_
_
_
_
_

Las ayudas por el fuego del Ebro siguen sin pagarse tras cuatro meses

Los agricultores afectados solo han visto papeleo y rígidos criterios para acceder a las ayudas.

Vídeo: Gianluca Battista
Marc Rovira

Los agricultores afectados por el incendio de la Ribera d'Ebre, que calcinó 5.000 hectáreas hace más de cuatro meses, siguen esperando las ayudas prometidas para remontar sus cultivos. Aún no han recibido ni un euro. Altos cargos del Govern, incluido el president Quim Torra, visitaron la zona en pleno incendio, mostraron su apoyo a los payeses y conversaron con los alcaldes sobre unas subvenciones que no llegan. Los afectados solo han visto papeleo y rígidos criterios para acceder a las ayudas.

Más información
El incendio forestal en Tarragona, en imágenes
La Cataluña vacía que se quema

Las fuertes rachas de viento ventilan la ladera que separa la Palma d’Ebre de Flix, por un costado, y de Vinebre y la Torre de l'Espanyol, por la otra loma. Ya no se percibe el olor a quemado en este extremo de la Ribera d’Ebre, donde hace cinco meses las llamas ardieron durante 11 días hasta devastar más de 5.000 hectáreas. El mayor fuego de los últimos años en Cataluña calcinó decenas de explotaciones agrícolas de una comarca empobrecida y que, fuera de la chimenea que delata a la maquinaria nuclear de Ascó, tiene en la agricultura su sello de identidad y su tabla de salvación económica.

El fuego que hirió la comarca se dio por extinguido el 7 de julio. Altos cargos de la Generalitat, como el propio president Quim Torra o los consejeros Miquel Buch, Damià Calvet y Teresa Jordà, visitaron la zona y se reunieron con alcaldes y propietarios afectados para brindarles su apoyo. Durante esos encuentros, se aludía al hecho de que desde el Govern se vertebraría un paquete de ayudas para paliar las pérdidas causadas por las llamas.

A comienzos de septiembre, en una visita a la Palma d’Ebre, Teresa Jordà, responsable de Agricultura de la Generalitat, prometía que las ayudas iban a devolver “la capacidad productiva inmediata” a los payeses afectados. Sin embargo, en plena campaña de producción de su excelso aceite, una visita a ese mismo pueblo, de medio millar de habitantes, sirve para comprobar que aquellas promesas siguen sin concretarse.

Marcel Miret fue uno de los principales perjudicados por el incendio. Las llamas le atacaron cinco fincas distintas y perdió la mitad de las 20 hectáreas que cosecha. “Cuando vi los destrozos que había causado el fuego, lo hubiera dejado todo”, reconoce con pesadumbre. Tiene 55 años y trabaja las fincas que heredó de su padre, que no se bajó del tractor hasta los 89 años. “Es un poco vergonzoso lo de las ayudas, aún no hemos visto nada y las últimas promesas que nos hacen son para decir que antes de la primavera habremos cobrado”, manifiesta.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los condicionantes que impone la Generalitat para optar a las subvenciones generan controversia. Los afectados apenas han tenido una semana para tramitar el papeleo, el plazo termina este martes, y el cobro de la ayuda exige que se contrate un seguro para toda la finca durante un mínimo de cinco años, una medida desacostumbrada en la Ribera d’Ebre y que, en algunos casos, puede terminar provocando “que salga más cara la salsa que los caracoles”, resume Ernest Cubells, responsable de Unió de Pagesos y una de las voces de Rebrotem, una iniciativa solidaria para recuperar a la comarca de los estragos del fuego.

La herida profunda de la despoblación

Tras el incendio que afectó a la zona de la Ribera d’Ebre, la consejera de Agricultura, Teresa Jordà, manifestó que el suceso, “una tragedia”, dijo, tenía que ser “una oportunidad” para abrir un debate a fondo sobre el papel del sector agrario en el equilibrio territorial, la lucha contra la despoblación, el abandono de tierras y la gestión forestal.

La realidad, sin embargo, es tozuda, y se impone al discurso. Núria Sas apunta que, de los 90 socios que hay en la cooperativa agrícola de la Palma d’Ebre, solo tres tienen menos de 30 años. En la escuela del pueblo hay apenas una quincena de alumnos.

Marcel Miret es padre de cuatro hijos. Ninguno de ellos va a seguir con la explotación agrícola familiar. El campo no es atractivo. Lo saben los padres y lo saben los hijos. Guillem, el hijo de Mario Sas, solo tiene 10 años pero su padre es categórico cuando se le pregunta si querría que el muchacho le relevara en los olivares: “Ni hablar”.

Mario Sas, otro agricultor afectado por el incendio, hace los números de cabeza. Gestiona 40 hectáreas, tres de las cuales se quemaron. “Si tengo que asegurar toda la explotación me sale a pagar 1.600 euros al año de seguro, como mínimo. Por cinco años son 8.000 euros. Pero es que lo que me dan de ayudas son 1.000 euros por hectárea afectada, es decir, 3.000 euros y ya”, señala. Mario tiene olivos de regadío, por eso calcula las ayudas en 1.000 euros por hectárea, porque en el caso de las explotaciones de secano no se prevé pagar más de 330 euros por hectárea. Núria Sas es la hermana de Mario y ejerce de gerente en la Cooperativa Agraria de la Palma d’Ebre. Apunta que el disgusto por cómo se ha terminado gestionando el tema de las ayudas ha supuesto un nuevo palo para los afectados. "Es como volver a revivir todo lo que sintieron los días del fuego, aquella situación de desamparo", dice.

El Departamento de Agricultura manifiesta que se ha reaccionado con presteza para reparar los daños que causaron las llamas. Informa de que ha asumido la ejecución de las actuaciones urgentes de restauración de los terrenos forestales afectados por el fuego, y que se han retirado árboles, reparado viales y reforzado márgenes en una superficie de 1.200 hectáreas. Los trabajos los realiza Forestal Catalana, una empresa adscrita a Agricultura, y tienen un coste de 2,2 millones de euros que, según la consejería, son asumidos íntegramente por la Generalitat.

Ante las dificultades para acceder a las ayudas públicas que reparen los daños y compensen las inversiones que han sido que hacer los agricultores para paliar los efectos del fuego, iniciativas ciudadanas como las del colectivo Rebrotem suponen un balón de oxigeno. A través de un crowdfunding y de distintas acciones solidarias han logrado recaudar 105.000 euros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_