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El monstruo marino de Ayamonte

La curiosidad de dos vecinos de Huelva durante un paseo permite el descubrimiento del fósil de vertebrado más antiguo del suroeste de la península, un saurio de hace 220 millones de años

Raúl Limón
Reconstrucción de un nothosaurio, animal al que se le atribuye el fósil hallado en Ayamonte.
Reconstrucción de un nothosaurio, animal al que se le atribuye el fósil hallado en Ayamonte.Jesús Reolid

A Ramón Martín y Miguel Ángel Bernal, cuando caminan, les gusta observar en las piedras los mensajes de nuestro pasado más remoto. En uno de sus paseos por el entorno de Ayamonte (Huelva), encontraron, a unos ocho kilómetros de la línea de costa, una roca que les llamó la atención por la presencia de unos fragmentos de lo que parecían partes de un hueso fosilizado. La sospecha de que podía ser algo importante les hizo, de inmediato, contactar con el Ayuntamiento ayamontino y con el arqueólogo Benjamín Cabaco de la empresa ArqueoGuadiana, que comunicó el hallazgo a los paleontólogos de las Universidades de Huelva y Sevilla, Antonio Toscano y Fernando Muñiz. El resto fósil pertenece a un saurio, con toda probabilidad, según los investigadores, a un nothosaurio, un animal marino de unos 220 millones de años.

Si se confirma esta identificación específica, se trataría de un reptil, de dos metros de largo (podían medir hasta cinco), era un depredador de cuello largo, cabeza pequeña, mandíbulas alargadas con numerosos dientes afilados, flexible y destacadas capacidades natatorias. Un auténtico monstruo marino prehistórico de Ayamonte, según lo han bautizado familiarmente los investigadores.

Antonio Toscano y Fernando Muñiz detectaron enseguida que se trataba de un hallazgo único, el resto más antiguo de un vertebrado en la zona suroccidental de España. Su experiencia, la configuración del hueso y la comparación con otros fósiles les llevó a determinar que se trataba de una vértebra dorso-lumbar.

Vértebra fosilizada hallada en Ayamonte.
Vértebra fosilizada hallada en Ayamonte.

El análisis de las rocas donde fosilizó este hueso indica, según Muñiz, que se trata de un ejemplar del Triásico Superior (entre 237 y 201 millones de años). Los investigadores explican que ya se han realizado pruebas preliminares con ácido clorhídrico diluido al 10% sobre muestras de la roca con el objetivo de determinar si son carbonatadas y seleccionar así el estrato de donde proceden para continuar la investigación. También se realizarán secciones delgadas a un fragmento de hueso desprendido para indagar en los conocimientos osteológicos de la vértebra.

“Si retrocediéramos en el tiempo a este periodo geológico, aproximadamente unos 220 millones de años, desde lo que hoy es Ayamonte, contemplaríamos justo enfrente lo que hoy es Canadá y EE UU. Estaríamos en un periodo geológico, el Triásico, dentro de la era Mesozoica, también conocida como de los Dinosaurios y que arranca unos 20 millones de años antes, tras la mayor extinción ocurrida. Las rocas mesozoicas de Ayamonte registran el inicio de la ruptura y separación del continente único llamado Pangea, es decir, América y Europa-África se empiezan a separar dando comienzo lo que hoy es el océano Atlántico”, describe Muñiz.

Reconstrucción paleogeográfica del Triásico Superior. El círculo muestra la ubicación, entonces, de lo que hoy es la península Ibérica
Reconstrucción paleogeográfica del Triásico Superior. El círculo muestra la ubicación, entonces, de lo que hoy es la península Ibérica

“Por ahora se puede afirmar que pertenece al grupo de los sauropterygios (Sauropterygia), que incluye predadores como nothosaurios, simosaurios, lariosaurios, cíiamodus, placodus... Tenemos que estudiar los restos en detalle. La edad precisa se podrá determinar a partir del estudio, por ejemplo, de anélidos. La presencia de estos organismos y las rocas en las que se encuentran ayudará a conocer cómo era la paleogeografia de la zona durante el Triásico”, explica Matías Reolid, paleontólogo de la Universidad de Jaén y descubridor de los nothosaurios más antiguos, también del Triásico (con más de 230 millones de años), en el municipio de Puente de Génave (Jaén) y de Órgiva (Granada). Sus hallazgos fueron recogidos en varias revistas científicas de prestigio y en una edición de carácter divulgativo del servicio de publicaciones de la Universidad jiennense.

El comportamiento ejemplar de Ramón Martín y Miguel Ángel Bernal durante su paseo ha abierto la puerta para investigar y salvaguardar el patrimonio paleontológico. Los resultados más detallados se darán a conocer conforme avancen los estudios científicos sobre este extraordinario hallazgo.

Reptiles marinos en el desierto de Atacama

Científicos de la Universidad de Chile ha informado del hallazgo en el desierto de Atacama de fósiles de dos especies de Plesiosaurio, un reptil marino que habría vivido en esa zona en el periodo Jurásico, hace unos 160 millones de años, cuando el desierto estaba sumergido en el mar.

 

Uno de ellos es el Vinialesaurus, un reptil marino de unos cuatro metros del que se tenía solo un registro anterior en el Caribe; el otro es el Muraenosaurus, de unos seis metros, del cual se obtuvo el segundo y más completo fósil de Sudamérica, de acuerdo a la investigación de científicos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama.

 

Ambos géneros de Plesiosaurios (depredadores marinos) se caracterizan por tener cráneos de unos 30 cm, con vértebras del cuello algo cilíndricas, cuerpos robustos y aletas de largo moderado. Hasta la fecha, no existía registro sobre su hábitat en el desierto de Atacama, el más árido del mundo, ubicado en el norte chileno, indicó un comunicado de la Universidad de Chile difundido este martes.

 

"Resulta interesante que en el Jurásico chileno aparezcan reptiles marinos que se conocen en Europa algunos millones de años antes (como es el caso de Muraenosaurus), y además formas contemporáneas solo conocidas en Cuba", explicó Rodrigo Otero, investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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