Ya trinan los canarios del PP
Los descontentos con Isabel Bonig son los excluidos de las listas, los aspirantes a sustituirla y los que piensan que una mujer sin medidas brasileñas no puede ser líder
Por su especial sensibilidad al metano y al monóxido de carbono, los canarios eran empleados antiguamente -hasta 1986- en las minas. El repentino silencio de su alegre e incesante canto alertaba a los mineros de la necesidad de evacuar la galería antes de que el aire contaminado o la falta de oxígeno provocasen mayores desgracias.
Los partidos políticos tienen sus propios canarios; la diferencia estriba en que estos permanecen callados en tiempos de bonanza y elevan sus trinos cuando las cosas se tuercen. Sus cantos testimonian el mar de fondo que empieza a rugir entre las filas de la organización.
El PP valenciano está lleno de ellos. De canarios. La cuádruple derrota electoral sufrida por la formación que lidera Isabel Bonig -generales, autonómicas, municipales y europeas- ha dado alas -ya que hablamos de pájaros- a la legión de descontentos que nunca aceptaron a Isabel Bonig como principal referente del partido. Nutren las filas de esa caterva desde los damnificados por no haber sido beneficiados con la inclusión en alguna reciente candidatura, pasando por los que aspiran a sustituirla, hasta aquellos que, todavía hoy, consideran que un hombre con físico decrépito y crepuscular puede ser líder, pero una mujer ajena a unas medidas brasileñas y sin rostro de modelo, no. ¿Creen que frivolizo? Si yo les contase… También es cierto que la dictadura estética ya alcanza a todos: recién descubrí que François Mitterrand rebajó los colmillos de su dentadura para restarle ferocidad a su expresión.
La cuestión es que se ha abierto la veda contra Bonig y los canarios alzan el canto para reclamar su sustitución por la vía congresual. Como estaba previsto y aquí adelantamos.
Isabel Bonig tiene a su favor dos cosas. La primera, haber sido elegida presidenta del PP valenciano en 2017 con un respaldo del 94% de los votos. La segunda, un PP nacional, con Pablo Casado al frente, que a duras penas ha logrado mantener la dignidad en el ciclo electoral que clausuramos el pasado domingo. Mucho tendrán que esforzarse los que pergeñan argumentarios en Génova, 13, sede nacional del PP, para justificar la necesidad de un relevo en la Comunidad Valenciana y, en paralelo, la continuidad de Casado.
Otrosí les digo: tomada la decisión, no les temblará el pulso. El presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juanma Moreno, iba a ser sacrificado al día siguiente de las elecciones andaluzas del pasado 2 de diciembre. Erradas todas las encuestas, al hombre le salvó el cuello poder firmar un acuerdo de gobierno con Cs y Vox. Bonig aspiraba a reeditar en la Comunidad Valenciana el pacto a la andaluza. Las urnas han demostrado que lo ocurrido en el Sur fue una excepción.
Mientras los dirigentes nacionales del PP deciden si mantener el pulgar en posición erecta o hacia abajo en relación con Bonig, la alcaldable fallida, María José Catalá, calienta en la banda bien posicionada: concejal y diputada autonómica. Y apadrinada por Teodoro García Egea, secretario general del PP.
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