Madrid Central, primera gran movilización contra el alcalde Almeida tras solo dos semanas en el cargo
Decenas de miles de madrileños salen a la calle para protestar contra la intención de las derechas y la ultraderecha de paralizar la zona de bajas emisiones
Decenas de miles de personas protestaron este sábado contra la paralización de Madrid Central. También contra el alcalde Almeida (PP). A la queja por la zona de bajas emisiones, instaurada por la exalcaldesa Manuela Carmena, se unieron otros afectados por las primeras decisiones del Ayuntamiento, gobernado por PP y Cs con el apoyo de la ultraderecha de Vox. La marcha, convocada por la Plataforma en defensa de Madrid Central, congregó a 60.000 personas, según la organización —10.000, dijo la Policía Nacional—. Frente al Ayuntamiento, dos jóvenes leyeron un manifiesto: “Si nos planteamos cuántos carriles dedicamos a los coches y cuántos a las personas, la conclusión es que debemos cambiar de hábitos”.
Ni los más de 40 grados que marcaban los termómetros, ni el arranque de las vacaciones de verano, ni la pereza han podido con Madrid Central (MC). Decenas de miles de personas —10.000, según la policía; 60.000 según los organizadores— desafiaron a la ola de calor para defender la zona de bajas emisiones (ZBE) de la capital. “Estamos eufóricos viendo la cantidad gente que se ha lanzado con más de 40 grados para defender Madrid Central. Una contundente respuesta a esta decisión inaudita del Ayuntamiento de acabar con una medida que funciona y de paso arrasar las Áreas de Prioridad Residencial que llevan 15 años funcionando”, explicaba Adrián Fernández responsable de movilidad Greenpeace.
“Aparte de la salud, el lunes la ciudad puede ser un caos”, agregaba el representante de la organización ecologista, que, como otras 70 de diferentes ámbitos (la FRAVM; Fridays for Future o la FAPA Giner de los Ríos), es parte de la Plataforma en defensa de Madrid Central, que se formó hace menos de una semana, después de que el alcalde anunciara la moratoria de multas en Madrid Central.
La paralización de facto de la ZBE —que comienza el 1 de julio y en principio durará tres meses— ha prendido la mecha de la movilización contra el nuevo Ayuntamiento. Un hecho inaudito en Madrid: nunca un alcalde había sufrido una protesta tan multitudinaria a las dos semanas de hacerse con el bastón de mando. José Luis Martínez-Almeida, del Partido Popular, dirige Cibeles desde el 15 de junio, cuando consiguió el apoyo de Ciudadanos, partido con el que cogobierna, y de la ultraderecha de Vox, cuyos votos son indispensables para que las derechas sumen mayoría. “Al trío de Colón, le va la polución”, coreaban los manifestantes.
“El gobierno tiene que rectificar”, recomendaba Inés Sabanés, edil de Más Madrid y delegada de Medioambiente en el Gobierno de Carmena. De hecho, Sabanés fue la impulsora de Madrid Central. “Ha sido espectacular. Me ha emocionado”, reconocía la exdelegada al ver el volumen de personas que se concentraron ayer entre Callao y Cibeles. “Los madrileños se han apropiado de la medida porque han visto que ha sido buena para ellos y por eso han reaccionado”, continuaba Sabanés. Para el socialista Pepu Hernández, “queda clara la ignorancia de quienes quieren revertir la medida; los ciudadanos piensan que quitarla es irresponsable”. Por el volumen de manifestantes, esos ciudadanos son muchos. Y ayer exhibieron músculo.
La Plataforma en defensa de Madrid Central ha ido sumando rápidamente apoyos. Si en Change.org recogieron más de 200.000 firmas; al manifiesto se adhirieron más de un centenar de celebrities —como Penélope Cruz, El gran Wyoming, Christina Rosenvinge, Elvira Lindo, o Antonio Resines—. “No hay una razón de peso para paralizar la medida”, decía Javier Bardem en la Cadena SER. “Esto tienen un nombre: revanchismo político”, añadía la portavoz de Más Madrid, Marta Higueras, a escasos metros de la cabecera de la manifestación.
Aunque la protesta era por Madrid Central, a la convocatoria se unieron otros damnificados por las decisiones del Ayuntamiento de las derechas. En las últimas dos semanas, Cibeles ha anunciado el cierre de la Oficina de Derechos Humanos y Memoria; apagado de los semáforos de la A-5; retirado las pancartas feministas y de apoyo a los refugiados; cancelado la proyección de un documental en el Campo de Cebada; o cerrado el espacio vecinal La Gasolinera. “Quiere abrir Madrid Central a los coches y cerrar los espacios vecinales. Esto deja clara la prioridad del nuevo Ayuntamiento”, lamentaba desde la manifestación de Madrid Central Paúl Sáez, de 52 años, vecino del distrito Salamanca, y asiduo a La Gasolinera.
Vox pide una rojigualda
El Ayuntamiento también ha molestado al colectivo LGTBIQ. Por un lado, con la censura de parte de una campaña del Orgullo (concretamente de los mensajes más reivindicativos). Por otro, con el movimiento de la bandera arcoíris del lugar que ha ocupado estos años: ese sitio fue ocupado el pasado jueves por una bandera de España que Vox había pedido instalar al alcalde Almeida a comienzos de semana en un mensaje en Twitter. Desde el Consistorio no encuentran ninguna conexión con ambos hechos.
“Desplazar la bandera del Orgullo es una falta de respeto hacia el movimiento LGTBI. Les importamos tres narices; la han puesto para cumplir el expediente. Además, usan la bandera nacional como arma arrojadiza contra un colectivo”, se quejaba Clara López, de 39 años, que fue a la manifestación de MC con un pañuelo arcoíris al cuello.
Para Yetta Aguado, portavoz de la Plataforma, “puede que se hayan unido otras sensibilidades a la convocatoria, pero nuestra movilización era clara: en defensa de Madrid Central. Y ha sido un éxito rotundo”. “Pensamos que MC es una medida de calado pero no solo por la contaminación sino también por el modelo de ciudad que propone”, agregaba Aguado. Considera que el triunfo de la concentración ha sido principalmente porque Madrid Central funciona. “Los datos de polución de mayo son históricos [14 de las 24 estaciones de la capital registraron ese mes los niveles más bajos de óxidos de nitrógeno en una década] y los de junio apuntan en esa dirección”, explicaba Aguado, “pero además, la ciudad se vuelve más amable. La defensa de la medida es clara”.
La Plataforma de defensa de Madrid Central considera que tras la muestra de fuerza de ayer, “el Ayuntamiento debería parar la moratoria”: “Es lo que pedíamos hoy y es algo que, como ha quedado demostrado, comparte mucha gente”. El colectivo ha pedido audiencia al alcalde, pero tienen claro que no piensan abandonar las calles.
Mañana, primer día de la moratoria de multas por acceder a la zona de bajas emisiones, van a estar en las cinco entradas a Madrid Central para organizar “piquetes informativos”: “Ante la irresponsabilidad del equipo de Gobierno municipal, vamos a apelar a la responsabilidad de la ciudadanía”.
Imaginación contra la polución
Los madrileños que acudieron ayer a la manifestación convocada por la Plataforma en defensa de Madrid Central tiraron de ingenio para reprochar al alcalde Almeida (PP) su intención de paralizar mañana la zona de bajas emisiones. “Pensamos diferente, respiramos igual”, se leía en una de ellas con dos muñecos, uno de color azul y otro verde, pero ambos con los pulmones limpios.
La preocupación por la salud, más allá de ideologías concretas, protagonizaron varios carteles: “Qué alcalde es este que nos quiere enfermos”. La imagen de un niño con un respirador emulaba los mensajes de las cajetillas de tabaco en otra pancarta. “El humo de tu coche produce asma infantil”, advertía. Solo faltaba añadir que era una advertencia de las autoridades sanitarias (que lo es).
Muchos iban con mascarillas, pero algunos preveían un futuro donde estas se transformaran en un complemento más, e incluso convertirse en tendencia, en caso de que la zona de bajas emisiones termine desapareciendo de la capital. “Moda 2030” avisaba el cartel que llevaba una manifestante y en el que aparecía una modelo y ataviada con una mascarilla. El último grito.
“Tío Pepito [en referencia a Almeida pues sus sobrinas le llaman así], ¿pagarás de tu bolsillo la multa de la Unión Europea?”, se preguntaba un hombre que llevaba una pancarta amarilla que cubría todo su cuerpo. Le acompañaba una mujer con gorro de paja —“Para el calor, que casi no se puede estar”, aclaraba— y en silla de ruedas. También tenía un mensaje para el alcalde: “No al cierre de Madrid Central. Tío Pepito, ¡es nuestra salud!”.
La originalidad no solo ha aparecido en pancartas y cánticos (“¡No hay fachada para tanto facha!”). Si Alberto llevaba su bicicleta y la alzaba como una pancarta más; Thomas, originario de Holanda, pero que reside en Madrid, iba exhibiendo una planta. “El Gobierno de Carmena apostaba por un Madrid; veremos este nuevo Ayuntamiento”, apuntaba el ciclista. “Creo que es muy mala idea quitar MC”, decía el holandés, “a algunos les falta conciencia ambiental”
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