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Como hacerse rico y, de paso, salvar al mundo

La minería en asteroides promete ser un negocio muy lucrativo ¿Es ciencia ficción?

Recreación de la tecnología para la minería de asteroides, según una empresa del sector.
Recreación de la tecnología para la minería de asteroides, según una empresa del sector.Deep Space Industries

En 1898, la edición vespertina del New York Journal publicaba por entregas una novela de Garrett P. Serviss titulada La conquista de Marte de Edinson. La novela narra las aventuras de una hipotética expedición a Marte liderada por el inventor Thomas Edinson, con el objetivo de prevenir una segunda (la primera fue narrada en la Guerra de los Mundos de H.G. Wells) invasión marciana. En una de las entregas, cuando los intrépidos exploradores volvían de regreso a casa, se cruzan con un asteroide hecho de oro y, por supuesto, no dudan en pararse a recoger un poco del metal precioso. En aquella época, el empresario John D. Rockefeller se convertía en el hombre más rico de la historia al ser el primero en extraer y refinar un recurso natural, el petróleo.

Han pasado más de cien años desde la publicación de este texto y lo que en su día fue ciencia ficción ya no lo parece tanto. Las expediciones a Marte son una realidad cada vez más cercana y es posible, así lo piensa el astrónomo y divulgador Neil Degrasse Tyson, que los primeros trillonarios de la historia sean aquellos que exploten, por primera vez, otro recurso natural: los asteroides.

Vivimos en una sociedad completamente dependiente de la tecnología, pero las reservas de materiales necesarios para la construcción de baterías y componentes electrónicos como el cobalto, el níquel, el oro o el platino empiezan a escasear. También imprescindibles son los elementos llamados de tierras raras. A pesar de su nombre, no es raro encontrarlos en nuestro planeta. El problema es que, salvo en poco comunes depósitos minerales, estos están esparcidos por la corteza terrestre, por lo que su extracción no es rentable económicamente.

Aquí es donde entran en juego los asteroides. Estos objetos, como los cometas, son los escombros de la gran obra que dio lugar a la formación del Sistema Solar. Sus tamaños varían desde unos pocos metros hasta cientos de kilómetros y la mayoría se amontonan entre las órbitas de Marte y Júpiter, en el llamado cinturón de asteroides. Sin embargo, un pequeño grupo de ellos se encuentra relativamente cerca de la Tierra.

Los asteroides están hechos del mismo material que el de los planetas terrestres y contienen una gran cantidad de minerales y metales preciosos mucho más accesibles que en la Tierra

Estos asteroides están hechos del mismo material que el de los planetas terrestres y contienen una gran cantidad de minerales y metales preciosos mucho más accesibles que en la Tierra. Esto es debido a que, durante la formación de nuestro planeta, la temperatura era suficientemente alta para fundir su interior. En este fluido, los componentes más densos como el hierro, el níquel o los metales preciosos, se hundieron hacia las partes internas, en un proceso conocido como diferenciación. De hecho, el oro que usamos para hacer joyas fue traído por los asteroides que bombardearon la tierra en su juventud. Una diferenciación parecida a la de los planetas solo sucede en los asteroides de mayor tamaño, ya que el resto no alcanzan temperaturas tan altas para fundirse. Por lo tanto, aunque más pequeños, los asteroides tienen mucha cantidad de elementos que son inalcanzables en nuestro planeta, a no ser que la famosa novela de Julio Verne Viaje al centro de la Tierra también deje de ser ficción algún día.

Se estima que un solo asteroide de 30 metros puede contener metales preciosos por un valor de 30.000 millones de dólares y una roca de 500 metros el equivalente a la mitad de las reservas terrestres. Esto quiere decir que los asteroides con tamaños de kilómetros podrían superar en valor los billones de dólares. Vaya, que los asteroides son, literalmente, auténticas minas de oro. Sin embargo, hacer minería en un asteroide no es igual que taladrar un agujero en el suelo y esperar hasta que brote el oro negro y, a no ser que seas Bruce Willis, requiere años de trabajo de científicos e ingenieros y muchos millones de dólares ¿Merece la pena entonces hacer minería en asteroides?

Se estima que un solo asteroide de 30 metros puede contener metales preciosos por un valor de 30.000 millones de dólares y una roca de 500 metros el equivalente a la mitad de las reservas terrestres

La respuesta a esta pregunta dependerá del asteroide elegido. Conocemos cerca de 17.000 asteroides cercanos a la Tierra, pero es probable que solo una pequeña fracción de ellos sea accesible y tenga la composición adecuada para ser rentable. Además de los metales preciosos, es deseable que el asteroide tenga también hierro, aluminio o titanio que, aunque no son suficientemente valiosos para llevarlos a casa, pueden ser usados para construir la infraestructura necesaria para la extracción y transporte de otros materiales. En este sentido, es importante también que el asteroide tenga agua, ya que esta se puede disociar en hidrógeno y oxígeno y ser usada como combustible para llevar la carga de vuelta, lo que reduciría el peso inicial de combustible. Teniendo en cuenta los precios a los que están los envíos al espacio -- desde 50.000 a 2,5 millones de dólares el kilo dependiendo si el destino final es la estación espacial o Marte, esto es algo a tener muy en cuenta aunque, bien pensado, es mucho más económico que el asteroide venga a nosotros.

Por suerte para los mineros espaciales, no tanto para los dinosaurios, algunos de los asteroides cercanos a la Tierra cruzan nuestra órbita. Son los conocidos como NEOs (siglas en inglés de “objeto cercano a la Tierra”) y son monitorizados como cuerpos peligrosos. Lo más rentable a la hora de hacer minería en estos objetos sería redirigirlos a una órbita cercana, por ejemplo, la lunar. Esto tendría además el no desdeñable beneficio de prevenir un posible impacto con nuestro planeta. En 1980, la NASA propuso una fábrica automatizada en la Luna, en la que máquinas autorreplicantes de 1 kilogramo, funcionando con energía solar, podrían refinar en dos años y medio, después de 30 duplicaciones, más de mil millones de kilogramos de material de asteroide sin ninguna intervención humana.

Existen ya varias compañías mineras espaciales. La primera en fundarse, Planetary Resources, lleva funcionando desde el 2012 y ha lanzado ya varios satélites para probar varias de sus patentes

Existen ya varias compañías mineras espaciales. La primera en fundarse, Planetary Resources, lleva funcionando desde el 2012 y ha lanzado ya varios satélites para probar varias de sus patentes con el objetivo. En la actualidad, emplean casi todos los recursos en la elección del asteroide perfecto. Otras compañías como Asteroid Mining Corporation o Trans Astronautica Corporation, si bien están aún muy lejos de su objetivo, ya captan millones de dólares de inversiones privadas interesadas en estar en la primera línea de un posible futuro negocio espacial.

Aunque los primeros esfuerzos sean robóticos es posible que, si la industria es rentable, sea necesaria la intervención de mano de obra humana. Quién sabe, quizá empecemos a mandar obreros al cinturón de asteroides algún día, haciendo que The Expanse deje de ser ciencia ficción.

Patricia Sánchez Blázquez es profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)

Pablo G. Pérez González es investigador del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA)

Vacío Cósmico es una sección en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista científico sino también filosófico, social y económico. El nombre “vacío cósmico” hace referencia al hecho de que el universo es y está, en su mayor parte, vacío, con menos de 1 átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno, paradójicamente, hay quintillones de átomos por metro cúbico, lo que invita a una reflexión sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo.

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