Renau y los demás
Fondos del IVAM se exponen en Barcelona en dos exposiciones, una de ellas monográfica de este artista con un amplio legado que incluye también el cine
Parece mentira que el legado de Josep Renau (Valencia, 1907-Berlín Este, 1982) esté todavía por descubrir para el gran público y que incluso aficionados bien documentados en las etapas del arte del siglo XX lo desconozcan o no tengan una noción general de su amplia trayectoria. Cartelista, pintor, fotomontador, muralista y, descubrimos, también cineasta. Y un activista de envergadura: uno de los fundadores de la Unión de Escritores y Artistas Proletarios, presidente del patronato de las Misiones Pedagógicas, director general de Bellas Artes del gobierno republicano responsable del traslado del Prado durante la guerra a Valencia y Ginebra, comisionado que encargó a Picasso el Guernica y uno de los responsables del pabellón español en la exposición internacional de 1937 en París, por no hablar más que de aquellos años. Por suerte, los fondos del IVAM están viajando y ahora mismo tenemos en Barcelona dos exposiciones en las que está Renau. Una es monográfica, en el Born; la otra, en CaixaForum, le reúne junto a los grandes nombres de las vanguardias históricas entre 1914 y 1945.
Pero hay más, y eso sucede esta semana en Madrid, en el Reina Sofía. Hasta este viernes se pueden ver allí sus películas, en el museo que custodia el enorme lienzo picassiano que Renau encargó. Fueron realizadas en el exilio, primero en México y luego en la Alemania comunista, la RDA, a donde se trasladó en 1958 tras una etapa de trabajos comerciales que no le satisfacían. Renau no fue en este sentido como Buñuel, que encontró en México la manera de superar trabajos alimenticios hasta lograr hacer en 1950 Los olvidados y a partir de ahí seguir con su obra personal. Renau fue siempre un activista cultural, un comunista convencido, de puño cerrado que quería estampar ante el público con imágenes elocuentes de crítica al capitalismo. No puedo ver sus films esta semana, roguemos a la Filmoteca o a quien sea que nos los enseñe, y a quien sea que se ocupe del legado Renau que los edite y difunda.
La muestra de Caixaforum le incluye junto a los grandes nombres de las vanguardias históricas entre 1914 y 1945
En el Reina, los curadores de este breve ciclo cinematográfico de Renau (¿por qué tan pocos días?) han subrayado lo que cabe esperar cuando un artista visual hace cine: en sus películas se fusionan todas sus facetas. Así por ejemplo en sus alemanes Dibujos de actualidad, en los que se le ve dibujando sobre un cristal mientras comenta la noticia que su trazo subraya. Picasso hizo lo mismo con el director Clouzot en 1956 y, como cuentan quienes han visto lo del valenciano, si ver al pintor en pantalla creando es hipnótico, no lo es menos ver a Renau el combativo, un tipo que no se amilanó probablemente nunca por lo que cuentan quienes le conocieron. En el camino quedó su Poema de Lenin (Petrograd 1917), ambicioso filme gráfico que por desavenencias con el director de la televisión alemana Renau abandonó en 1961.
En México había iniciado su fabulosa serie de fotomontajes The American Way of Life, que dió por terminada en Berlín Este en 1966. Es su obra más divulgada, por la edición que Gustavo Gili publicó en 1977 y, más recientemente, por la atinada exposición que el IVAM le dedicó en diálogo con los fotomontajes de la artista norteamericana feminista Martha Rosler, Tristes armas, hace cuatro años. Esperemos que el museo le reúna también pronto, de forma bien específica, con los pop valencianos que no son del todo comprensibles sin Renau: los equipos Crónica, Realidad, Estampa Popular. No surgieron de la nada ni de seguir al pop norteamericano, y por algo fue el País Valenciano donde más intenso y crítico fue el pop hispánico. Por Renau.
Fue el responsable del traslado a Valencia y Ginebra de las obras del Prado durante la Guerra Civil
Tras la muerte del dictador, volvió. Intentó montar un taller en Manises pero no lo logró. Encontró interlocutores, eso sí, en Joan Fuster y en Vicent Andrés Estellés, también se vio con Joan Miró. Dio sobre todo conferencias sobre su etapa republicana para salvar el patrimonio cultural y sobre su obra. Pero terminó regresando a Berlín, donde murió en 1982 sin ver la caída del Muro y donde está enterrado, en el Cementerio Antifascista.
A la espera de ver sus films, en Barcelona dos citas con él. En el Born, una retrospectiva de su obra plástica reúne unas cien obras, la mayor expo de Renau en Cataluña hasta hoy. En la falda de Montjuïc, en CaixaForum, lo vemos acompañado de sus pares, los demás, esos grandes nombres que a menudo veneramos sin reconocer en cambio a artistas más que notables que no han tenido los defensores e historiadores necesarios para colocarlos en el canon. Hasta ahora, por suerte para Renau y los demás.
Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF
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