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El ‘bermejo’ con sentencia que no se verá en el MNAC

Entre las obras que Barcelona reclama desde hace 24 años a las hijas de Julio Muñoz Ramonet hay un ‘San Antonio Abad’ del pintor del siglo XV

José Ángel Montañés
Detalle del rostro del San Antonio Abad de Bermejo que conservan las cuatro hijas de Muñoz Ramonet.
Detalle del rostro del San Antonio Abad de Bermejo que conservan las cuatro hijas de Muñoz Ramonet.FJMR

Bartolomé Bermejo (hacia 1440-1501) pintó menos de veinte obras a finales del siglo XV, llenas de virtuosismo y detalle que lo han convertido en un genio tal y como puede comprobarse en la exposición inaugurada el pasado viernes en el MNAC, después de que más de 100.000 personas la vieran en el Prado. En la muestra están presente las principales piezas de este polémico artista que se ganó la excomunión por dejar a sin acabar alguno de sus trabajos y viajó por varias ciudades de la Corona de Aragón: Valencia, Daroca, Zaragoza y Barcelona, después de dejar su Córdoba natal. Pero hay otras que no están presentes como un San Antonio Abad pintado por Bermejo, seguramente entre 1483 y 1486, en la que se ve al santo de pie apoyado con un bastón y su inseparable cerdo.

El 'San Antonio Abad' de Bermejo que retienen las hijas de Muñoz Ramonet.
El 'San Antonio Abad' de Bermejo que retienen las hijas de Muñoz Ramonet.FJMR

El bermejo es una de las 853 piezas patrimoniales que se reclaman vía judicial a las cuatro hijas del industrial Julio Muñoz Ramonet desde hace 24 años —algunas firmadas por artistas de la talla de Rembrandt, Goya, El Greco, Velázquez, Sorolla o Fortuny—. Muñoz Ramonet las tuvo desde 1950 hasta que falleció en 1991 y las dejó en herencia a Barcelona. Y las retienen y se resisten a entregarlas pese a que en este periodo de tiempo se han producido varias sentencias en las que se da la razón a la ciudad de Barcelona y se la legitima como heredera de las obras. Una de ellas es la del Tribunal Supremo de marzo de 2012, que permitía comenzar a ejecutar otra resolución de primera instancia de 2007. “Pero desde entonces las hijas han presentado más de 300 recursos con la intención de dilatar el proceso de la entrega de la colección”, explicó recientemente Eudald Vendrell, abogado de la Fundación Julio Muñoz Ramonet, la entidad municipal creada en 1995 para materializar la última voluntad de Julio Muñoz, que coordina el pleito contra las hijas.

“Se pierde una vez más una oportunidad de mostrar el valor de la colección. El San Antonio Abad estaría sin duda en la exposición de Bermejo del Prado y el MNAC, pero no puede ser porque se niegan a entregarla. Y no tenemos ni fotografías recientes, como ocurre con la mayoría de las obras”, lamentan desde la Fundación que cuentan ya con dos obras, una de Goya y otra de El Creco expuestas en las salas de la colección permanente del MNAC, aunque en calidad de depósito judicial, pendientes de resolver un nuevo recurso presentado por la familia de Muñoz Ramonet.

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El catálogo editado para la exposición y que más de 1.000 personas compraron al visitar la muestra en Madrid, cuenta con excelentes fotografías en color de las obras del pintor. Menos de esta pieza que se ilustra con una fotografía antigua en blanco y negro, que no permite observar la calidad ni los detalles. “Con esta imagen es imposible analizarla y saber si está muy retocada con repintes”, remacha el comisario de la muestra Joan Molina.

La Fundación si tiene una segunda imagen, a la que ha tenido acceso este diario, en el que se ha hecho un primer plano del santo y se ven sus rasgos con más calidad. En el catálogo se explica cómo los diferentes especialistas en Bermejo han visto la mano del maestro en los diferentes elementos del rostro y de la barba bífida, y en el resto la de sus colaboradores y que el tiempo ha acabado oscureciendo el rostro y los tonos azulados y grisáceos de la túnica que parecen negros. También, que el escenario donde está el santo es poco relevante ya que la construcción aparece despojada de arquitectura o paisaje como si ocurre en las obras más destacadas, como la Pietat Desplà o la tabla central del Tríptico de la Virgen de Montserrat. Según se apunta en el texto, la profundidad la da el pavimento ajedrezado y el hábito del monje hospitalario.

“Las obras de Daroca no van por conservación”

El San Antonio Abad no es la única obra de Bermejo que no está en el MNAC. Del Retablo de Santa Engracia (1472 y 1477) de la iglesia de San Pedro de Daroca (Zaragoza) solo se exponen dos de las seis piezas conocidas: una de San Diego (EE UU) y otra de Bilbao. La tabla central de la santa, que está en Boston, tampoco se expuso en Madrid, pero las tres del museo de la Parroquia de los Corporales de Daroca, estuvieron en el Prado, pero no en el MNAC. "Es por un problema de conservación. Además, son necesarias para el culto", explican desde el Museo Diocesano del Arzobispado de Zaragoza que dirige Domingo J. Buesa. "Si Cataluña quiere obras, no tienen nada más que pedirlas", aclaran cuando se les pregunta si no han viajado por el enfrentamiento patrimonial entre Cataluña y Aragón.

La tabla central del Retablo de Santo Domingo de Silos, que se conserva en el Prado tampoco ha viajado a Barcelona, pero el MNAC nunca contó con ella. Esta tabla excepcional tampoco viajará a Londres a donde si volarán otras grandes de Bemejo: La Pietat Desplá de la catedral de Barcelona la Virgen de Montserrat, de Acqui Terme, además de las cuatro tablas del MNAC. Allí estarán un tiempo más con su hermana de padre, el San Miguel triunfante, propiedad de la National Gallery, en la tercera y última etapa de este reencuentro de la obra de Bermejo.

La imposibilidad de ver la obra de forma directa hace que sea difícil que los especialistas se pongan de acuerdo en sus características e incluso en el origen de la misma. Los que la estudiaron en un primer momento, como Leandro de Saralegui, en 1944, y Eric Young, en 1975, aseguraron que su origen era valenciano. Francesc Ruiz i Quesada, en 2013, la relacionó con el retablo destruido en 1936 para el convento de Santa Ana de Barcelona. Ahora, el especialista en arte medieval Albert Velasco, tras dejar claro “la necesidad de poder verla obra para poder emitir un juicio”, explica que, por las fotos “se deduce que el estado de conservación no es del todo bueno. Se aprecian barridos en determinadas zonas, como la campana que sostiene el santo y en el hábito. El rostro, en cambio, parece que se encontraba en un estado bastante aceptable, y denota la intervención de Bermejo, sin duda”, explica Velasco, que ha estudiado para el catálogo de la exposición la huella e influencia de Bermejo en toda la Corona de Aragón.

Para Velasco, “la obra denota una forma de trabajar apresurada, poco cuidada y con pocos detalles, algo que remite a las pinturas que Bermejo realizó en Zaragoza durante los años en que trabajó bajo el paraguas de Martí Bernat, que tenía un taller que era una auténtica factoría de retablos. Había que trabajar rápido, a destajo, y de ahí esta apariencia descuidada y apresurada de estas obras que Bermejo realizó en colaboración con Bernat durante sus años zaragozanos”, remacha.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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