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200 ovejas en peligro de extinción simbolizan la lucha contra el cambio climático

La sociedad Los Apisquillos camina con su rebaño hasta Madrid para reivindicar la vida en el campo

Ovejas de la especie en extinción Rubia del Molar en la trashumancia 'Rebaño por el clima'
Ovejas de la especie en extinción Rubia del Molar en la trashumancia 'Rebaño por el clima'Santi Burgos

200 ovejas de la especie autóctona Rubia del Molar, en peligro de extinción, y 50 de Negra Castellana, pastan a mediodía en los caminos que separan Soto del Real y Colmenar Viejo, al norte de la Comunidad de Madrid. Cuando acaban de comer, Daniel García silba y grita sílabas que ha aprendido del pastor que las cuidaba antes, pero que ya ha hecho suyos. “Cada uno tiene su manera”, explica García. A los dos minutos, las 250 están reunidas mirando a su guía, esperando la señal para continuar el recorrido a Colmenar. El 30 de noviembre salieron de Puebla de la Sierra en una trashumancia, bautizada como “Rebaño por el clima”, que busca acercar el campo a la ciudad y reivindicar la ganadería extensiva (que utilice métodos tradicionales en lugar de la industrialización) como herramienta para frenar el cambio climático. “Defendemos un modelo diferente de consumo: la venta directa, acortar los circuitos de comercialización y que se mantengan las cañadas y las vías pecuarias para el ganado”, asegura el pastor.

El rebaño pertenece a la Sociedad Corporativa Madrileña Los Apisquillos, formada por García y Álvaro Martín, y ha recorrido las vías pecuarias del norte de la Comunidad de Madrid para llegar el pasado 8 de diciembre a Casa de Campo, donde pasarán el invierno. Por concurso del Ayuntamiento, Los Apisquillos, con el apoyo de la asociación Campo Adentro, serán los encargados de pastorear este parque municipal, con el objetivo de controlar el pasto y reducir el riesgo de incendio durante la sequedad del verano. García rehúye de enmarcarse en la ola ecologista (tenían planeada la iniciativa antes de saber que iba a coincidir con la Cumbre del Clima en Madrid), pero sí que se identifica con un movimiento agroecológico que aboga por comprar a productores cercanos y recuperar elementos de lo rural.

"No es sólo nuestro negocio, también es nuestra ideología. La industria extrae materia orgánica sin devolver nada al campo. Tenemos que pensar qué cosas podemos adoptar de nuestro pasado campesino, como la ganadería extensiva", defiende el pastor. Pero los bajos precios que ofrecen las grandes marcas industriales en los supermercados les enfrentan a una competencia tan alta que esta ganadería sobrevive a duras penas: "El negocio va fatal", reconoce García mientra controla a su rebaño. “¡Vient là!”, le grita a su perro Savak, al que le habla en francés. “¡Ves a la dreta!”, le espeta a Chula en catalán. García, procedente de Barcelona, grita a los perros en el idioma en el que se educaron. Los Apisquillos reparten a domicilio: venden el cordero entero por alrededor de 100 euros.

La Cooperativa recibe una subvención de la Comunidad de Madrid por criar una especie en peligro de extinción. García reconoce a algunas de sus ovejas. Señala a la que lidera el grupo: "A esta le tuvimos que dar el biberón", afirma. Trabajar con esta raza, explica García, también responde a un ideal ecologista: "En vez de una raza rústica podríamos tener una mejorada, que nos de más leche y corderos más gordos, pero nos parece importante preservar la biodiversidad que conforma nuestros paisajes". Las ovejas, según explica García, también pueden frenar el cambio climático a través de la prevención de incendios: si un cortafuegos es desbrozado con máquinas (quitar la maleza que pueda arder fácilmente) aguanta seis años hasta que vuelve a crecer el matorral, pero si lo hacen las ovejas, tarda doce. “Cierto apoyo al campo ayudaría a mantener la biomasa, evitar que aumente el matorral y por lo tanto los grandes fuegos”, añade. En los últimos años, ante el aumento de incendios forestales, los pastores defienden la prevención durante todo el año, método que han resumido en un dicho que cita García: “Los incendios se apagan en invierno”.

Por el camino, con la Cuerda Larga de la sierra de Guadarrama y la cárcel de Soto del Real de fondo, le acompaña Julia, pastora madrileña de 25 años. Las manifestaciones que buscan concienciar el cambio climático, explica, le parecen insuficientes. “A mí eso me sabe a poco. Deberíamos ser más humildes y preocuparnos sólo de nuestra comida, tener relaciones más reales, como un hombre de la Prehistoria”, cuenta. También acompaña al grupo Lawrence Sudlow, presidente en Madrid de la oenegé ecologista Amigos de la Tierra. “Tenemos que reducir el consumo de carne, y comerla de mayor calidad, que proceda de ganadería extensiva como esta”, explica. “Apoyamos a otra ‘especie en extinción’, que son los pastores, porque es una profesión que está muriendo”, añade Sudlow.

Los Apisquillos forma parte de Madrid Km Región, una red que organiza visitas a granjas agroecólogicas con el objetivo de que el consumidor conozca el producto de primera mano. García confía en que así, los madrileños consumirán los productos que procedan de la Comunidad: “Así dejaremos de tener la nevera llena de productos anónimos y podremos consumir cordero de Los Apisquillos, verduras de las huertas de Bustarviejo y aceite de Pincelada, en Morata de Tajuña”.

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