Puigdemont y el PDeCAT afrontan en pie de guerra la convocatoria electoral
La Crida y los neoconvergentes afrontan la precampaña desunidos, sin haber resuelto si se presentarán juntos, bajo qué nombre ni con qué candidato
Si hay un partido al que las elecciones del 28 de abril han pillado especialmente mal preparado es, precisamente, uno de los que más ha hecho para forzarlas. Tanto el PDeCAT como La Crida, la marca paralela de los exconvergentes de Carles Puigdemont, afrontan la precampaña desunidos, sin haber resuelto si se presentarán juntos, bajo qué nombre ni con qué candidato. ERC busca sacar ventaja de la debilidad del entorno del PDeCAT y de las incógnitas de los comunes tras haber abandonado el barco Xavier Domènech, que les llevó a la victoria en 2016.
Los partidos catalanes, con pocas excepciones, no tenían los deberes hechos en caso de convocatoria de unas elecciones generales. Todos estaban enfrascados en la elaboración de las candidaturas de las municipales y, en el caso de los independentistas, en resolver sus crisis internas además de preparar el juicio contra sus respectivos líderes. Ni siquiera tras el anuncio ayer de la fecha electoral, lo que queda de la antigua Convergència fue capaz de presentarse unido ante sus potenciales electores. Una reunión de coordinación entre el PDeCAT y el grupo parlamentario de Junts per Catalunya —que reúne a los fieles de Puigdemont— en el Parlament acabó ofreciendo la imagen de sus respectivos líderes hablando por separado ante los periodistas y sin ningún acuerdo que explicar.
El portavoz de JxCat en el Parlament, Eduard Pujol, y el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, solo afirmaron que se presentarán a las elecciones generales del 28 de abril, aunque sin concretar la fórmula electoral que utilizarán y si lo harán juntos o por separado. Pujol, uno de los más fieles escuderos de Puigdemont, defendió que su papel en el Congreso tiene que ser “una muralla democrática y republicana en el Congreso a favor de Cataluña”. Carles Campuzano, uno de los históricos convergentes y diputado en el Congreso las últimas siete legislaturas, añadió dudas sobre la posibilidad de que su perfil pueda tener cabida en la nueva candidatura. En declaraciones al programa Aquí Cuní de SER Catalunya dijo que solo figurará en la lista si su partido “tiene una vocación útil y constructiva” y añadió que el PDeCAT deberá esforzarse en ello “mucho más que hasta la fecha”. Los exconvergentes también tienen abierta todavía la candidatura del Ayuntamiento de Barcelona y la de las elecciones europeas. Se espera que los exconsejeros presos tengan papeles destacados en todas ellas pero todo está por acordar.
La convocatoria electoral altera los planes de Colau
Enfrascados en la precampaña de las municipales, focalizados en revalidar la alcaldía de Barcelona, los comunes llegan a contrapié a estos comicios. De la mano de Xavier Domènech, la coalición de izquierdas venció contra todo pronóstico en las elecciones de 2015 y repitió victoria, aunque con una ERC en alza, en 2016. Desde entonces, Catalunya en Comú se fundó como partido pero, engullido en medio del agrio choque entre independentistas y constitucionalistas, languideció hasta convertirse en irrelevante en los comicios del 21-D en el Parlament. Por el camino, perdió a Domènech como líder. Justo ahora, los comunes habían ganado protagonismo negociando las cuentas con el Govern pero, defraudados por el bajo gasto social, el jueves rompieron las conversaciones tras el veto independentista a los Presupuestos de Pedro Sánchez. La cita altera los planes de Colau, que acaba de fichar a la diputada Lucía Martín para su lista. La incógnita es quién será candidato: la idea inicial era el edil Jaume Asens. Las otras opciones son el diputado en el Congreso y portavoz de partido, Joan Mena, o Jéssica Albiach, líder de los comunes en el Parlament.
ERC mira hacia Soto del Real, la cárcel donde está preso su presidente, Oriol Junqueras, mientras dure el juicio del procés. Todos dan por hecho que él y solo él decidirá la candidatura de las generales y si repite el tándem formado por Joan Tardà y Gabriel Rufián. En el caso del PSC, que hoy celebra una reunión de su consejo nacional, la ministra Meritxell Batet se da por hecha como candidata por Barcelona.
Ciudadanos se impuso en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre al atraer la mayor parte del voto antiprocés y ahora medirá si es capaz de mantener ese botín al tiempo que seduce a los mismos electores reclamando un 155 permanente.La formación se enfrenta a su asignatura pendiente: corregir sus resultados más que discretos en Cataluña en las generales. En los últimos comicios, fue la sexta y última fuerza. La duda es si volverán a confiar en Juan Carlos Girauta como candidato y el papel que podrá jugar Manuel Valls, candidato por Barcelona a las municipales. Albert Rivera e Inés Arrimadas, que se volcará en las elecciones igual que hizo en el caso de las andaluzas, arrancarán la precampaña mañana en Barcelona.
Los populares, quintos en 2016, sufren en Cataluña la peor crisis de su historia y asumen ahora, con cuatro diputados en el Parlament, un papel casi marginal. Las encuestas vaticinan que podrían desaparecer del Ayuntamiento de Barcelona y en estas elecciones de abril corren el riesgo de ser abducidos por Ciudadanos. La cita también chequeará si Vox tiene algún rol que jugar o no en Cataluña. La CUP no se presenta a las elecciones generales y sus votos suelen ir a parar a las arcas de los comunes, ERC o la abstención. Su diagnóstico es que los comicios son un síntoma más de la “crisis democrática, territorial y social del régimen del 78”.
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