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Un retiro a la carta en el norte de Madrid

Un grupo de jubilados trabaja en la creación del Centro de Convivencia Cooperativa de Tres Cantos, un sistema para pasar la última etapa de su vida en una residencia autogestionada

Varios de los socios del Centro de Convivencia Cooperativa de Tres Cantos.
Varios de los socios del Centro de Convivencia Cooperativa de Tres Cantos.KIKE PARA

Algo se mueve al norte de Madrid. Para ser más concretos, algo se mueve entre las personas mayores de Tres Cantos, el municipio con la mayor pensión media de Madrid. 34 socios trabajan juntos para crear un sistema colaborativo de convivencia que les permita pasar la última etapa de su vida en un centro autogestionado, el llamado Centro de Convivencia Cooperativa de Tres Cantos. Un plan que, tras años de intentos, comienza a ver la luz. El pasado 9 de enero adquirieron, costeándolo a partes iguales (30.150 euros cada uno), una parcela de más de 3.000 metros cuadrados en la Avenida Poniente, en el centro de la ciudad, sobre la que pretenden edificar su futuro.

“Un día, estudiando en la Universidad de la Experiencia después de jubilarnos, pensamos: ¿Por qué no hacemos un sistema que nos permita mantenernos aquí en Tres Cantos, ahora que somos mayores, y ayudarnos? Y así surgIó la idea del cohousing (viviendas colaborativas). Estando juntos, podremos defender mejor nuestros derechos. Si yo me quedo en mi casa solo, y tengo que llamar a los servicios sociales para que me den una asistencia, o me traiga la comida, por ejemplo, será más fácil conseguirlo si estamos un grupo de personas”, explica Agustín Bastante, antiguo ingeniero de 73 años e ideólogo y director del proyecto. “Cuando me lo contó al principio me pareció un poco surrealista, pero poco a poco fui viendo que era una buena idea. Luego, si no, te vas a una residencia no sabes donde y te alejas de tu entorno, y eso a los mayores nos afecta mucho”, cuenta Concha Herrera, de 68 años y mujer de Bastante

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Los socios del proyecto huyen de la idea de la residencia geriátrica al uso. Cada propietario tendrá su vivienda, un apartamento de 50 metros cuadrados.con una terraza de 18 en el mismo bloque. Pero además, el centro contará con “unos espacios mancomunados” similares a un centro de mayores en el que se desarrollen actividades lúdicas, sociales, físicas, culturales... que los propios socios decidirán. Y por último, habrá un bloque, más reducido, que hará las veces de residencia geriátrica, para permitir que a medida que las personas vayan envejeciendo puedan ser atendidas en el mismo espacio en el que viven. Y todo dirigido y gestionado por ellos mismos. “Hacemos lo que decidimos. Nosotros nos lo guisamos y nosotros nos lo comemos, porque nos sentimos impotentes para hacer que las administraciones públicas atiendan los deseos de una forma de vida determinada, que es la que nosotros queremos”, argumenta Bastante.

“Es una segunda vida, un segundo hogar. Me va a dar la posibilidad de relacionarme, vivir y convivir con amigos y compañeros de forma independiente la última etapa de mi vida, sin molestar a mi familia, viviendo al lado de mis hijos para poder ir a verlos y que puedan venir, pero sin ser una carga para ellos en un futuro”, apostilla Asun Silveti, de 75 años y socia del proyecto desde hace cuatro años, cuando su hija lo vio por Internet y le avisó.

Al final, los socios calculan que la inversión por persona rondará los 150.000 euros, una vez construidas las instalaciones. ”Emitiremos un título de usufructo vitalicio para cada socio, que le permitirá transmitirlo a terceros, siempre a través del Consejo rector, o cederlo a los herederos del propio socio. Si los herederos no lo quieren, se le podrá vender a una de las personas de la lista de espera, que previamente han pagado 5.000 euros por estar en esa lista, por el valor de mercado que tenga el título en ese momento”, explica Agustín Bastante.

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Imagen del plano lateral del Centro de Convivencia Cooperativa de Tres Cantos.
Imagen del plano lateral del Centro de Convivencia Cooperativa de Tres Cantos.Arocas y González Arquitectos

“Es un proyecto muy interesante. Es bueno darlo a conocer porque mucha más gente podría hacer algo de este tipo en otros municipios”, explica Pilar Dávila, otra de las cooperativistas. Los socios confían en que, una vez solucionado el tema del lugar, el proceso no se dilate mucho más en el tiempo. Todavía están a la espera de que les concedan la licencia de obra y confían en que, no más allá de verano, las obras arranquen.“Si todo fuera normal, el 1 de enero de 2021 deberíamos estar todos viviendo allí”, explica Agustín. “Lo único que no tenemos es tiempo. El tiempo es fundamental para nosotros. No es un proyecto que lleve una persona de 35 años. Es fundamental comenzar cuando todavía seamos personas activas, si no esto tiene razón de ser”, concluye Celerino Garrido, uno de los socios más mayores, con 77 años.

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