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Mario Marcel: “Votaré por Jeannette Jara, pero con una aprensión: el rol del PC en un eventual Gobierno suyo”

El ex ministro de Hacienda concede su primera entrevista tras dejar el Gobierno de Boric, hace un mes. Aborda su gestión, su nueva etapa, la campaña presidencial. “Kast no sabe cómo recortar los 6.000 millones de dólares”, dice

Rocío Montes

El economista de centroizquierda Mario Marcel (Santiago de Chile, 65 años) hace un mes renunció al cargo de ministro de Hacienda del Gobierno de Gabriel Boric. Argumentó razones personales y guardó silencio público, que rompe en esta entrevista con EL PAÍS. La concede en su departamento en Providencia, donde vive con el menor de sus cuatro hijos (16) y sus dos pug -Serena y Max- con los que acostumbra pasear por el barrio. Sin sus míticas corbatas, pero de camisa blanca impecable, Marcel prepara café para conversar sin prisa en su comedor. Instaló una oficina a pocas calles, en La Concepción, donde espera recibir a Tatiana Vargas y Pilar Cruz, dos de sus estrechas colaboradoras en Hacienda. Con una relación con la exministra del Interior de Boric, Carolina Tohá —de la izquierda moderada, que perdió las primarias presidenciales ante Jeannette Jara, comunista—, se dedicará a asesorías de organismos internacionales, planea en el futuro dar clases en universidades y escribe un libro. Observa con atención el devenir de la economía nacional (marcada por los cambios tecnológicos y demográficos) y global. “Una parte importante de la reforma económica de Milei es la que podría haber hecho un Gobierno de cualquier signo que hubiera querido ordenar la economía de Argentina”, opina sobre lo que ocurre al otro lado de Los Andes.

Pregunta. ¿Por qué renunció?

Respuesta. Que haya pasado un mes ayuda a validar lo que expliqué en aquel momento: que lo hacía, básicamente, por razones personales. Por la necesidad de dedicarle más tiempo a mi familia —a mi hijo que vive conmigo, en particular— y porque hay un desgaste, que es natural. Era un momento en que mi salida era viable.

P. ¿Por qué?

R. Lo que llegué a hacer a Hacienda básicamente se logró: reequilibrar a la economía, terminar con los desequilibrios gigantescos con los que partió el Gobierno, ponerla en un curso de crecimiento y, a partir de ahí, poder plantearse nuevos desafíos. Por otro lado, hacer viable proyectos que estaban en el programa de Gobierno y que en un principio parecían imposibles dada la magnitud de lo que se buscaba, la resistencia a los mismos o la forma que se había diseñado: el royalty minero, el cumplimiento tributario, la reforma de pensiones.

P. ¿Hubo razones políticas para su renuncia?

R. No, no hubo razones políticas. Y eso se puede observar porque ha habido un grado de continuidad importante en la gestión del ministro Nicolás Grau.

P. ¿Su decisión tomó por sorpresa al presidente?

R. No. Lo veníamos conversando desde hacía unos meses y siempre fue muy comprensivo de mis razones personales.

P. Escribe un libro. ¿De qué trata?

R. Es una crónica de la larga crisis que va desde el estallido social de 2019 hasta el segundo trimestre de 2024, cuando ya se puede decir que se recupera la normalidad. Ese periodo de cinco años lo viví en la primera línea de la economía: desde el Banco Central y desde Hacienda. Estoy trabajando en un recorrido de todo este período con un foco en la economía y en cómo se tomaron las decisiones importantes.

P. ¿Se quedará en Chile?

R. Sí. Se dijo que me iría a un organismo internacional, pero he vivido 15 años fuera de Chile y trabajé en tres organismos internacionales (el BID, la OCDE y el Banco Mundial). Ahora quiero seguir basado acá.

P. Al salir usted del Gobierno, el presidente del Partido Comunista, Lautaro Carmona, lo tildó de “semidios del recurso” porque, a su juicio, frenó la agenda del Gobierno al restringir el gasto social.

R. Sus declaraciones me llamaron la atención. Porque esta idea de ser excesivamente restrictivo parece muy contradictoria con lo que otra parte del espectro político critica. Es difícil argumentar que el Gobierno ha sido derrochador, como se plantea desde parte de la oposición, cuando un actor de la propia coalición dice lo contrario.

P. ¿Con cuál se queda usted?

R. Los números están a la vista: el gasto público ha crecido un promedio del 2% desde el 2023 en adelante, después de reducirse en 23% al inicio del Gobierno. Esto contrasta con un periodo largo en que el gasto público crecía al 7% por año. Entonces, bajar ese ritmo al 2% requiere de un esfuerzo muy grande y un cambio de mentalidad. Sobre todo cuando, al mismo tiempo, hay presiones estructurales sobre las pensiones y la salud.

P. Entonces, usted se queda aparentemente con la visión de Carmona, porque reconoce que el Gobierno tuvo que apretar la billetera.

R. Más bien me llama la atención que todos los que recogen lo que plantea Carmona no lo contrastan con la otra visión. Hay, sin embargo, una segunda razón por la que me llamaron la atención sus declaraciones: mientras fui ministro, nunca el PC me hizo un planteamiento en el sentido expresado por Carmona.

P. ¿Ah, no?

R. Mientras fui ministro todas las bancadas de los partidos de Gobierno me invitaron a reuniones, por diversos motivos, excepto el PC. La única oportunidad fue a propósito de otro tema, el proyecto de cumplimiento tributario. Pero nunca el PC me hizo llegar planteamientos en temas de gastos como los que hizo Carmona, ni me invitó a conversar sobre el tema.

P. ¿Cómo se explica, entonces, las críticas posteriores?

R. No tengo por qué explicarlo yo.

P. Estamos a siete semanas de la elección presidencial. ¿Cómo observa la contienda?

R. La elección va a ser compleja. Y, quizás porque es propio de campañas, observo una discusión pública que ha tendido a profundizar algo que es un rasgo muy fuerte en Chile: un sesgo extraordinariamente pesimista. El panorama que se pinta del país, especialmente de las candidaturas de derecha, es casi apocalíptico. Y eso yo lo contrasto con cómo se ve Chile desde fuera: se ve bien, con respeto.

P. ¿No hay razones para el pesimismo?

R. Acaba de salir un ranking de economías más favorables a la innovación, y Chile aparece en el primer lugar de América Latina. Nuestros indicadores de riesgo de mercado son iguales —o a veces un poco más bajos— que los que teníamos antes del estallido social. Pero ese sesgo pesimista hace que, en buena medida, las campañas se desarrollen todas en torno a problemas. Y los países no tienen solo problemas, que sin duda importan, sino oportunidades y logros.

P. Dice que el panorama que se pinta de Chile es casi apocalíptico, sobre todo en la derecha. Pero, ¿también lo advierte en la candidatura oficialista?

R. En algún momento la propia candidata dijo que no era una candidata de continuidad del Gobierno de Boric y ha tratado de marcar distancia.

P. ¿Votará por Jeannette Jara?

R. Voy a votar por Jeannette Jara, porque la conozco como persona y porque me tocó trabajar con ella. Es la ministra con la cual más trabajé del Gabinete del presidente Boric. Pero lo voy a hacer con una aprensión, que es respecto de cuál sería el rol del Partido Comunista en un eventual Gobierno suyo.

P. ¿Por qué?

R. Por la experiencia reciente en situaciones en que el PC ha buscado marcar la agenda. Particularmente, en la Convención Constitucional de 2021 y 2022 el PC jugó un papel muy activo en lo que fue la dinámica de esa convención. Y después del rechazo a ese proyecto por una parte importante de la ciudadanía, un 62%, nunca he escuchado una autocrítica ni una evaluación en que se diga, por ejemplo: “Hay cosas que no hicimos bien, que podríamos haber hecho de otra manera”. Entonces, ese tipo de cosas me preocupan.

P. ¿Pero qué le preocupa?

R. Yo, con los ministros de ese mundo siempre trabajé muy bien. El ministro Nicolás Cataldo [Educación], la ministra Camila Vallejo [Secretaría General de Gobierno], pero, ¿qué es lo que está pensando el PC para un futuro período y cómo eso se va a reflejar en un eventual Gobierno?

P. ¿Qué cree usted?

R. Eso es difícil de saber. Yo confío en Jeannette, pero hay sin duda elementos de incertidumbre en el aire político que están ahí presentes.

P. La candidata Jara ha dicho: “No estoy subordinada a las decisiones del PC”. ¿No ha logrado despejar este asunto como carta única del oficialismo?

R. O sea, desde ahí [desde el PC] han venido las mayores dificultades que ha enfrentado la candidatura.

P. ¿Teme que sea el PC y no ella el que vaya a gobernar tras un eventual triunfo?

R. En el curso de las campañas a veces se dilucidan estas cosas. En el tránsito entre la primera y la segunda vuelta quizás puedan surgir señales importantes. En la elección de 2021, eso fue lo que ocurrió. Entre la primera y la segunda vuelta se generó este acuerdo de implementación programática que marcó la incorporación de una parte de la centroizquierda al apoyo al presidente Boric. Y ya eso después se transformó en un Gabinete, un Gobierno y todo lo que hemos conocido. Por lo tanto, hay señales que se van dando en el curso de un proceso electoral que ojalá vayan reafirmando lo que Jeannette ha señalado respecto de su autonomía.

P. Le dirán que es anticomunista. ¿Lo es?

R. No, para nada. Como digo, tiene mucho más que ver con eventos recientes y cosas que uno puede observar y le tocó vivir, que una cuestión intrínseca a un partido, un sector político o determinado dirigente.

P. ¿Qué le tocó vivir?

R. Me tocó ver una alianza tácita con los grupos más radicales, como la Lista del Pueblo, que llevó a conflictos importantes con otra parte de la alianza de Gobierno, que incluso se tradujo en funas al colectivo socialista; el intento por imponer propuestas muy extremas y, al final, el rechazo amplio de la ciudadanía.

P. Si una persona de centroizquierda como usted votará por Jara, pero con aprensiones, ¿qué se puede pedir desde el oficialismo a un ciudadano común?

R. El ciudadano común se va a enfrentar a dilemas complejos, sin dudas. Pero también hay que tener claro qué es lo que ese electorado va a estar viendo en el otro lado.

P. ¿Cumplirá usted algún papel en la campaña de Jara?

R. No. Porque si salí del Gobierno para rebalancear mejor mi vida personal, familiar y el trabajo, no voy a meterme a una campaña extraordinariamente demandante.

P. La candidata Matthei acusó esta semana “falta de transparencia” en la entrega de información sobre las finanzas públicas y dijo que las cifras fiscales son “mentirosas”. ¿Qué opina?

R. Creo que el problema que tiene Evelyn Matthei es que ha levantado este discurso del país quebrado, que no es respaldado por las cifras, ni por los observadores externos ni por los mercados. Entonces termina echándole la culpa a la información.

P. El candidato José Antonio Kast, de la derecha extrema, ha propuesto un ajuste fiscal de 6.000 millones de dólares en 18 meses. ¿Es viable?

R. No es viable, porque más del 85% del gasto público está fijado por ley. Y, dentro de lo que está fijado por ley, los grandes ítems están asociados a derechos sociales, a políticas que trascienden el horizonte de los gobiernos. Hay que agregar que mientras ellos plantean un recorte de 6.000 millones de dólares, por otro lado su programa involucra un hoyo fiscal de 4.000 millones de dólares anuales.

P. ¿Por qué?

R. Porque entre la reducción del impuesto a primera categoría sin compensación y el llamado Chao préstamo, se van 4.000 millones de dólares al año. Es como si quisiéramos ir de Santiago a Temuco pero partiéramos en dirección a Antofagasta. Hay que ser consciente de cómo se observan estas cosas desde afuera. Hay gobiernos liberales económicamente que han tomado medidas fiscales que involucran desequilibrios importantes y han sido castigados por los mercados. Entonces, yo estaría preocupado de eso.

P. En el caso de ganar Kast, ¿este recorte no lo podrá llevar a cabo o, de concretarlo, desordenará las finanzas públicas?

R. Si uno se guía simplemente por lo que se ha escuchado, es evidente que Kast no sabe cómo recortar los 6.000 millones de dólares.

P. El economista Jorge Desormeaux, marido de Matthei, puso en duda la paz social en un eventual Gobierno de Kast.

R. Ahora que estoy trabajando en este libro, mirando todo ese periodo del estallido social, creo que tenemos que estar conscientes de que muchas expectativas que se generaron en 2019 no se han cumplido. Y si por encima de eso tenemos retroceso en materia social, es difícil anticipar lo que puede ocurrir política y socialmente.

P. Alguna responsabilidad tendrá el actual Gobierno en que haya muchas expectativas ciudadanas sin cumplir.

R. Todos tenemos la obligación de tratar más. Hay muchas cosas que se han impulsado en este periodo, otras que se asumieron en el camino, que no eran parte de la agenda de Gobierno, y otras en las que, desgraciadamente, no se ha podido avanzar lo suficiente.

P. Tras su renuncia a Hacienda, el presidente Boric y el ministro Grau cuestionaron un estudio del Banco Central, que mide el impacto del alza del salario mínimo y la rebaja de la jornada de 40 horas en el empleo. ¿Qué opina?

R. Me llama la atención que un foco de la discusión es si acaso se puede opinar sobre el estudio del Banco Central.

P. ¿Por qué?

R. Fui presidente del Banco Central y durante este periodo muchas veces dije que la política monetaria era algo opinable y que era legítimo que hubiera visiones distintas. Entonces, si la política monetaria es opinable, ¿por qué no lo puede ser un estudio sobre un tema que ni siquiera está en el mandato del Banco Central? ¿Por qué el hecho de que haya opiniones distintas se transforma en un tema de debate?

P. Es decir, le parece normal la intervención del Gobierno.

R. Me parece sano que haya una discusión sobre lo que está ocurriendo en el mercado del trabajo y es bueno que haya estudios que traten de ir más a fondo en el tema, como el del banco, puesto que hay muchas cosas que están ocurriendo simultáneamente e inciden potencialmente sobre el empleo. Entonces, el desafío en esa discusión es entender cuánto peso tiene cada una de ellas.

P. ¿Qué opina del estudio?

R. El estudio sin duda es un aporte importante, pero no tiene por qué ser mirado como una palabra final y definitiva.

P. ¿El alza de salario mínimo y la rebaja de jornada a 40 horas han tenido o no un impacto en la creación de empleo?

R. El aumento del ingreso mínimo y la reducción de la jornada laboral no son ni pesan lo mismo, y la dinámica de ciertos sectores, el cambio tecnológico y la evolución de la fuerza de trabajo son tanto o más importantes.

P. ¿Hay crisis de empleo?

R. Habría crisis de empleo si tuviéramos tasas de desempleo de dos dígitos y si no se estuvieran creando empleos en el país.

P. Chile tiene un problema con el crecimiento hace más de una década. ¿Cómo reimpulsarlo?

R. Con el último dato trimestral que tenemos, que es del segundo trimestre de este año: si uno ve el año completo, o sea, los últimos 12 meses o los últimos cuatro trimestres terminados en junio, la economía crece al 2,8%, si se incluye la minería, y 2,9% para el PIB no minero, es decir, prácticamente un 3%. De cara al futuro Gobierno, probablemente 3% es el piso o el estándar a partir del cual debería construir. La época en que hablamos del 2% o del 1,8% de crecimiento ya ha ido quedando atrás.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.
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