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LAURA BORRÀS

El nacionalismo tras una sonrisa

Laura Borràs, portavoz de Junts per Catalunya, investigada por la posible concesión irregular de contratos públicos, procede de la Universidad

Cristian Segura
Laura Borràs, el día de la Constitución del Congreso.
Laura Borràs, el día de la Constitución del Congreso.Ricardo Rubio / Europa Press

El proceso de independencia en Cataluña ha contado con la implicación de académicos de prestigio. Son personas como Laura Borràs (Barcelona, 49 años), la portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, también profesora de Literatura en la Universidad de Barcelona, doctora en Filología románica y alumna del académico y medievalista Martín de Riquer. La profesora Borràs ya escribía en 2011, en el diario El Punt Avui, que Cataluña debía separarse, como hicieron las colonias americanas, de “un Estado que la expolia”.

La sonrisa y una voz suave son dos de las mejores armas comunicativas de Borràs. Las usa en mítines, en entrevistas o en los baños de masas que le obsequian los seguidores de Junts per Catalunya (la diputada no milita en ningún partido). El día que dejó el Departamento de Cultura para saltar al Congreso, en marzo de 2019, publicó en su cuenta de Twitter imágenes suyas sonriendo y abrazando a una funcionaria: “Hoy llegar al despacho de la Consejería de Cultura ha sido emocionante. ¡Ha habido de todo entre lloros, flores, abrazos y gente enfadada porque no quieren que marche y porque dicen que me secuestrarán!”. Borràs dedica estos días su cuenta de Twitter a compartir mensajes de personas que le dan apoyo frente al juez que la investiga por conceder presuntamente de manera irregular contratos por valor de 259.000 euros durante su etapa como directora de la Institución de las Letras Catalanas (ILC). El caso, que colea desde 2018, provocó fricción entre la Generalitat y el Poder Judicial cuando Borràs aseguró en la emisora RAC1 que el consejero de Interior, Miquel Buch, le transmitió información, bajo secreto de sumario, sobre el operativo de los Mossos de Esquadra ordenado por la juez de instrucción Silvia López. La juez retiró a la policía autonómica de la investigación.

Borràs también aplica su sonrisa a lanzar periódicamente mensajes que alimentan el relato del “Estado opresor”, o para clasificar a los catalanes entre demócratas y no demócratas. “Los lazos amarillos representan a la parte de Cataluña que está por los derechos humanos”, dijo Borràs en RNE. También fue una de las firmantes en 2016 del polémico manifiesto Koiné, que exigía que el catalán sea la única lengua oficial en Cataluña. Este documento, suscrito por más de 200 personalidades de la política y la cultura, denunciaba el bilingüismo actual como una estrategia concebida por el franquismo, y tildaba a la inmigración del resto de España como un “instrumento involuntario de colonización lingüística”.

La líder de Junts per Catalunya en Madrid forma parte del grupo de confianza del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, un núcleo que se resiste a descartar la independencia unilateral porque creen que la consulta ilegal del 1-O da suficiente legitimidad para ello. “Nosotros ya hemos hecho el referéndum, el pueblo decidió que quiere la independencia, y mientras no haya uno pactado, debemos trabajar para hacerla efectiva”, advirtió Borràs el pasado octubre en TV3: “España nos trata como una posesión, como a un subalterno”.

Fue el exsocialista Ferran Mascarell como consejero de Cultura quien nombró a Borràs en 2013 al frente de la ILC. Se mantuvo en el cargo hasta 2018, cuando fue cesada tras la intervención de la Generalitat a través del artículo 155 de la Constitución. Borras explicó en TV3 que hizo lo posible para boicotear la supervisión de la Administración catalana: “¿Qué hice cuando era directora general [DE LA ILC]y mi consejero [LLUÍS PUIG]tuvo que irse a exilio por la represión española? ¿Colaboré con ellos? De ninguna manera; es más, hice todo lo que estaba en mis manos para que el 155 no fuera tan efectivo”.

Borràs fue designada en 2018 consejera de Cultura en el Govern de Quim Torra. Una de sus primeras decisiones fue crear un cargo para Puig —hoy residente en Bélgica para evitar ser juzgado en España—: director del “Programa para el desarrollo de proyectos culturales de ámbito internacional”, con un sueldo de 85.000 euros anuales.

La jefa de filas de Junts per Catalunya en el Congreso ha participado en movilizaciones de los Comités de Defensa de la República (CDR); la última fue el pasado 27 de noviembre, para cortar la avenida Meridiana de Barcelona. Borràs se manifestó en septiembre contra la detención de los miembros de los CDR que confesaron haber planificado un asalto al Parlamento catalán y la elaboración de material explosivo. La diputada de Junts per Catalunya también apoya a Tsunami Democràtic y asegura que ha participado en acciones de esta organización anónima. Tsunami Democràtic, investigado por la Audiencia Nacional, es el grupo responsable de la ocupación el 14 de octubre del aeropuerto de El Prat, del cierre de la frontera con Francia en La Jonquera y de la interrupción del tráfico en la autopista AP-7 durante tres días de noviembre. “Tsunami Democràtic somos la gente. Yo también me he movilizado. Es un movimiento que llama a movilizaciones cívicas, pacíficas y democráticas”, explicó Borràs en una entrevista en Cuatro.

Borràs, como muchos otros que dan apoyo a estas acciones, no creció en un entorno de combate callejero y desobediencia civil. Ella misma ha explicado que es hija de una familia de clase media acomodada, que disfrutaba de veraneos en Menorca y de la masía familiar en Sant Cugat del Vallès, donde corría con una moto de trial que le regaló su padre; pudo formarse en el extranjero y estar en primera línea de lo que Mascarell definió durante su mandato como “el mejor momento del catalán en la historia”. Todo esto pertenece al pasado para Borràs, según la cual Cataluña “vive [hoy] una emergencia nacional”. “Necesitamos políticos que quieran entrar en la historia haciendo una aportación significativa a su país, haciendo posible la independencia de Cataluña”, escribió en un artículo premonitorio de 2011.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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