‘Sócrates café’, filosofar en el bar
Una veintena de personas se reúnen dos veces por semana en el Raval para reflexionar sobre asuntos como "el miedo a la libertad"
Cuatro mesas alargadas en la trastienda de un bar del Raval agrupan cada lunes y miércoles a una veintena de personas. La atmósfera clandestina se ve reforzada por los desconchones de la pared y los ajados muebles de madera que visten la habitación. Sobre la mesa, cervezas, tés y botellas de cristal. Una mayoría de brazos alzados decreta el tema de debate de hoy: “El miedo a la libertad”.
Durante las próximas dos horas y en inglés, este será el asunto a tratar en el Cafè de les Delícies. El grupo de filosofía Sócrates café Barcelona comenzó en noviembre de 2016 por la iniciativa del norteamericano Bob Enteen siguiendo el modelo de los Socrates cafe desarrollado en 1996 por el periodista Christopher Phillips, ahora extendidos por todo el mundo, y que convirtieron a su creador en un escritor superventas.
Entre sus temas no suelen entrar la epistemología kantiana o la ética nicomáquea, sus objetos de debate son como ellos llaman “filosofías de vida”. Los cafés Sócrates son reuniones a las que cualquier persona puede asistir sin necesidad de un bagaje de teoría filosófica. Un intercambio de ideas en el que nadie trata de persuadir al otro, y que se considera un éxito cuando al final de la charla, los participantes acaban con más preguntas que al principio.
Mientras que en la mayoría de bares los ojos estarán clavados en un partido de fútbol, o en la pantalla de un móvil, en esta trastienda 26 personas debatirán sobre el miedo a la libertad. Dirigidos por un moderador, la sesión comienza con la presentación personal de los asistentes. Acto seguido, se proponen libremente las cuestiones de discusión. ¿Por qué la mayoría de personas sigue viviendo en pareja?, ¿qué está más valorado por la sociedad: ser sabio o ser amable?, fueron los asuntos de una de las últimas sesiones. Una primera ronda de votación elige a los dos finalistas, y la segunda elección decanta la balanza. De esta forma solo la persona que lo propone conoce el asunto a debatir, para favorecer la espontaneidad.
“Si hablamos del miedo de ser libres, debemos hablar del precio por serlo, ¿Cuál es el precio de ser Nelson Mandela y estar 27 años en la cárcel, o ser Martin Luther King y acabar con un tiro en la cabeza?”, se escucha a un veinteañero nigeriano. La mayoría de los asistentes supera los treinta años y están representadas nacionalidades de todos los continentes. Nadie tiene obligación de intervenir, y varios de ellos no lo hacen. Actualmente, el grupo reúne cada lunes y miércoles a una veintena de personas a través de la aplicación Meetup. “Lo ideal serían 15 personas, pero ampliamos el cupo para que nadie se quedara fuera”, señala Toni González, uno de los organizadores.
Viktoria Sargsyan armenia de 30 años lleva cinco meses asistiendo a las reuniones. Fue quien propuso la discusión del primer capítulo de Así habló Zaratrusta, de Friedrich Nietzsche, la única charla que ha versado sobre un autor clásico en los últimos meses. Sargsyan dice sentirse muy cómoda por haber encontrado un grupo en el que se puede discutir de grandes asuntos de una manera diferente. Stirling Clarck escocés de 66 años y veterano en estas charlas valora que el carácter de estas reuniones filosóficas no trate de autores clásicos: “Estas reuniones son algo muy ligero, pero a veces también profundo”.
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