Los premios Nadal y Pla, bajo la sombra alargada de Delibes

Miguel Delibes, con 26 años, estaba de guardia en la redacción de El Norte de Castilla, cuando se enteró de que había ganado el premio Nadal que organizaba el sello Destino. Era el 6 de enero de 1948, la cuarta convocatoria del galardón, y todos salieron ganando: el joven escritor que, con la novela que había acabado justo el verano anterior, La sombra del ciprés es alargada, se convertiría en una de los autores señeros de las letras españolas de posguerra; el premio, porque consolidó un palmarés que durante años fue modélico, y, sobre todo, la editorial, que, con el tiempo, llegó a concentrar en el escritor vallisoletano hasta el 25% de su facturación. Bajo la sombra del centenario del nacimiento de Delibes, el premio Nadal, decano de los que se conceden en España, alcanza esta noche del lunes su 76ª edición en la tradicional gala literaria en el Hotel Palace de Barcelona, donde también se fallará el 52º premio Josep Pla de narrativa en catalán.

Madrid (con 77) y Barcelona (con 20) son las ciudades de donde proceden mayormente las 351 obras presentadas este año al Nadal, cifra que mantiene una ligera tendencia al alza en los últimos tres años (343 en la pasada edición y 322, en 2018). También se ha convertido en una constante de los últimos tiempos la notable presencia de la novela negra como género estrella o como substrato de la trama (el año pasado mismo lo reflejó la obra ganadora, Los crímenes de Alicia, del argentino Guillermo Martínez), así como el predominio de los seudónimos: tres de los cinco finalistas de este año, que aspiran a los 18.000 euros de dotación del premio, concurren bajo ese formato. Es la misma proporción que los del Josep Pla, a cuyos 6.000 euros optan en la presente edición 38 obras, un 20% más que el año pasado (32) y ocho más que en 2018 (30).

A la cena está previsto que asistan este año la consejera de Cultura de la Generalitat, Mariàngela Vilallonga, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, un ámbito de los premios Nadal y Pla que en las dos últimas ediciones ha vivido ausencias institucionales y momentos de incomodidad reflejo de la situación sociopolítica de Cataluña, como el que protagonizó el año pasado el entonces candidato a la alcaldía de Barcelona con el apoyo de Ciudadanos, Manuel Valls, que abandonó la cena antes de tiempo mostrando de manera estentórea su disconformidad por “la demagogia” del escritor Marc Artigau que, tras ser proclamado ganador del Pla con La vigília, hizo referencia en su discurso de agradecimiento a los políticos catalanes presos.