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Algunos tramos de arroyos que abastecen a Doñana presentan índices de contaminación incompatibles con la vida

Una investigación detecta excesos de nutrientes en sistemas hídricos de los que depende el parque natural

Invernaderos para la fresa y los frutos rojos en el entorno de Doñana.
Invernaderos para la fresa y los frutos rojos en el entorno de Doñana. PACO PUENTES
Raúl Limón

Doñana, catalogado como patrimonio mundial por la Unesco, es un complejo espacio natural cuyo elemento vertebral es el agua. El sistema hidrológico del parque está sometido a controles permanentes y vigilancia constante. Pero este ecosistema no se puede analizar solo en un área singular porque la red de abastecimiento del humedal se extiende más allá del área protegida. Una investigación, publicada en Wetlands Ecology and Management y liderada por Irene Paredes, del departamento de Ecología de Humedales de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), ha detectado altos niveles de contaminación de las aguas en arroyos que abastecen a la reserva por excesos de concentración de nutrientes (eutrofización), un fenómeno que ha puesto en jaque otros espacios naturales y que amenaza esta reserva de la biosfera. “En algunos tramos, se superan los umbrales de contaminación compatibles con la vida si se prolongan en el tiempo”, advierte la investigadora.

La investigación ha analizado parámetros de la calidad de las aguas (nitrógeno, fósforo, clorofila-a del fitoplancton, conductividad, profundidad y caudal) en 56 puntos durante tres años. A esta información se han unido datos obtenidos por satélite sobre el crecimiento de la superficie de invernaderos agrícolas que arrojan un resultado extraordinario: el área cubierta por cultivos bajo plástico en las cuencas que vierten a la marisma de Doñana ha crecido un 487% desde 1995.

El área cubierta por cultivos bajo plástico en las cuencas que vierten a la marisma de Doñana ha crecido un 487% desde 1995

La relación de ambos elementos, contaminación e invernaderos, es relevante porque el origen de la negativa evolución de la calidad de los recursos hídricos está en las aguas residuales de las poblaciones permanentes y temporales de la zona (más de 10.000 personas trabajan eventualmente en las cosechas del entorno) y la actividad agrícola intensiva. “La primera causa”, según explica Paredes, “es más fácil de detectar y corregir, pero la generada por el impacto de la agricultura es más difícil de controlar y es más difusa”.

Paredes explica cómo se genera el exceso de contaminación: “La escorrentía [el agua de lluvia que circula sobre un terreno o que rebasa los cauces naturales o artifiiales] arrastra los abonos y productos fitosanitarios a los arroyos o se infiltra en las aguas subterráneas. Los procesos biológicos, geológicos y químicos naturales frenan parte de esta contaminación, pero si no se ataja y se mantiene el crecimiento de la actividad agrícola, esta llegará al parque. Las zonas de entrada de agua en la marisma ya lo reflejan”.

La presión de la agricultura intensiva se mantiene y, según explica la investigadora Irene Paredes, “lo que hay ya es demasiado”

La situación es más preocupante por dos razones, de acuerdo con el estudio: la primera es que la presión de la agricultura intensiva se mantiene y, según explica la investigadora, “lo que hay ya es demasiado”; la segunda razón es que la situación se genera en las cuencas que vierten al parque, pero están fuera del área protegida, por lo que quedan excluidas de las medidas de control de la reserva.

La investigadora Irene Paredes toma muestras de agua de la marisma de Doñana durante la investigación.
La investigadora Irene Paredes toma muestras de agua de la marisma de Doñana durante la investigación.CSIC

De todos los puntos analizados durante la investigación, Rocina y Partido, uno de los principales afluentes a la marisma y sometido a una gran presión agrícola y humana, mostraron los valores más altos de concentraciones de nutrientes. En algunos tramos, se sobrepasaron los umbrales compatibles con la supervivencia de la flora y la fauna y los límites permitidos por la directiva europea del agua, según el estudio.

En algunos tramos, se sobrepasaron los umbrales compatibles con la supervivencia de la flora y la fauna y los límites permitidos por la directiva europea del agua, según el estudio

Pero esta contaminación, además de arruinar ecosistemas naturales por la proliferación descontrolada de microorganismos, también favorece la expansión de plantas invasoras, como el helecho Arzolla filiculoides, que ocupa los espacios de otras especies autóctonas.

Para la investigadora, la solución tiene que combinar “medidas paliativas y de prevención”. En este sentido, aboga por la coordinación de la gestión de toda la zona, más allá de las áreas protegidas, y el cambio del modelo de explotación del entorno, “con alternativas de las que se pueda vivir”. A corto plazo, se pueden establecer filtros verdes que contengan la contaminación por nutrientes y establecer fórmulas de preservación de las áreas donde se genera.

Una actualización de los sistemas de drenaje agrícolas y otras prácticas, como la implementación de zonas de desnitrificación, permitirían reducir las cargas de nitratos entre un 25% y un 78%

Este problema, especialmente crítico en áreas tan sensibles como Doñana, es global. Algunas investigaciones intentan abordar el conflicto. Según un estudio publicado en Nature Sustainability, una actualización de los sistemas de drenaje agrícolas y otras prácticas, como la implementación de zonas de desnitrificación, permitirían reducir las cargas de nitratos entre un 25% y un 78%. Para Sotirios Archontoulis, profesor de agronomía y coautor del estudio, “La mejora en los sistemas de drenaje aumentaría el rendimiento de los cultivos y la eficiencia en el uso de fertilizantes de nitrógeno”.

Miguel Ángel Bravo, uno de los investigadores del estudio junto a Irene Paredes, Francisco Ramírez, David Aragonés, Manuela G. Forero y Andy J. Green, tomo muestras del agua procedente de la depuradora de El Rocío.
Miguel Ángel Bravo, uno de los investigadores del estudio junto a Irene Paredes, Francisco Ramírez, David Aragonés, Manuela G. Forero y Andy J. Green, tomo muestras del agua procedente de la depuradora de El Rocío.CSIC

Otros estudios apuntan en la dirección de la gestión espacial de las zonas agrícolas, limitando la producción intensiva donde la biodiversidad se vea más amenazada. Un studio publicado en Global Change Biology destaca cómo el “aumento de la producción agrícola, generalmente, genera efectos secundarios negativos en los paisajes agrícolas, en la vida silvestre y en las funciones ecosistémicas. En este sentido, el estudio considera que concentrar el crecimiento agrícola en zonas donde menos biodiversidad se vea amenazada, así como interconectar los hábitats mediante corredores naturales, permitiría preservar el 88% de la misma.

También se investigan fórmulas que permitan mantener la productividad y la calidad con el menor impacto posible. En este sentido, un equipo de la Universidad de Sevilla ha aislado, identificado y caracterizado hasta 150 cepas de bacterias beneficiosas, con capacidad de promover el crecimiento de los cultivos, la fijación de nitrógeno y la protección frente a patógenos.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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