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El hombre que cambió la vivienda de lujo

El promotor venezolano Axel Capriles hace atractivo el centro de Madrid para las grandes fortunas con la rehabilitación de edificios antiguos

Juan Diego Quesada
Axel Capriles, el promotor urbanístico más importante del centro de Madrid, en el restaurante Narciso
Axel Capriles, el promotor urbanístico más importante del centro de Madrid, en el restaurante NarcisoJaime Villanueva

La maqueta le gustó. Axel Capriles pensó de inmediato que estaba ante la obra de un arquitecto con talento. Había visto muchos proyectos en su larga vida de promotor inmobiliario y sabía reconocer un trabajo bien hecho. Sin embargo, pecaba de sobriedad y ambición. ¿Solo un baño en un dúplex y encima en la parte de abajo? ¿Si uno se despertaba en mitad de la noche tenía que bajar esas escaleras? ¿Y la habitación principal, no era demasiado pequeña? Capriles recuerda ahora, cinco años después, ese momento como el comienzo de la andadura que le ha llevado a convertirse, junto a su primo Miguel Ángel Capriles, en un pionero en la construcción de viviendas de lujo en el centro de Madrid.

Capriles, venezolano de 65 años, un empresario de trato amable con una vertiente intelectual muy pronunciada, pidió al arquitecto que sacrificara el número de pisos de ese inmueble que él, reuniendo a un importante número de inversores, había comprado para rehabilitar en la calle Fernando VI. Dándole la vuelta a la idea inicial, se redujo de 36 a 26 el número de apartamentos. "La idea era traer un concepto más lujoso insertado en una arquitectura clásica. Por fuera, preservar las hermosas fachadas de los edificios históricos de Madrid, y por dentro un concepto más americano de comodidad, de espacio sin complejo. Baño arriba, baño abajo. Nada de bajar escaleras", explica en su oficina, frente a la plaza de la Villa de París.

En un momento en el que los promotores locales sufrían por la crisis, Axel apostó por el mercado español. Y jugó a subirlo de nivel, en un intento por igualarlo a la oferta de vivienda exclusiva de París o Londres, salvando las distancias. Y le funcionó. Gran Roque, la compañía de los primos, comercializa inmuebles de varios millones de euros, lo que ha atraído a grandes fortunas, nacionales y extranjeras, al corazón de Madrid.

"Axel es uno de los principales rehabilitadores del centro, junto a otra compañía de capital venezolano como The Corner Group. Ha sido clave porque ha traído un producto de lujo y muy bien hecho a una zona donde antes no se construía este tipo de vivienda", cuenta Samuel Población, director del área de residencial y suelo de CBRE. "Acabamos de vender un piso en Justicia de casi 500 metros por cuatro millones de euros. Esos presupuestos antes se manejaban en otras zonas. El negocio ha cambiado", añade Charlotte Prinz, Bussines Development Manager de John Taylor, una inmobiliaria de lujo.

La aventura de Axel Capriles, que ostenta 31 cargos en 26 sociedades diferentes, de acuerdo al registro de la propiedad, es hija a partes iguales de la necesidad y la oportunidad. En Venezuela, donde organizaba eventos farmacéuticos y construía y comercializaba con la marca Proyectos y Construcciones Panóptica, el mercado inmobiliario se hundió a la par que la economía del país bajo el régimen chavista. El secuestro y desaparición de uno de sus trabajadores de confianza, Nélson Gutiérrez, cuyo cadáver nunca fue recuperado, le empujó a hacer las maletas: "La locura colectiva se había vuelto normalidad".

Visitó en 2012 Perú y Panamá con la idea de expandirse a estos países, pero no fue hasta que llegó a Barcelona que se enamoró de verdad. A esa edad, rondando los 60, buscaba belleza y en Barcelona la encontró. Le pasó igual con Madrid. Convenció a gente de que arriesgara su capital en un país que entonces no brillaba. "Este era un país de futuro, y esta ciudad más todavía. Una sociedad robusta, educada, una capital europea de primer nivel. Estaba convencido de que estaba infravalorada en el mundo. 'Tú estás loco', me decían, 'esos van a la quiebra'. Yo estaba convencido de la recuperación", prosigue.

Su idea era encontrar edificios listos para comprar y comercializar, pero se encontró, caminando por el centro, con edificaciones clásicas, de fachadas extraordinarias, pero mal conservadas. Se enfocó en la rehabilitación y comercialización. Comenzó con Barquillo, 12, el edificio en cuyo bajo está instalado el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM). Llevó a cabo una obra integral. El exterior conserva la fachada señorial de 1876, pero el interior está completamente rehabilitado. ¿Lo más impresionante? Un garaje robotizado.

Aplicó esa fórmula a otros cinco edificios de la misma zona. Invecap, el vehículo inversor de la familia Capriles, tuvo una cifra de negocios de casi 40 millones de euros en 2016 y de 23 en 2017. Dice Axel que le daba tristeza ver edificaciones históricas mal conservadas, joyas arquitectónicas a su parecer, llenas de humedales. ¿Esa subida de categoría no expulsa a los vecinos de toda la vida? ¿No es gentrificación de manual? "El alto coste de la rehabilitación hace que quien quiera hacer negocio tenga que enfocarlo en el lujo. Es un producto exclusivo", argumenta.

Asegura que el 70% de sus clientes son españoles, frente a lo que pueda parecer debido al boom de inversores latinoamericanos. "Y ninguno es un boliburgués (oligarcas enriquecidos al calor del chavismo). Mi apellido los espanta", añade Axel, primo lejano de Henrique Capriles, el destacado opositor chavista.

La venta de inmuebles de lujo, en ocasiones, es más rápida que la estándar. No hay forma de comprobarlo con datos en la mano, pero es una sensación que tiene el presidente del Coam, José Manuel Ezquiaga, viendo los emails y las consultas que reciben sobre edificaciones en Madrid, donde el precio de la vivienda está a máximos de 2007, en plena burbuja, según un informe de Anticipa Real Estate, y se prevé un crecimiento de dos dígitos durante este año. "Oferta de este nivel no existía. Madrid tiene su hueco ahora en el lujo", abunda. Pone como ejemplo el complejo de lujo Canalejas, que prácticamente tiene vendidas las 22 viviendas construidas. La más cara, por 10 millones de euros.

El periplo de Axel en este negocio no ha estado exento de sobresaltos. Un día, recién aterrizado en Caracas para pasar unos días, recibió una llamada desde Madrid en la que le informaban que uno de los edificios que había comprado, en el número 12 de la calle Barquillo, había sido ocupado. Le dio la risa: "¡Pero qué coño, usted me está vacilando!". Cuando descubrió que el asunto iba en serio sintió un aguijonazo de inquietud. En el negocio inmobiliario, más que en ningún otro, un contratiempo de este tipo se traduce en grandes pérdidas. Había vivido situaciones parecidas en Venezuela, con sus largos y tediosos trámites administrativos, y temía que el procedimiento de desalojo se eternizase. Descolgar al teléfono para advertirle a un inversor de que te han arrebatado el edificio de las manos tiene mucho de derrota.

-Lo vi negro.

-¿Y qué pasó?

-Metí una solicitud en los juzgados. Y en tres meses el juez resolvió y ordenó el desalojo. Qué bueno que haya instituciones que funcionan, eso da mucha seguridad a los empresarios. Que la ley funcione es primordial.

Mientras Capriles cuenta esto, en frente, a través de un ventanal de su oficina, se yergue el imponente edificio del Tribunal Supremo. Dentro, en ese preciso momento, están juzgando a los políticos presos catalanes.

-Ellos no tienen la misma idea de la legalidad en España que usted.

Negocio milénial

En solitario, Axel Capriles ha iniciado un negocio para atraer al los milénials. Orinoquia Real Estate es un fondo dedicado al alquiler de temporada, lo que en término anglosajón se conoce como Extended Stay Industry. La compañía está enfocada en dar servicio a las grandes poblaciones flotantes de una ciudad, como los ejecutivos de empresa o los actores que ruedan una película y necesitan un alojamiento por uno o dos meses. La movilidad transmoderna, lo llama Capriles. Por ahora ha creado una bolsa de vivienda destinada a este sector en ciudades como Málaga o Valencia.

-Mi experiencia es otra.

El promotor ha conocido Madrid a pie. Vive cerca de la oficina, escoge los edificios que rehabilita por los alrededores y por aquí están también sus bares y restaurantes favoritos. Si quiere escuchar un ciclo de conferencias sobre el conquistador español Cabeza de Vaca o acerca de Heródoto solo tiene que caminar un par de calles abajo. No lo dice, pero se entiende que ve en esos hombres del pasado el ideal de ser humano: el que viaja, descubre y reflexiona.

Mientras pasa por la plaza Villa de París, con un gabán gris y unas gafas redondas de Dior, se enrolla sobre cómo ha visto levantarse al barrio de Justicia, en lo que cree que ha puesto su granito de arena. Donde languideció la mítica cafetería Riofrío ahora abrieron varios restaurantes caros.

"Mi trabajo fue dar a conocer el barrio a extranjeros y al propio español. Les dije que Justicia es mejor que Salamanca. ¿Te acuerdas de aquel anuncio de IBM y Apple? Aparecía un señor de IBM, trajeado, serio, circunspecto; y un muchacho de Apple, jovial, en jeans, que le da con el tacón a su computadora. Pues bien: Salamanca es IBM y Justicia es Apple", ahonda.

Capriles siente que ha tenido una vida partida en dos: la del académico que ha escrito tres libros y la del hombre de negocios dedicado al mercado inmobiliario. En el mundo académico venezolano, agrega, se le ve como un ultraliberal burgués con inquietudes intelectuales y en el mundo empresarial como un intruso de ideas progresistas. A veces esas dos personalidades hacen contacto y ahí está Capriles, una noche de entresemana, ofreciendo una conferencia en Madrid sobre el complejo del dinero, rodeado de venezolanos pudientes.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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