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ELECCIONES MUNICIPALES DE CHILE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El efecto polarizante de las primarias: de la tribu al votante medio

Lo poco que sabemos es que en Chile quienes ganan en las elecciones primarias, tienen una relativamente baja electividad en la elección final

elecciones en Chile
Dos mujeres acuden a votar en la elecciones constituyentes en el Estadio Nacional de Santiago, en mayo de 2023.Sofía Yanjarí

Las dos principales coaliciones chilenas (Chile Vamos y el conglomerado oficialista Contigo Chile Mejor) inscribieron, con bombos y platillos, sus respectivas elecciones primarias para dirimir quién será el candidato a alcalde por esos lados de la fuerza en las elecciones locales de octubre próximo. Más allá del bochorno por haber anunciado más primarias que las que fueron finalmente inscritas, todos los partidos, de izquierdas y derechas, presentaron esta puesta en escena de la inscripción de candidaturas como un acto democratizador en sentido fuerte: repitiendo la monserga de la doctrina (irrealista) sobre primarias, el pueblo podrá determinar la oferta de los partidos y coaliciones para la elección municipal.

Pero, ¿de qué pueblo estamos hablando?

Ese es precisamente el quid de este asunto. No es cualquier pueblo el que vota en elecciones primarias que son voluntarias en Chile, a diferencia de las PASO en Argentina (la mayor encuesta del mundo cuando no hay realmente competencia): en este país del fin del mundo, los partidos pueden elegir los lugares en los que harán primarias, solos o junto a otros partidos, para someterse al juicio popular, todo esto bajo la organización de esta joya de la república que es el Servicio Electoral (SERVEL). Lo que nadie dice es que quienes votan en primarias (de partidos o de coaliciones) son quienes forman parte de la fracción más movilizada e ideológica del pueblo: es por esa razón que la literatura especializada sostiene (por ejemplo, el cientista político de la Universidad Católica David Altman, entre varios otros) que, en regla general, quienes ganan en primarias son los candidatos más “extremos” en sus respectivos partidos o coaliciones, por la simple razón que el electorado que vota no es el pueblo general, sino aquella fracción tribal que se moviliza en el momento de constituir la oferta de candidatos. Dicho de otro modo, y en el lenguaje de la ciencia política (desde Anthony Downs en adelante), el votante en elecciones primarias no tiene nada que ver con el votante “medio” o “mediano” (median voter) que sufraga en la elección real.

Esto se traduce en un efecto electoral relevante: si bien no son muchos los candidatos históricamente triunfadores a observar en materia municipal, lo poco que sabemos es que, quienes ganan en las elecciones primarias, tienen una relativamente baja electividad en la elección final. Si de demostraciones efectistas se tratase, la última elección primaria presidencial de la centroderecha sería un perfecto botón de muestra: el candidato independiente Sebastián Sichel ganó holgadamente las elecciones primarias de los partidos de la derecha tradicional, y perdió estrepitosamente en la primera vuelta de la elección presidencial a manos del candidato de derecha dura José Antonio Kast. En 2013, el partido de centroderecha Renovación Nacional inscribió 10 elecciones primarias para dirimir el nombre de quien sería su candidato a diputado en las elecciones de diciembre de dicho año: de los 10 triunfadores en estas primarias, tan solo dos ganaron finalmente la diputación. Estos pocos ejemplos muestran la baja electividad resultante de elecciones primarias legales, y permite hipotetizar -con un rango razonable de plausibilidad- sobre el posible efecto polarizante de candidatos finalmente tribales que no logran superar los límites electorales del partido, permaneciendo a gran distancia del votante medio.

No existe evidencia sobre polarización ideológica de la sociedad chilena. Pero al mismo tiempo, hay evidencia abundante sobre la alta polarización de los diputados (y en menor medida, de los senadores, gracias al tamaño más pequeño de la cámara alta) en Chile. Si bien las elecciones locales son de naturaleza muy distinta, en las comunas de gran tamaño (como por ejemplo en Santiago, Valparaíso y Concepción) tienden a imponerse las lógicas de la política nacional, con sus propias divisiones y cacofonía. En tal sentido, es esperable que candidatos a alcaldes que se originaron en elecciones primarias con baja participación estén más orientados hacia la derrota que a la victoria final, precisamente porque no logran conectar con los intereses y preferencias prácticas del votante medio.

Las elecciones primarias de alcaldes serán una buena oportunidad para confirmar hasta qué punto este mecanismo de selección de candidatos es útil para ganar elecciones, o si no pasa de ser una manera de solucionar problemas políticos entre partidos, sin considerar la electividad. De verificarse la baja electividad de quienes resulten vencedores en las primarias, será una prueba más de desconexión de los partidos con un pueblo esquivo.

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