El Mar Menor, al borde del colapso
La Fiscalía investiga la contaminación de la zona, que se encuentra en situación límite
El Mar Menor está a un paso del colapso por contaminación. La sintomática proliferación de algas tóxicas ha llevado a la Consejería de Salud de Murcia a pedir a la de Agricultura y Medio Ambiente (ambas gobernadas por el PP) un seguimiento urgente y constante. Pero la reacción llega 18 años después de los primeros avisos. La situación es límite, según el Instituto Español de Oceanografía y la Universidad. La Fiscalía ha abierto una investigación sobre las actuaciones de la Confederación Hidrográfica del Segura, el Ejecutivo, los agricultores y los municipios.
No es solo un problema de turbidez de las aguas, detectada en 40 playas del Mar Menor. La presencia masiva de fitoplancton es un síntoma de la grave degeneración de un ecosistema único incluido en el convenio Ramsar de humedales de importancia internacional (del que es depositario la Unesco) y protegido como espacio natural y zona de especial interés.
“El principal problema ocurre cuando estas células [algas unicelulares] producen toxinas que pueden afectar tanto a los organismos marinos que las ingieren, como moluscos o peces, como a las personas que los consumen o simplemente respiran el ambiente donde se han producido”, advierte la Consejería de Salud en su informe para reclamar la vigilancia de fitoplancton tóxico en las playas de la Región de Murcia.
“El baño se puede permitir, pero no es eso. La situación no es normal, no es puntual. Nunca lo había visto tan mal. La situación es crónica, de grave riesgo”, comenta Julio Mas, investigador del centro del Instituto Español de Oceanografía en Murcia.
Causas
Las causas de la alta contaminación son múltiples. La principal, según el informe de salud, es la eutrofización (acumulación de residuos orgánicos) producida por el vertido de aguas y residuos urbanos y agrícolas, la filtración procedente del subsuelo rica en nitratos, el aumento de la acuicultura, la acción de las líneas marítimas en el entorno, el cambio climático y otros orígenes naturales.
Mas coincide en la multiplicidad de causas, pero señala dos generales: el modelo agrícola y la demanda continua de agua. La huerta murciana se ha convertido en un saco sin fondo de utilización de recursos hídricos. Se calcula que existen 20.000 hectáreas más de regadíos que las censadas oficialmente. A los pozos, cada año más profundos, se ha unido la proliferación de desalobradoras particulares: 300 registradas; 700, según un estudio; y más de 1.000 según otras estimaciones.
Los agricultores desalan y vierten la salmuera y otros desechos a las ramblas que llegan a la laguna por la acción de las lluvias. A la vez, riegan con fertilizantes y las aguas con excesos de nutrientes se filtran al subsuelo. Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología y de Gestión de Espacios Naturales de la Universidad de Murcia, atribuye a estas acciones el 60% de la excesiva aportación de nitratos y fosfatos, cuya concentración se han multiplicado por 50 en dos décadas. Además, señala que la degradación de los humedales circundantes, que servían de filtro a la laguna, impide que hagan esta función y tienen que estar incluidos en el plan de regeneración integral.
Los agricultores apuntan a otros causantes: las depuradoras de San Javier, Los Alcázares y San Pedro del Pinatar. Y alegan que la aparición de sustancias farmacológicas en el agua se debe a vertidos urbanos. “El problema es principalmente agrícola, pero también urbano”, precisa el profesor de Ecología.
“Estamos perdiendo el Mar Menor original. Hace 18 años que se advirtió, pero la situación ahora podría ser irreversible. Está en la UVI. Hemos pasado de una situación crónica a crítica”, advierte Esteve, quien cree que el aspecto actual de esta zona tan singular es “cadavérico”.
Tanto Mas como Esteve creen que es imprescindible una actuación urgente y coordinada de todas las administraciones. “Es necesaria una reflexión general sobre qué hacemos y qué hay que hacer. Hay modelos como la Albufera o el río Segura que pueden servir de ejemplos para actuar. Son necesarias soluciones y colaboración. El Mar Menor se tiene que gestionar como un ente único”, asegura el investigador del Centro Oceanográfico, quien ha ultimado esta pasada semana mediciones que remitirá a la Fiscalía de Medio Ambiente.
La degradación de la zona irá al Congreso
La diputada de Podemos María Giménez señala en la misma dirección y anuncia que su formación llevará al Congreso la grave situación, que atribuye a “la desidia y abandono del PP, que ha tratado el Mar Menor como su cortijo particular”. Podemos propone la constitución de un Consejo Social del Mar Menor, permanente, representativo de todos los implicados y consultivo para que el Gobierno desarrolle las políticas necesarias.
“Hay que sacar de los cajones el Programa de Gestión Integrada del Litoral del Mar Menor y su zona de influencia, que fue bloqueado y guardado por el PP en 2003”, afirma Giménez, quien promueve la iniciativa junto a Andrés Pedreño.
El PSOE también señala al mismo responsable y quiere elevar la situación a problema nacional al incluirlo entre los compromisos de su formación. “Hace ya 15 años que el Mar Menor fue declarado como zona vulnerable por los vertidos de nitratos y, en este tiempo, el PP sólo ha mostrado desidia ante los graves problemas que se conocían”, afirmó la exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona en unas jornadas sobre sostenibilidad en la zona.
El presidente murciano, Pedro Antonio Sánchez, del partido que ha gobernado la región durante la época en la que se ha registrado la mayor degradación de la zona, ha admitido finalmente, después de 18 años de advertencias científicas, que la recuperación debe ser una “prioridad”, pero ha centrado su estrategia en buscar fondos adicionales a los 45 millones ya concedidos por la Comisión Europea. El Consejo de Gobierno acaba de dar luz verde al expediente expropiatorio para la creación de un filtro verde en la Rambla del Albujón.
Una década de episodios tóxicos
Aunque el PP considera ahora “prioritaria” la regeneración del Mar Menor, las instituciones científicas y académicas llevan 18 años advirtiendo del problema. La propia Consejería de Salud, del PP, reconoce, en el informe en el que reclama un plan de vigilancia continuado y urgente, que se han registrado episodios de toxicidad en primavera y verano desde 2006.
Hace 10 años, entre el 8 y 9 de julio, medio centenar de personas “necesitaron asistencia médica con síntomas de infección de faringe, espasmos bronquiales, carraspera, disfonía, eccema en la piel y eritema” en tres playas. La causa fue una proliferación de vegetación marina de los tipos Gymnodninium y Chattonella, “ambas productoras de neurotoxinas que ocasionan los síntomas descritos”.
Un año después, en abril de 2011 y el pasado verano se observaron de nuevo manchas y una alta densidad de microalgas. En 2015 se detecta, a 20 kilómetros de Águilas, un brote epidemiológico que llevó a 95 personas a sufrir afecciones respiratorias y alérgicas.
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