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Enganchados a la telenovela del ‘procés’

Retrato de ciudadanos que siguen con pasión las sesiones del juicio a los líderes independentistas

Jesús García Bueno

Emilio Orduña, que no había visto un juicio en su vida, se enganchó al del procés por los ancestrales ritos del procedimiento penal (la ley que los regula es de 1881). “Esa formalidad, que todo tenga que seguir unas reglas, la minuciosidad de Marchena... Me tiene fascinado. Nada que ver con un debate en el Parlament o una tertulia”. Orduña, arquitecto de 41 años, es una de esas personas que sigue las desventuras de los 12 líderes independentistas procesados en el Tribunal Supremo como quien sigue la última serie de Netflix.

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Preguntas y respuestas sobre el caso
In English: Trial of Catalan separatist leaders

Como en la ficción televisiva, en el juicio del procés hay cliffhangers -recurso narrativo que consiste en dejar a uno de los personajes en situación extrema al final del capítulo para generar expectación, como en el juicio la declaración que se queda a medias por una pausa para comer-; giros de guion -“me encantó el mosso Castellví, cuando dijo que advirtió a los políticos sobre el 1-O”-, y evolución de los personajes, cuyas expectativas varían con cada nuevo testigo. De lo visto hasta ahora, Orduña se queda con dos momentos: “Me alucinó que Zoido y Rajoy no supieran nada, como si los operativos policiales se montaran solos. Y me provocó un cortocircuito lo de los proveedores que renuncian a cobrar. O es un favor a cambio de otro o eso en el mundo real no pasa”.

Cuando está en casa, sigue la retransmisión en directo del canal 24 horas de TVE. En el trabajo, se pone los cascos y se une a la señal de streaming de la web del Poder Judicial, que nunca antes conoció tanta gloria: en el primer mes, ha cosechado más de 307.000 accesos. La primera sesión, la del 12 de febrero -donde se abordaron las tediosas y barrocas “cuestiones previas”- fue la que acaparó más atención, seguida de la declaración del coordinador del dispositivo del 1-O, el coronel Diego Pérez de los Cobos, que arremetió con virulencia contra los Mossos.

Orduña sabe que es una rara avis. “Soy el único de la oficina que tiene de fondo el juicio del procés” y no, por ejemplo, Spotify. Pero no solo por eso. Es un madrileño siguiendo desde Madrid un juicio histórico que, por razones obvias, goza de mayor atención mediática y seguimiento popular en Cataluña. Mònica Ramírez es una de las ciudadanas-telespectadoras que no se pierde ni una sesión-capítulo. “Estoy enganchada desde el primer día. Con tantas semanas, para mí ya es una telenovela, con sus personajes... Y además es muy divertido”.

Autónoma de 56 años, Ramírez es una fan. Incluso acompasa sus tareas cotidianas a los ritmos del juicio. “Cuando Marchena ordena el receso de siempre a mediodía, aprovecho para salir a comprar”. Como momento cumbre de la trama, se queda con las declaraciones de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, líderes sociales del independentismo. Neófita en la visión de juicios, se siente también fascinada por el componente ritual. “La puesta en escena, las formalidades... Hay un simbolismo brutal. Me parece raro que un testigo deba decir si está casado o soltero. O que solo haya una mujer juez y seis hombres”.

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Ramírez sigue el grueso de la vista oral por el canal de noticias 3/24, de la televisión pública catalana, que lo emite en su integridad en directo. También asegura que ve “todas las tertulias” de TV-3. Las audiencias del ente público catalán muestran cómo la Causa especial 20907/2017 goza de cierto seguimiento. Según las estadísticas remitidas el domingo a este diario, la barra de audiencias crece cuando hay juicio (por lo general, de martes a jueves): el número de usuarios únicos de vídeo en directo es superior a 100.000, mientras que otras jornadas se queda a la mitad. En el caso del canal de noticias 3/24, la cuota de pantalla se aúpa hasta el 5% en días de juicio, mientras que cuando no hay cae al 2% o menos.

El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Jesús Barrientos, celebra la emisión en directo del juicio del procés. Y también que haya ciudadanos que se aproximen, a veces por primera vez, a conocer de cerca lo que es un procedimiento penal. “Si sirve para aumentar el conocimiento de la justicia y para que la gente se familiarice con el lenguaje jurídico, siempre es positivo”, explica Barrientos.

Justicia "capciosa" y "protocolaria"

Pero conocer no siempre significa apreciar. A Lluc Girós, 41 años, la justicia le parece "casposa". "Pensaba que era algo más moderno. Que no puedan enseñar los vídeos en el mismo momento y ante mentiras flagrantes me parece mal", dice Girós, que sigue la vista desde París atento a cada movimiento, "como si fuera un partido de tenis". Admite, en cambio, que si al principio pensaba que la sentencia (condenatoria) contra los líderes independentistas estaba escrita de antemano, ahora lo duda. "Marchena va tomando nota de todo, quizás entra en razón. A mí también me sirve para saber mejor qué pasó, porque tienes la voz de todos".

Sara Tuos dice que tiene un trabajo monótono. Es estadística. "Analizo datos y voy escuchando el juicio por el streaming del diario Ara". Parte de una visión militante -"estoy muy motivada con el tema"- y señala también su sorpresa por el funcionamiento de la justicia. "Todos los papeles ahí detrás, todo tan protocolario: 'con la venia del excelentísimo señor..." Sara se queda con las declaraciones de los acusados y con la del carismático major de los Mossos, Josep Lluís Trapero, pero cree que es pronto para hacer balance. Desde Madrid, Orduña opina algo parecido: "No todo está decidido. Parece claro que no todo fue tan happy como quisieron hacer creer, pero también hay guardias civiles que parecen un poco exagerados... Veremos".

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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