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Cómo un selfi en Filadelfia cambia una exposición china por una iraní en Alicante

La guerra comercial y un embargo obligan a modificar la programación del Museo Arqueológico de Alicante

Rafa Burgos
Una perspectiva de la exposición del Marq.
Una perspectiva de la exposición del Marq. MORELL (EFE)

Un selfi a destiempo en un museo de Ciencias de Filadelfia puede desencadenar un urgente y radical cambio de programación en un centro arqueológico mediterráneo. De hecho, es lo que sucedió el año pasado, cuando el Museo Arqueológico de Alicante (Marq) tenía apalabrada con el Gobierno chino la cesión de una colección de piezas procedentes del monumental ejército de terracota de los guerreros de Xi’an para este 2019. Sin embargo, un incidente absurdo acabó desencadenando un conflicto mayúsculo entre China y Estados Unidos. Y en el Marq se vieron obligados a cambiar de planes en pleno verano de 2018.

“Las relaciones entre museos y el apoyo de los servicios diplomáticos son constantes cuando se abordan proyectos internacionales”, asegura el director gerente del centro alicantino, José Alberto Cortés. Sin embargo, nada puede hacer frente a los imponderables de la política internacional. Según recuerda Cortés, tras meses de negociaciones, “las autoridades chinas dieron el visto bueno” a una exposición sobre los guerreros de Xi’an en el Marq. Como eje central, uno de los pocos caballos esculpidos en terracota por los artesanos del enorme conjunto arqueológico. Tanto los responsables de la provincia de Shaanxi, donde se ubica el yacimiento, como los del Gobierno central estaban de acuerdo.

Y entonces, sucedió “lo del dedo”. Diez de las figuras que componen el célebre batallón del emperador Qin Shi Huang, de más de 2.000 años de antigüedad, se exhibían en el Instituto Franklin de Filadelfia (EE UU). Un joven visitante, luego identificado como Michael Rohana, se acerca a una de las piezas. Al apoyarse para hacerse un selfi, rompe uno de los dedos de la estatua del guerrero. Lo guarda en un bolsillo y se lo lleva a casa. En febrero de 2018, Rohana es detenido y la pieza sustraída, restaurada. Pero China “no se contenta con el dinero del seguro”, explica Cortés, “y pide un castigo ejemplar” para el infractor. Es una de las chispas que detonan la guerra comercial entre el país asiático y Estados Unidos, que se iniciará un mes después con un cruce de imposición de aranceles entre ambas superpotencias.

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Tras el incidente, China decreta además la paralización de todas las cesiones culturales previstas. Entre ellas, la del Marq, a la que acababan de dar luz verde. Viajes, miles de correos enviados, mediaciones de los diplomáticos de ambos países y hasta el presupuesto de 2019, ya muy avanzado, no sirven para nada. Finalmente, “en agosto de 2018”, los responsables del ejército de Xi’an confirman al Marq “que la exposición se aplaza a 2020, entre junio y octubre o noviembre”, señala Cortés.

Pero el programa de 2019 ha quedado vacío. Y en el centro arqueológico alicantino se ponen a buscar una muestra de gran impacto para sumar a la lista de proyectos internacionales del Marq. En pleno verano, los responsables del museo alicantino visitan la ciudad holandesa de Assen, donde se exhibe una colección de piezas procedentes del Museo Nacional de Teherán (Irán), que ya ha pasado también por Bonn (Alemania). En Assen les facilitan los contactos del país asiático. Es habitual. “Los museos buscamos objetivos comunes”, dice Cortés, no solo por “dar a conocer otras colecciones, los trabajos de investigación o toda la parte científica y académica”. Además, las itinerancias de colecciones “abaratan costes de traslado o seguros”.

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Los primeros contactos con Teherán son fructíferos. Pero esta negociación también está sujeta a la política internacional. “Nos encontramos con un bloqueo internacional debido al supuesto desarrollo de su programa nuclear”, declara el director gerente del Marq. Las relaciones comerciales con Irán quedan reducidas a mínimos. “Los acuerdos con ellos tienen la particularidad de que no podemos atender los pagos comunes de la salida de las piezas de un país”. Para resolverlo, tuvieron que “plantear alternativas”, rememora Cortés. La solución fue “un intercambio de exposiciones por el que se exhibirá en Teherán una muestra de 300 piezas procedentes del Marq”.

“Las cosas fueron rodadas”, reconoce Cortés. El Gobierno iraní se apoya en la cultura y en su historia para “presentarse al mundo de otra manera”. Las negociaciones avanzaron pero “a pesar de los informes favorables” sobre las condiciones que ofrece el Marq a las exposiciones, los permisos del Gobierno no llegaron hasta la primera semana del pasado mes de enero. Finalmente, la exposición Irán. Cuna de civilizaciones ocupa desde hoy tres salas del museo alicantino. Un repaso a la historia del antiguo Imperio Persa que es el resultado final del selfi de un torpe muchacho de Filadelfia. Y de varios conflictos internacionales.

La cultura, herramienta diplomática

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Para las autoridades iraníes, la muestra que se inaugura hoy jueves en el Marq es una oportunidad única de fomentar el acercamiento entre pueblos y estrechar lazos con otros países. Tanto el embajador iraní en España, Hassan Ghashghavi, como el director del Museo Nacional de Teherán, Jebrael Nokandeh, se han encargado de insistir ante los medios en el afán de su país en “tender puentes y quitar barreras”, en abordar la cultura como una

herramienta diplomática con vistas al exterior. Para cimentar esta idea, han traído de Teherán cerca de 200 piezas de gran relevancia, que recorre la historia de su país desde el Paleolítico hasta la actualidad, pasando por las diversas dinastías del Imperio Persa. Una flauta de hueso de unos 8.000 años de antigüedad, una estatua descabezada de Darío I y un excepcional vaso de oro adornado con la figura de un león alado, datado en unos 2.500 años, son los principales reclamos de una exposición en la que también aparecen los clásicos relieves de piedra, tablillas cuneiformes y un ejemplar del Corán. Ghashghavi también ha hecho hincapié en los 400 años de relaciones diplomáticas entre Irán y España, iniciadas por las cortes de Felipe III y el Shah Abbas I, que pueden comprobarse en una colección de cartas facsimilares que acompaña a la muestra y que proceden del Archivo General de Simancas.

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