El baile de nombres del tribunal de unas oposiciones de canto
La Consejería de Educación no aclara la elección de los cinco componentes del jurado de las oposiciones de canto, repertorio con piano para voz y escena lírica. “La Comunidad no actúa al margen de la normativa”, espeta
Ni el director de la Escuela de Canto ni la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid se declaran responsables del baile de nombres en la confección del tribunal para las oposiciones a la cátedra de canto, de repertorio con piano para voz y escena lírica. ¿Cómo se conformó este tribunal con cinco catedráticos? Según profesores consultados, es un equipo “a medida” del director de la escuela, Julio Alexis Muñoz. Pero este niega haber hecho los nombramientos. Y la consejería matiza: “La Comunidad no actúa al margen de la normativa”, pero no explica cómo se ha confeccionado, a preguntas de este periódico. Este tribunal suspendió a la pianista Cristina Alonso, que denunció no haber sido evaluada equitativamente.
El tribunal debía estar compuesto por cinco titulares y cinco suplentes. Unos puestos son elegidos por el director de Recursos Humanos de la Consejería de Educación y otros se eligen por sorteo.
María Victoria Manso, la presidenta, y los vocales Sara Almazán, Virginia Prieto, Jorge Robaina y Aurelio Viribay fueron elegidos miembros del tribunal titular el 17 de junio pasado para juzgar las oposiciones que comenzaron el 2 de julio. En el tribunal suplente, que según la normativa debe tener al menos el mismo número de miembros que el titular, fueron nombrados el catedrático de piano Antonio Moya como presidente y los vocales Julio Alexis Muñoz, director del centro, María del Carmen Torreblanca, catedrática de francés aplicada al canto, y María Ángeles Triana, de canto. En esa primera composición aparece la primera irregularidad formal: cuatro suplentes frente a cinco titulares.
El meollo de la cuestión se encuentra en los elegidos. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 7 del real decreto 276/2007, “cada tribunal estará constituido por un presidente, designado libremente por la Dirección General de Recursos Humanos de la Consejería de Educación e Investigación”. En este caso, Miguel Zurita, que ostenta ese cargo, eligió como presidenta del tribunal a María Victoria Manso, y a Antonio Moya lo designó como presidente del equipo de suplentes. A los dos nombramientos los ampara la ley.
¿Qué pasó con los vocales?
“Los cuatro vocales son designados por sorteo público entre funcionarios de carrera en activo”, especifica la normativa. “La selección por sorteo de los vocales se hará por orden alfabético”, añade. Es decir, a partir de una letra elegida al azar, el orden de los miembros del tribunal debe seguir un orden alfabético escrupuloso. En este caso, el sorteo realizado el 13 de marzo de 2019 determinó que el orden de los vocales se establecería a partir de las letras Y y E [se eligen dos para evitar empates] para el primer apellido, y la Q y U para el segundo.
De acuerdo con ese principio, los miembros del tribunal tendrían que haber sido Victoria Manso —nombrada por Zurita—, y Sara Almansa, catedrática de canto que ganó las oposiciones por acceso en octubre pasado y comienza a dar clases a partir de este septiembre en la Escuela Superior de Canto de Madrid; y Virginia Prieto, Ana Rodrigo y María Ángeles Triana, las tres también catedráticas de canto y profesoras desde hace años en el centro. Sin embargo, Rodrigo fue trasladada al tribunal suplente de guitarra y Triana pasó del equipo titular a formar parte del suplente. Nadie ha explicado las razones de estos cambios.
Sin embargo, teniendo en cuenta que este tribunal examina de tres especialidades y solo había miembros de canto, la normativa permite cambiar algunos de los miembros para equilibrar la balanza: “Se velará por el principio de especialidad, de acuerdo con el cual la mayoría de sus miembros deberá ser titular de la especialidad objeto del proceso selectivo”, dice la normativa. De esta forma, salieron dos miembros de canto, Rodrigo y Triana, y entraron dos de piano. Ninguno de escena lírica, otra irregularidad.
En su lugar, accedieron al tribunal Jorge Robaina, catedrático de piano, coordinador de actividades del centro y “mano derecha de Muñoz”, según varios profesores, y Aurelio Viribay, también catedrático de piano y vicepresidente de la Asociación de Amigos de la Escuela Superior de Canto, que preside también Julio Alexis Muñoz. Con esta entrada, además, se produce un nuevo salto, ya que alfabéticamente, antes de Viribay, tendría que haber entrado otro profesor, el catedrático de piano Vicente Romaní, ya que la R va por delante que la V. Este acabó de suplente en el de repertorio con piano para instrumentos. Otra irregularidad.
Tras las acusaciones formuladas por la pianista Cristina Alonso Presmanes, que considera que no ha sido examinada equitativamente por ese tribunal, los cinco miembros mandaron una carta a este periódico: “Dicho artículo contiene acusaciones, descalificaciones y falsedades que atentan de manera gratuita contra los miembros de este tribunal nombrados por la administración educativa competente”.
Este periódico preguntó a la Consejería por qué razón Ana Rodrigo, catedrática de canto, con varios discos grabados con Plácido Domingo, acabó de suplente en el tribunal de guitarra y no, al menos, de suplente en el de canto, dado que es su especialidad, donde sí acaba Carmen Torreblanca, que es catedrática de francés y secretaria de la Asociación de Amigos de la Escuela de Canto que preside Julio Alexis Muñoz. Tampoco explicaron por qué se saltan alfabéticamente a Vicente Romaní y lo mandan al tribunal de repertorio con piano para instrumentos.
Una nota sin aclarar
En una carta remitida a este periódico, los cinco miembros del tribunal de canto aseguran que “Cristina Alonso Presmanes no fue calificada con un 1,6” en la prueba que consistía en un recital de media hora a la que se presentó con los cantantes de ópera Roberto Scandiuzzi y Paolo Gavanelli. “Igualmente son falsas otras calificaciones que aparecen en el artículo”, aseguran, aunque no especifican las que supuestamente son correctas. Sin embargo, ella se remite a las bases de la convocatoria para explicar esa calificación. Según esas bases, la primera fase de la oposición estaba dividida en dos partes, la A y la B. Dentro de la parte A —que constaba de tres pruebas diferentes con una nota final sobre 10— el recital supone un 55% de la nota, la impartición de una clase un 35% y el análisis de una partitura un 10%. Alonso vio la calificación total de esas tres pruebas en la Intranet de la Consejería de Educación: un 3,0180. De ahí que ella hiciera el cálculo de las pruebas, ya que el tribunal no le confirmó cada nota. En la parte B, una prueba teórica, sacó un 2,1. Alonso recurrió las notas una vez salieron el pasado jueves, pero en las 24 horas siguientes no le avisaron de ningún cambio, por eso no ha podido presentarse a la segunda parte de la oposición durante esta semana.
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