La Diputación de Barcelona, señora feudal
La administración invierte casi cinco millones anuales para actuar en edificios románicos. Ya ha rehabilitado 182
Si la Diputación de Barcelona viviera en la Edad Media se la podría considerar una gran señora feudal que controla, mantiene y cuida un vasto territorio lleno de elementos patrimoniales que le dan prestigio. Por suerte, los tiempos de señores y vasallos han pasado a la historia y esta administración ha mutado el control férreo en su territorio por un papel de ayuda y acompañamiento a muchos municipios que no podrían hacer frente por si solos a la conservación de su patrimonio. Eso es lo que evidencia la exposición El románico del tiempo de Oliba. Castillos, iglesias y monasterios restaurados por la Diputación de Barcelona, que ha abierto sus puertas en la sede central del organismo (Can Serra, hasta el 17 de mayo) para mostrar los trabajos que se han realizado desde 1914 por el Servei de Patrimoni Arquitectònic Local (SPAL), primera institución de toda España dedicada a la salvaguarda, conservación y restauración del patrimonio monumental.
Y el balance no puede ser más positivo: 182 edificios: 33 castillos, 135 iglesias y 14 monasterios construidos alrededor del año 1000 en los que tuvo un papel importante Oliba de Cerdanya (971-1046), noble, obispo de Vic y abad de monasterios como el de Cuixà y Ripoll, que en este cambio de siglo fue un gran impulsor del románico.
Como el Abad Oliba dedicó tiempo y recursos (a veces con la ayuda de personajes como Ermessenda de Carcasona) a la construcción de edificios por sus dominios —en pleno proceso de feudalización de una zona de frontera entre el reino de Francia y la zona islámica de Al-Ándalus—, la Diputación invierte gran cantidad de medios para conservarlos: este año 4.787.595 euros y desde 2017, en el que puso en marcha un plan de reforma y rehabilitación de edificios monumentales y yacimientos arqueológicos de la provincia: 23,5 millones de euros; algo que choca en este periodo de crisis de recursos para la cultura.
Este martes, Núria Marín, la presidenta de la Diputación, inauguró la muestra en la que puede verse los planos, maquetas, fotografías y piezas originales, de algunos de estos trabajos en edificios como el castillo de Boixadors, de Sant Pere Sallavinera (Anoia), la iglesia de Santa Maria de Matadars, en el Pont de Vilomara i Rocafort (Bages) y el monasterio de Sant Llorenç prop Bagà, en Guardiola de Berguedà (Berguedà).
Unas intervenciones que han permitido conocer la compleja historia y evolución a lo largo de los siglos: añadiendo, quitando o cambiando radicalmente la fisonomía, como explica el arquitecto Joan Closa, uno de los comisarios de la muestra, junto con la documentalista Maria Antònia Carrasco, el historiador del arte David Galí y el infógrafo Jordi Grabau.
La muestra incide en la recuperación del castillo de frontera de Boixadors que junto con la iglesia parroquial de Sant Pere se sitúan en la cumbre de un cerro de la localidad de Sant Pere Sallavinera (Anoia). Documentado en 1014, el edificio contaría entonces con una torre de defensa —con una puerta de acceso situada en alto, para impedir que el enemigo la tomara—, algunas estructuras y la iglesia de Sant Pere. No sería hasta el siglo XIV cuando el recinto se convertiría en un auténtico castillo con una muralla de defensa y dependencias residenciales y de servicio. “Los trabajos arqueológicos han documentado tres puertas diferentes, del siglo XI, XIII y XV”, explica Closa.
Protegido, como todos los castillos españoles, desde 1949, en 1971 sus dueños lo cedieron al Ayuntamiento con la condición de que lo restaurara y le diera uso. Desde entonces, y gracias a intervenciones del SPAL de la Diputación (las últimas terminaron hace unas semanas) se ha recuperado el recinto fortificado, las estructuras del interior y los accesos a la sala principal y a la torre. Este municipio de 150 habitantes cuenta ahora con un centro en el que se explica su historia y la de la comarca.
En cuanto al monasterio de Sant Llorenç de Guardiola, que cuando se consagró en el 983 asistió el propio Oliba niño, ha sido restaurado en dos fases: de 1982 a 1988 se excavó, se restauró la cripta llena de ruinas, el campanario y se rehízo el tejado. Y entre 1996 y 2008 en el que se rehízo el volumen inicial de la iglesia para recuperar el impresionante espacio interior como era en el siglo XV, presidido por una tribuna cripta de la nave central, que le devolvió la monumentalidad que tuvo en el pasado. Después de Barcelona, la muestra se verá, por ahora, en Manresa, Igualada y Berga.
Paradores a la catalana
Una de las curiosidades que permite conocer la exposición es cómo en la década de los setenta hubo la intención por parte de la Diputación que presidía Juan Antonio Samaranch de recuperar el uso de estos edificios para crear una red de paradores a la catalana en los que, aparte de visitarlos, se pudiera comer y dormir en ellos. En el caso del castillo de Boixadors, sería el “Hostal Sant Jordi” como se lee en el proyecto de 1975. Pero no pudo ser.
“No sabemos por qué eta idea no se llevó a cabo”, explica el arquitecto Joan Closa, del SPAL, que ha dirigido los trabajos de restauración de este y de otros muchos edificios de la Diputación. “Quizá fue mejor así, porque las intervenciones se habrían hecho según los criterios del momento, que eran muy diferentes de los de ahora”, prosigue Closa, que asegura que sobre la mesa de su Servicio tiene más de 50 proyectos de intervención, unos comenzados y otros por empezar. “No nos aburrimos”, concluye.
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