Ricardo Solari: “Hoy las fuerzas progresistas en Chile están desafiadas”
El influyente socialista habla del futuro del Socialismo Democrático tras las elecciones locales, y dice que un legado del Gobierno de Boric debería ser “dejar mejoradas las instituciones” aunque la tarea “no tenga alto rating”
Ricardo Solari (Santiago, 70 años), histórico militante del Partido Socialista (PS), exministro del Trabajo de Ricardo Lagos y parte del círculo más cercano a Michelle Bachelet, dice el progresismo chileno atraviesa por un momento “desafiante”. Lo señala no solo porque en las recientes elecciones locales la derecha tradicional tuvo un avance significativo, sino porque la Administración del presidente Gabriel Boric ha iniciado su última etapa sin poder, hasta ahora, sacar adelante varias de sus reformas clave.
Para el economista, uno de los dirigentes importantes de la izquierda chilena de las últimas décadas, tras los comicios el péndulo se movió, “pero poco”. Y, como lo planteó en una columna en El Mercurio, en un Chile convulsionado, hoy la “única predicción presidencial” es que no es evidente “quién será el rostro”.
Pregunta. Si en 2021 la derecha tuvo su peor resultado en 50 años, ¿qué pasó en 2024 para que avanzara?
Respuesta. Hoy gobiernan quienes ganaron en 2021. Y gobernar se ha hecho un ejercicio tremendamente difícil porque hay desafíos muy grandes. Este un país muy distinto al que era hace cinco años. La delincuencia y la economía determinan el ambiente general de la elección, y quienes gobiernan tienen que dar cuentas frente a una ciudadanía muy exigente que espera resultados, y muchos de ellos son complejos y lentos.
P. Después de estas elecciones, ¿cuál es la situación del Socialismo Democrático?
R. Más allá de eso [el conglomerado Socialismo Democrático], tengo la sensación de que las fuerzas progresistas en Chile están desafiadas en varios niveles, porque deben tener la convicción y la decisión de ser mayoría. Y mayorías sociales y culturales, que conviven con otras minorías. Hoy esa voluntad y vocación que preside el largo camino de la izquierda y del progresismo hasta la Concertación o la Nueva Mayoría, no tiene plan. Es decir, no tiene estrategia.
P. ¿Por qué?
R. Nuestro techo es la unidad, pero eso no es suficiente para sacar adelante un proyecto que haga avanzar. No tenemos mayoría en las dos cámaras; tampoco una mayoría social y cultural. Y ahora se ha dado muy profundamente lo individual y se ha debilitado la vocación de proyectos colectivos. Construir una fuerza de mayoría requiere esta vocación de disputar en función de un interés general El otro eje relevante es que deberíamos pasar del mantra de las reformas a tratar de cerrar los ciclos.
P. Eso está abierto...
R. Llevamos mucho tiempo en esto. ¿Cómo vamos a cerrar lo de las pensiones? ¿Un acuerdo con la oposición o señalar que la oposición no estuvo disponible para acordar [una reforma] en determinados términos que para nosotros son pisos mínimos? Lo digo en relación con todos estos temas: pensiones, CAE, reforma a la salud. Hay varios asuntos que, a estas alturas, se requiere tomar la decisión estratégica de ver el modo en que se resuelve.
P. ¿Realismo con renuncia?
R. O sí, o no. Y llegar a la decisión de que lo que puedes hacer en pensiones es un mínimo porque es a lo que está dispuesta a apoyar la oposición o, simplemente, decir que ‘en esas condiciones, esta reforma no resuelve problemas a nadie’. Puede ser que la oposición no esté dispuesta a darle ningún eventual triunfo al gobierno, y eso el país debería saberlo. Pero no podemos seguir de que todas las semanas esté el relato de que queremos avanzar en esto y en lo otro, porque el tiempo se va acabando. Y, en el caso de que ganen [las presidenciales], la oposición tiene que saber que le conviene mucho más cerrar estos capítulos ahora. Lo mismo en economía, donde hay varios temas pendientes.
P. ¿Qué puede alcanzar a hacer el Gobierno en su último tramo?
R. Entender que, junto con estos temas, dejar mejoradas las instituciones puede ser una gran contribución a su legado histórico. Este Gobierno fue elegido porque iba a hacer transformaciones sociales, pero estos procesos han enfrentado distintos tipos de dificultades y han surgido nuevos desafíos, como el cambio en la criminalidad. Este año hay problema adicional, que rebotó en que una serie de instituciones estén en serias dificultades.
P. Una crisis institucional.
R. Y en distintos niveles. Si el país quiere en el largo plazo progresar, requiere instituciones más fuertes y el Gobierno lo tiene que asumir como una tarea principal y agregarla a su listado, aunque no tenga alto rating. Los países de América Latina pasan muy rápidamente de ser prósperos a ser estados fallidos. Y esto, como nunca, es parte de la agenda progresista y debe estar en el corazón.
P. ¿Qué viene para el Socialismo Democrático?
R. Sin entrar en tensión con la coalición de la cual es parte, creo que ir adelante con un esfuerzo de reorganización del Socialismo Democrático que lo proyecte como una fuerza política más relevante, es muy importante. Ahí hay un gran ejemplo del Frente Amplio, que construyó un partido político por su propia voluntad.
P. ¿Una fórmula como lo fue la Concertación?
R. No sé la orgánica. Pero es importante hacerlo porque se requieren fuerzas políticas robustas y relevantes, que tengan peso y su voz sea escuchada. Seguir un camino de fortalecimiento de nuestra presencia en el debate público por una vía que puede ser instrumental y no necesariamente de disolución de identidades, sino que al revés.
P. ¿Se puede dar casi por hecho, según las encuestas, que el próximo gobierno será de derecha?
R. En los últimos 30 o 60 días, la cantidad de cosas que han pasado en Chile han sido tan descomunales y han movido las aguas de tal manera, que uno ya no puede pensar que las cosas no van a cambiar. Pero tampoco uno puede ser ciego, porque hay una probabilidad no menor de que la oposición llegue a la elección presidencial con ventaja. Sin embargo, no hay que olvidar que en esta misma fecha (en 2020) el presidente Boric marcaba cero puntos en las encuestas y recién en abril (de 2021) empezó a marcar tres. Eso demuestra que aquí puede haber cambios y sorpresas, y eso es parte de la dinámica de la política actual.
P. Bachelet sigue arriba en las encuestas, ¿eso habla de su relevancia o de la falta de nombres en la izquierda?
R. Es una figura de gran peso en el país y por eso está en las encuestas. Ella se ha descartado, porque considera que es crucial tener una proyección de futuro y eso, entre otros muchos aspectos, implica nuevos liderazgos.
P. Se ha restado de volver a ser candidata.
R. Y yo no veo ningún cambio en su postura. Al revés: desde su trabajo, que conozco, ha alentado mucho los liderazgos de los jóvenes alcaldes. No solo Tomás Vodanovic, también Karina Delfino, que es muy cercana a ella.
P. Pero en esos nombres se salta Carolina Tohá, parte de la generación que no ha llegado a la primera línea.
R. Ese es un tema que la historia tendrá que resolver por sí misma. Pero está Claudio Orrego disputando la gobernación metropolitana y Carolina Tohá es la jefa de Gabinete y una figura muy difícil de sustituir en el Gobierno. Es absolutamente fundamental.
P. El caso Monsalve ha golpeado mucho su imagen.
R. El caso Monsalve tiene un efecto sobre Carolina, pero la carrera de una persona con su talento y su capacidad política no está truncada para nada. Lo que pasa es que, en el plano más grande, cuando lo abres, dices: ‘Bueno. Tenemos que hacer un montón de cosas para que, como alternativa, seamos competitivos’. Va más allá de una persona.
P. ¿Cómo se ha vivido al interior del PS la denuncia por violación en contra de Manuel Monsalve?
R. El partido reaccionó bastante rápido a través de su tribunal supremo. Y significó la suspensión de su militancia [y luego la expulsión], lo que pasó horas después de que el hecho fue conocido.
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