Laura Borràs, “fallera mayor” del independentismo
Pocos logros de la consejera de Cultura y ahora candidata de JxCAT al Congreso, en sus nueve meses en el cargo
Cataluña ha tenido cuatro consejeros de Cultura en tres años. Ninguno ha sido capaz de aprobar el anhelado Plan de Museos. Ferran Mascarell dejó hilvanado uno, al que Santi Vila le dio la vuelta como un calcetín, el mismo que Lluís Puig presentó en septiembre de 2017 a bombo y plantillo, pero que su sustituta, Laura Borràs i Castanyer (Barcelona, 1970), no ha aprobado en los nueve meses que ha estado al frente de la consejería, pese a que el sector, con el que se ha consensuado, se lo reclamaba. El Plan de Museos ejemplifica el poco provecho que ha sacado a su mandato Borràs desde que diera la campanada al aceptar el cargo de consejera del Govern surgido tras las elecciones del 21 de diciembre de 2017 después de huir su antecesor Puig. Ahora, Borràs ha aceptado ser número dos de Junts per Catalunya, detrás del preso Jordi Sánchez, en las próximas legislativas del 28 de abril. Y todo pese a que Borràs, profesora de literatura, ha defendido siempre no ser “una política profesional”; sino “una independiente” que representa “el espíritu del 21D” y tras jugar al despiste en los últimos días sobre su futuro: “¡Mi nombre suena para tantas cosas que cualquier día seré la fallera mayor del reino!”.
De palabra fácil, trufada siempre con citas creadores y escritores. Y mucha ironía, eterna sonrisa y aparente ingenuidad. Borràs ha hecho gala de ser rigurosa y pragmática en su acción de gobierno. Una rigurosidad que ha servido para contrarrestar su protagonismo en las redes (57.000 seguidores en Twitter) que la ha hecho omnipresente: a diario sus tuits y retuits se cuentan por docenas; una afición que sus detractores han utilizado para criticarla. Lo mismo que su reiterado outfit amarillo que ha lucido en muchos actos públicos y entrevistas.
Enérgica con Sijena y el Macba
Laura Borràs sí ha demostrado una postura enérgica en temas polémicos como el conflicto por los bienes de Sijena depositados en museos catalanes. “No firmaré la salida de las pinturas de Sijena. Me haré objetora de conciencia artística”, dijo en una entrevista a este diario. Un tema del que, pese a no haber realizado frase conciliadora alguna, sale mejor parada que sus antecesores, Vila y Puig, acusados de apropiación indebida y prevaricación por no entregar las 44 obras del Museo de Lleida.
Borràs también ha defendido, desde el minuto uno, que el Macba se amplíe en la Misericordia, en contra de la idea de Colau de que el extemplo sea para el CAP del Raval Nord. “Estamos trabajando para solucionar un problema que no hemos creado nosotros”, ha insistido.
Durante la legislatura ha vivido momentos de tensión como cuando diputados de Ciudadanos le recriminaron ser supremacista tras firmar en 2016 el manifiesto Koiné contra el bilingüismo, blandiendo 36 ejemplares del Quijote desde sus escaños. En sus comparecencias y entrevistas ha reiterado frases como: “Me dicen que soy la consejera del 3%. Ya me gustaría ser la del 2%”, en referencia a que aspiraba a que la cultura catalana contara con ese nivel en los presupuestos de la Generalitat. Ni siquiera se han acercado al 1% anhelado desde 2011. En su primera comparecencia en el Parlament, al mes de ser nombrada, dijo que le gustaría destinar 65 euros por habitantes y año, algo que supondría unos 487 millones, el doble del actual; unas intenciones que conseguiría, dijo, en dos legislaturas.
En esa primera comparecencia desgranó las aspiraciones de su mandato: reactivar la tasa audiovisual que anuló el Tribunal Constitucional; crear un carnet cultural para Cataluña (una idea reiterada desde el mandato de Mascarell); planes para incentivar la lectura; revisar el Sistema de Archivos; crear un Plan Estratégico de Monumentos y Yacimientos; aplicar el Estatuto del Artista siguiendo las recomendaciones del CoNCA, organismo que sigue pendiente de renovación. También sacar adelante una Ley de Patrimonio Inmaterial que diera cabida a incongruencias tales como que la Patum de Berga y los castellers estén reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad pero en Cataluña no tienen una legislación que los proteja.
De palabra fácil, trufada siempre con citas de escritores. Y mucha ironía
También se propuso conseguir una mayor equidad en las líneas de subvención de su departamento para superar las incorrecciones de género. “No me gustan las subvenciones”, llegó a decir. Pero en seis meses, entre enero y julio de 2018, cuando Presidencia del Govern ordenó frenar nuevas inversiones y ayudas para cumplir con el déficit, repartió más de 17,6 millones de euros en subvenciones. Precisamente el reparto de ayudas la puso en el disparadero en noviembre cuando los Mossos investigaron si concedió de forma irregular a un colaborador tres contratos por 45.500 euros entre 2013 y 2018, cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes. Ella dijo entonces que todo era fruto de un “linchamiento mediático”. También fue polémica la creación de un puesto a medida en su Departamento para el exconsejero Lluís Puig por el que pasó a cobrar 85.000 euros anuales.
Poco de lo planteado al comienzo de su mandato se ha materializado. Siguen pendientes asuntos como la reforma de la Ley del Cine y el desarrollo del reglamento. Necesarios a tenor de la caída estrepitosa de espectadores y de recaudación en los últimos años. Tampoco ha llevado a cabo la reforma de esta ley que la Unión Europa impuso en 2012 por discriminar a los filmes europeos que no están filmados en castellano, exponiéndose a una cuantiosa multa por desobedecer.
Entre enero y julio de 2018 repartió más de 17,6 millones en subvenciones
Muchas de las propuestas que ha lanzado la consejería no han contado con aportación económica. Como cuando en diciembre presentó seis medidas aprobadas por el Govern sobre la transversalidad de la Cultura en los departamentos, en las que no aparecía dotación alguna para implementarlas. La falta de recursos ha sido la tónica de estos nueve meses. “Trabajamos con la prórroga de la prórroga de los presupuestos”, ha dicho hasta la saciedad. Pese a eso, no ha dudado a acudir a actos en los que la Generalitat no aportaba un euro, como la apertura del Año Joan Brossa; el nacimiento de una residencia para creadores en el Montseny en una finca de la Diputación de Barcelona o la Mancomunidad Cultural presentada el día 5 en la que diputaciones y Generalitat se unen para cooperar.
Borràs, casi ubicua, en estos nueve meses, y anteponiendo a sus funciones cuestiones políticas, ha faltado a citas ineludibles como la entrega del Planeta, siendo la primera vez en 67 años que no contó este galardón con nadie en activo de la Generalitat. Tampoco estuvo presente en agosto en el entierro del historiador catalán Josep Fontana, ni en enero en el del editor Claudio López Lamadrid.
En estos días de despedida, Borràs, que siempre ha estado junto al presidente Torra, ha usado el símil de que su mandato ha sido como un embarazo: “Tenemos una criatura que puede desarrollarse y dar sus frutos”, ha dicho. Un niño al que su sucesora, la quinta consejera en tres años, tendrá que cuidar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.