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David y Goliat, el gigante derribado por Gloria

La escultura más simbólica de la Villa Olímpica de Barcelona sucumbió a unas rachas de viento de más de 140 kilómetros hora

Alfonso L. Congostrina
 David y Goliat, derribada por el temporal en la Vila Olímpica de Barcelona.
David y Goliat, derribada por el temporal en la Vila Olímpica de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

La borrasca Gloria se llevó por delante, el pasado martes, a la que puede ser la escultura más simbólica de la Villa Olímpica de Barcelona: David y Goliat. Un gigante de metal que, por primera vez desde que se colocó hace 27 años, cayó al suelo vencido por una racha de viento de más de 140 kilómetros por hora. Allí sigue tumbado. Vencido y herido de muerte. Operarios del departamento de patrimonio artístico del Ayuntamiento comenzarán esta semana las labores para que el gigante vuelva a la verticalidad lo antes posible.

El Consistorio no ha fijado una fecha para levantar del suelo la escultura. Lo único que se ha descartado es el traslado de la obra para su restauración. “Es demasiado grande, tendremos que restaurarla en el mismo parque”, advierte una de las encargadas de sanar al gigante. 

David y Goliat, una obra de Antoni Llena, estaba llamada a deslumbrar a los atletas que se instalaron en la Villa Olímpica durante los Juegos. No lo hizo. La escultura llegó con retraso a la cita olímpica y fue inaugurada el 7 de diciembre de 1992 en plena depresión postolímpica. El retraso en la inauguración fue provocado por las dificultades técnicas que comportaban colocar una escultura metálica de varias toneladas, 18 metros de altura, 12 de anchura y 16 de profundidad sujeta sobre tres columnas onduladas. En la ficha del catálogo municipal, redactada por Jaume Fabre, destaca que la careta de metal es gigante “como una gran vela que podía sufrir problemas por la causa del viento”. Esto hizo que los responsables del Ayuntamiento contactaran con el despacho francés de ingenieros Principio Recherche Developement, de Blagnac, para mantener vertical la estructura. Lo consiguieron, pero durante los años siguientes las dificultades técnicas persistieron. Fabre advierte que “ningún ingeniero ha querido apostar nunca a favor de la estabilidad del monumento”.

La acción del viento y la proximidad al mar han oxidado durante años la escultura. En 2005 se realizó una restauración. Desmontaron la escultura para volver a colocarla. Dos años después, en 2007, se realizaron nuevas obras instalando desagües para evitar que se acumulara agua en el interior. “Lo ideal hubiera sido que se hubiera utilizado acero inoxidable desde el principio, pero al no ser así, se debe velar permanentemente por su estabilidad y consistencia a causa de su peculiar diseño”, advierte Fabre.

El pasado mes de octubre se colocó un andamio que rodeó toda la obra. La nueva restauración concluyó el 30 de diciembre y costó 85.000 euros. Se reparó toda la chapa que estaba oxidada, se crearon desagües nuevos y se repintó. 20 días más tarde, la borrasca Gloria azotó, entre otros municipios, la capital catalana. Los vientos chocaron con la torre Mapfre y el Hotel Arts y se colaron, como si se tratara de un embudo, en la zona libre entre las dos torres derribando motocicletas e impactando contra David y Goliat. Las rachas superaron los 140 kilómetros por hora y la profecía de derrumbe se hizo realidad.

La máscara, de 164 metros cuadrados, permanece allí derribada como si se tratara de una escultura de Lenin una vez desaparecido el muro de Berlín. Los técnicos de patrimonio están esperanzados ya que el primer análisis destaca que “solo ha quedado afectado el trozo de máscara que impactó contra el suelo y los pies doblados que se reforzarán de arriba abajo para que no vuelva a caer”.

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