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Un español, recluido seis días en un CIE de Malasia por un problema con el visado

El catalán Pol Roca denuncia su encarcelamiento injusto y en condiciones deplorables en Malasia

Cristian Segura

Pol Roca solo tenía que pasar 24 horas en Malasia. Roca trabaja para WCS, una compañía japonesa que organiza eventos de cosplay, la afición de disfrazarse de héroes del cómic. Viajó el 30 de junio a Kuala Lumpur para ser juez en un campeonato de cosplay. Agentes de inmigración se personaron en el certamen para llevárselo detenido junto a otros miembros extranjeros del jurado. El pasado 5 de julio, tras seis días encarcelado, Roca fue deportado a Japón.

Mujeres retenidas en el centro de detención de inmigrantes de Semenyih, en Malasia.
Mujeres retenidas en el centro de detención de inmigrantes de Semenyih, en Malasia.Amnesty International

Roca y tres colaboradoras japonesas de WCS fueron acusados de entrar en el país con un visado de turista y no con un permiso de trabajo específico para actividades artísticas. Roca compartió la primera noche esposado y atado a una cadena junto a otros doce extranjeros, en una celda de 30 metros cuadrados, según su relato. Al siguiente día fueron transportados al Centro de Detención de Inmigrantes de Semenyih. Allí pasarían cinco días en condiciones deplorables de higiene, de sanidad y sufriendo maltratos. Roca estuvo internado en un espacio de 500 metros cuadrados de espacio que compartían unas 240 personas. Su uniforme, explica,consistía en unos harapos que le cubrían el cuerpo a modo de saco; su cama era un tablón de madera sobre el cemento. Para cada salida fuera del módulo era esposado. Cuatro veces al día, los internos debían formar durante media hora en cuclillas o arrodillados; mientra formaban, debían dar las gracias a los guardias gritando consignas previamente enseñadas por la administración del centro.

“El dolor en el cuerpo duraba todo el día, por la noche ni podías dormir”, dice Roca. Añade que él no fue agredido pero que la violencia de los guardias era recurrente, además de proferir constantes insultos racistas y homófobos. Roca afirma que no podrá olvidar el primer día en Semenyih: pasó la jornada en una jaula, esposado en una cadena junto a personas procedentes de países del Sureste asiático con heridas en un avanzado estado de infección. También había padres con niños. Uno de sus peores recuerdos fue cuando le obligaron a desnudarse y flexionar las piernas durante un largo tiempo para confirmar que no escondía nada en el recto. Roca no olvida el sonido seco del impacto de la fusta de unos de los guardias sobre algunos de los internos mientras realizaban la inspección. Los utensilios de la comida se aclaraban en dos baldes comunitarios y se volvían a usar. Cucarachas y ratas convivían con los internos. Una de las tres japonesas internadas en Semenyih ha publicado un texto en Facebook que coincide con el relato de Roca: “Durante la detención estuvimos en una prisión sucia, frecuentemente esposadas, en un espacio sobresaturado con 200 personas. Había mosquitos, cucarachas, ratas, tuvimos una alimentación y bebidas en mal estado, sin cama ni derechos humanos”.

Roca explica que fue acogido por un grupo de nigerianos y migrantes de Oriente Medio. “Al final me hice famoso en el módulo”, comenta este catalán de 39 años, traductor de formación y originario de Sant Boi de Llobregat: “Era el único europeo. Me saludaban y me decían «¡España! ¡Barcelona!¡Messi!». La embajada española le visitó en tres ocasiones. El segundo de la jefatura de la embajada, Luis Cacho, explica que Roca “ha sobrellevado la situación por su entereza, temple y sentido del humor”. La embajada, a través de la Oficina de Información Diplomática (OID), ha comunicado que “si bien el Señor Roca ha recibido un trato correcto por parte de los responsables del centro, las condiciones de detención han sido duras, en especial en lo que concierne a las condiciones higiénico-sanitarias”.

La OID informa que la ley malaya permite un periodo máximo de detención de catorce días mientras dura la investigación. El caso de Roca ha tenido otros precedentes en 2019: el pasado marzo fueron detenidos once participantes extranjeros de otro evento de cosplay. El 21 de junio fue arrestada la cantante estadounidense Maggie Lindemann por el mismo problema con los visados. Los socios locales de WSC, Geek Summit, han asegurado que habían estado previamente en contacto con las autoridades malayas y que estas les garantizaron que para la tarea que iban a desempeñar, un visado de turismo era suficiente.

La economía malaya es un imán para inmigrantes del Sudeste asiático y de países de mayoría musulmana. Michael Flynn, director de la ONG Global Detention Project, explica a EL PAÍS que desde 2018 ha habido mejoras en lo que concierne al internamiento de menores, aunque añade que “persisten graves problemas”: “Algunos de estos centros de detención se encuentran entre los peores de la región y del mundo. Las agresiones y maltratos de los guardias son frecuentes, así como la falta de servicios médicos, de alimentación adecuada o camas.”

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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