Inmersión a las entrañas del algoritmo
La forma de expresión envolvente se consolida en el congreso de tecnología y creatividad Sónar+D
El visitante del Sónar tiene acceso directo a una Luna. La sombra de astronauta que uno ve a través de las gafas de realidad virtual es una silueta que va mutando. Se ve más claro mirándose los brazos: en un punto del paseo lunar se vuelven larguísimos, extraterrestres, y luego pasan a ser un collage de los mayores números primos conocidos. Coincidiendo con el 50º aniversario de la llegada del hombre a la Luna, To the moon, de las artistas Laurie Anderson y Hsin-Chien Huang, es una reinterpretación del satélite que evoca el pasado, con un museo de dinosaurios esculpidos con estructuras de secuencias de ADN, y el futuro, en una Luna transformada en un cementerio de residuos tecnológicos y un viaje hacia el abismo.
Sónar+D ve cómo en cada edición del congreso de creatividad y tecnología nacen y se consolidan nuevos formatos. El inmersivo es de estos últimos y se ha ganado un espacio propio. Sin atuendo de realidad virtual también se puede acceder a otros mundos. La cúpula y las expresiones artísticas en el reverso de la semiesfera acompañan a los humanos desde la antigüedad. En el espacio Sonar360º Mediapro, las cúpulas están coloreadas por combinaciones de audio y vídeo, que cada vez cabalgan más juntos tejiendo con fuerza un medio envolvente.
Miles de operaciones matemáticas y accesos a estructuras de datos conforman nuestra actividad internauta diaria. Los tecnólogos japoneses Daito Manabe y Satoshi Horii estrenaron este miércoles Factors, una pieza que, proyectada en una cúpula, arrastra al espectador hacia las entrañas de ese flujo incesante. Manabe ha utilizado algoritmos para modificar ruidos, como “el de una bola cayendo”, según ejemplificó en la presentación. Ha conseguido un sonido de cadencia repetitiva, como las instrucciones informáticas, y Horii ha convertido la música en imagen. Los patrones camaleónicos de líneas, puntos y formas recurrentes recuerdan las ramas de un árbol y conducen al ensimismamiento.
Hacia la percepción del yo más íntimo también nos traslada otro estreno en 360 grados, Perception. Las pocas posibilidades de interacción humana bajo el agua refuerzan la consciencia del sujeto. Estar sumergido incluso puede ser perturbador, como algunas secuencias del trabajo de María S. Leiva, que utiliza como hilo conductor la línea que separa el aire del agua, la “franja invisible donde todo se empieza a distorsionar”. La contraposición de una lancha de refugiados avanzando por encima del medio y una silueta urbana conforman uno de los pasajes. Otros superan el umbral atmosférico y se dirigen hacia el espacio.
"¿Cómo puede saber una partícula que hemos medido las propiedades de otra pese a estar a kilómetros de distancia?”, lanzó al aire la física cuántica de IBM HollyCummins en una de las charlas. “Es muy raro”, respondió y añadió: “Los artistas nos tienen que ayudar a entenderlo”. Es otra línea de la expresión humana que Sonar+D pone sobre la mesa. “Hay problemas que un computador tradicional no podrá resolver nunca y serán fáciles para el ordenador cuántico”, argumentó Artur García Sáez, físico e ingeniero del Barcelona Supercomputing Center.
Libby Heaney era la única artista en el debate. Profesora de la londinense Royal College of Art, destacó la importancia de especular sobre el impacto social y político de ordenadores del futuro basados en los principios de las nanopartículas. Si el magnate de Tesla Elon Musk intenta conectar al humano al ordenador con microchips en el cerebro, Heaney lideró el año pasado un proyecto artístico, Quantum Fake, con similitudes. Con implantes imaginarios pensó en cómo sería tener la habilidad de buscar información en el subconsciente –una especie de Google de uno mismo– y ver la información representada con "sorprendentes imágenes inéditas” en una pantalla.
Desde lejos no está claro si se puede entrar dentro. No es posible. Es una pantalla de leds de tres dimensiones. “Cada luz funciona como una neurona, traduce los pulsos eléctricos en una acción”, detalla Danilo Grande, de la compañía LedPulse. Dentro bailan siluetas humanas de tamaño real. El artilugio está diseñado para trabajar con el software que utilizan los disyoqueis y puede utilizar cámaras 3D que captan movimientos de personas en tiempo real. El responsable de la sesión puede arrastrar a la audiencia dentro del gran cubículo.
“Muchos nos dicen que Sonar+D es el espacio de los raveros con doctorado”, detalla una de las responsables del tour de prensa, Doris Obermair. Otra definición: el backstage tecnológico del festival. En ese caso, con un desfase temporal: lo que se ve en el congreso de hoy es el futuro de la tecnología que sube a los escenarios. Y más allá de los días que se celebra, Sónar+D busca crear industria en Barcelona. Uno de los anuncios más esperados será la colaboración del festival con el Mobile World Congress, cuyos detalles se conocerán el viernes.
El secreto de los videoclips de Rosalía
Celebrado un mes más tarde de lo habitual, Sónar+D quiere potenciar este año el congreso como una escuela de verano. Más de 200 expertos compartirán su conocimiento con los 5.000 profesionales acreditados al congreso. Uno de los talleres lo impartirá el estudio audiovisual Canada, que ha producido los videoclips de Rosalía. Durante la sesión, se desgranarán los detalles de conceptualización de los audiovisuales de Malamente y Pienso en tu mirá.
"Somos como unos traductores que decimos a las empresas como de importante es tener artistas para resaltar lo bello y lo poético", comenta Doris Obermair, de la organización. 2.100 compañías están presentes en Sónar+D. Un par de ejemplos: Seat apoya el programa de las clases magistrales y Meliá un proyecto de imágenes de inteligencia artificial del artista Memo Akten.
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