Tristeza y esperanza
Conocida la sentencia, se abren tiempos nuevos en los que el dialogo debería sustituir el cansino monólogo de quienes pretenden arrogarse en exclusiva la representación de la sociedad catalana.
La primera sensación que me viene a la cabeza al analizar la situación que vive Cataluña es la tristeza. Por razones políticas, sociales, económicas, culturales, incluso sentimentales. Hemos pasado de la revolución dels somriures, del "no hemos lanzado ni un solo papel al suelo", a la tristeza y preocupación que embarga a catalanes y españoles de todos los ámbitos del pensamiento por la situación que se ha creado.
La pregunta es recurrente, pero necesaria: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Se han cometido muchos errores y puede haber responsabilidades compartidas, pero es evidente que los líderes del "procesismo" (algo muy diferente al independentismo como planteamiento ideológico) han alimentado la vía del callejón sin salida. Creo que la mayoría de los actuales líderes deberían abandonar la política por su manifiesta incompetencia.
Conocida la sentencia, se abren tiempos nuevos en los que el dialogo debería sustituir el cansino monólogo de quienes pretenden arrogarse en exclusiva la representación de la sociedad catalana.
Deberemos ponernos de acuerdo sobre qué se quiere hablar y en qué condiciones, pero me permito señalar que el problema, a largo plazo, no tendrá solución hasta que en Cataluña no se tome conciencia plena de que la autodeterminación y la independencia no tienen recorrido. Por la firmeza con que el estado democrático abordará esta cuestión, por la posición que mantendrá Europa y porque la opción independentista y el supuesto anhelo mayoritario de la secesión, no tiene consenso en una Cataluña diversa y plural, no tiene la mayoría que sus líderes presumen. Pocos ciudadanos consideran que el procés terminará con la independencia. Sin darles más valor que ser reflejo de la opinión ciudadana en un momento determinado, las encuestas van repitiendo una y otra vez que la mayoría de catalanes apuesta por reforzar el autogobierno y continuar dentro de España. Así lo señala también el último sondeo de una entidad académica solvente como el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales de Barcelona realizado cuando era conocida la sentencia contra los líderes independentistas
En ese largo plazo será fundamental también la posición del conjunto de la sociedad española y de sus instituciones políticas y sociales, abordando la necesidad de reconocer plenamente la diversidad y pluralidad de España.
Pero ¿qué hacemos en el corto plazo? Creo que todos, desde las diferentes posiciones políticas, sociales, institucionales, deberíamos trabajar por crear un nuevo clima político que desemboque en una propuesta formulada y acordada en el Parlamento de Cataluña que permita satisfacer a una gran mayoría de catalanes.
Para ello y casi como cuestión previa será importante terminar con el actual proceso de banalización de las instituciones catalanas: el Presidente, el Parlament y el Consell Executiu que forman la Generalitat de Catalunya, entroncada directamente con la legitimidad republicana.
A mi entender es evidente que debe abordarse la salida de la cárcel de los políticos presos, de acuerdo con las condiciones que marca la Ley General Penitenciaria, y deben buscarse espacios de consenso en los que sea posible articular la diferencia. En este sentido es fundamental poder garantizar la neutralidad efectiva de todos los medios de comunicación de titularidad pública en Cataluña, comenzando por TV3 y Catalunya Radio que ha de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana.
Pienso también que en la próxima legislatura del Parlamento se debería trabajar para tener una Ley Electoral propia de Cataluña que permita acercar al máximo posible la mayoría social y la mayoría parlamentaria.
Mientras tanto es evidente que hay un campo posible de colaboración en torno a los problemas reales de la ciudadanía. Organizaciones sociales, económicas, educativas y culturales de todo tipo piden a un Govern paralizado que tome medidas efectivas. Comenzar a plantear temas cotidianos es un modo de dialogar.
Mario Romeo, notario, presidente de la plataforma Portes Obertes del Catalanisme
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