de decidir si tener su hijo o no. La tecnología de edición genética en sí es fantástica. Y por ejemplo aplicada a plantas no creo que suponga ningún problema y tiene muchísimo potencial. Con los humanos es diferente.

P. Usted dice que uno de los momentos más duros de su carrera fue cuando tuvo a sus dos hijos y siguió a la vez trabajando en lo suyo ¿Cree que la maternidad penaliza a las científicas, como proponen algunas de ellas?

R. Yo no tuve que seguir trabajando sino que lo hice porque quise. Podía haberme ido de baja de maternidad o coger un año sabático. Tenía un marido que me apoyó mucho y cuya carrera también se resintió. Es importante continuar mejorando la calidad de vida de los científicos que son padres. Cada país intenta ayudar en este aspecto de una forma diferente. En Alemania existe la Fundación Christiane Nüsslein-Volhard [ganadora del Nobel de Medicina en 1995]. La creó una premio Nobel que pensaba que era inaceptable que los jóvenes científicos que tenían hijos, especialmente madres, tuvieran que dedicar tiempo a limpiar sus casas. Teníamos en el laboratorio una mujer que consiguió una de estas ayudas. Decía que lo mejor no eran los 400 euros al mes, sino el hecho de que pudo decirle a su suegra: una ganadora del Nobel de Medicina cree que mi trabajo es bueno y me ha dado una beca por ello. Entonces la suegra tuvo que callarse sobre su forma de llevar el hogar.

Mi consejo para la nueva ministra de Ciencia de España es que escuche a los científicos. Somos honestos

P. Las mujeres siguen siendo minoría en los puestos más altos de la investigación científica ¿Cree que hay que hacer más para evitar esa brecha?

R. La situación cambiará gradualmente, aunque es posible que nunca lleguemos a una igualdad absoluta. La jefa del EMBL es una mujer. Mi sucesora en EMBO es una mujer. La jefa del Consejo Científico de Reino Unido es una mujer. Lo estamos viendo y el cambio continuará. Por otro lado, es posible que no todo el mundo quiera llegar a lo mismo, es decir, a puestos directivos, por ejemplo. Hay desequilibrios en muchos otros campos y ya veremos si en ciencia se acaba cerrando por completo. El cambio está en marcha y continuará.

P. El ERC manejará 2.400 millones en ayudas para 2022 ¿Qué campos de la ciencia ve más interesantes?

R. Si pudiera volver atrás probablemente me haría ingeniera, me encanta. Pero eso no es lo que importa. Como presidenta del ERC yo no decidiré en qué se investiga. Todo se hace de abajo arriba, que es como debe ser. Ese es el verdadero valor de esta institución. Los investigadores jóvenes son los que saben qué es interesante. Saben qué es lo más prometedor y, sobre todo, son ellos los que se apasionan por esos nuevos temas. No se trata de que lleguemos vejestorios como yo a decirles lo que es importante. El ERC es perfecto en esto. Te pongo un ejemplo. Yo fui presidenta del panel de expertos de las Synergy Grants hace dos años. Era un comité de expertos en todas las ciencias de la vida. Resultó que el panel no valoró bien las propuestas que llegaron porque en los últimos cinco años ha habido grandes cambios en ámbitos como en el conocimiento en ecología, en obtención de datos, en la interacción entre geología y biología. Las predicciones del panel sobre qué es lo importante eran simplemente incorrectas. La propia dinámica de lo nuevo es lo que acaba decidiendo qué es importante y así es como debe ser.

P. ¿Qué cambios planea para su mandato?

R. Esperamos poder financiar parte de los proyectos que se quedan fuera cada año. Hay algunos que son muy buenos. Tenemos que encontrar más dinero para llevarlos a cabo.

P. La ingeniera Diana Morant acaba de ser nombrada nueva ministra de Ciencia. Uno de sus principales objetivos será manejar el mayor presupuesto de ciencia en la historia reciente de España ¿Tiene algún consejo para ella?

R. Que escuche a los científicos. Que les pregunte qué necesitan. Y que no se olvide de ciertos campos, como las ciencias sociales, que son muy importantes, tanto como las ciencias de la vida o las físicas. Los científicos no hacemos lobby. De hecho normalmente como colectivo estamos siempre a la gresca porque intentamos pensar de forma independiente. Así que no tenemos estrategias. Somos honestos.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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