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El secuestro de Junailo en un trastero de 17 metros cuadrados

La policía rescata a un menor de ocho años que su padre se llevó a la fuerza a Holanda

Rebeca Carranco

La policía pensaba que sería cuestión de horas: controlar el domicilio, ver al niño salir e intervenir para salvarlo. Pero las cosas no acostumbran a salir como uno espera. Lo que tenía que ser el rescate rápido de un menor secuestrado por su padre se convirtió en días de vigilancias y espera, en el peor sitio posible: el Born, un barrio barcelonés repleto de turistas y sus inseparables, y siempre atentos, carteristas. Por mucho que quisiesen pasar inadvertidos, los agentes allí llamaban la atención como si llevasen un chaleco amarillo reflectante.

Para evitar al máximo las vigilancias en la calle, se apostaron en un domicilio cercano, desde donde controlaban el trastero donde escondían a Junailo, un niño de ocho años al que su padre se había llevado a la fuerza de Holanda en verano. La prioridad era rescatarlo sano y salvo. "Cuanto más tiempo tardábamos, más tiempo le dábamos al padre de pensar, de cometer cualquier locura”, indican fuentes del grupo de fugitivos de Barcelona.

El progenitor, Joao da Silva, de 46 años, es un hombre "peligroso y violento", con antecedentes por robo violento, tráfico ilícito de armas y estafas, entre otros, y una "amplia red de contactos" en Holanda y en España. No dudan de que alguien le advirtió de que había movimientos extraños en la calle. Los policías detectaron incluso cómo unos desconocidos les fotografiaban. No saben si el padre tenía la certeza de que los agentes estaban día y noche allí, a la espera de que saliese con Junailo, o si vigilaban a cualquier otro delincuente de la zona. "Pero lo que está claro es que en ese tiempo el niño estuvo completamente cerrado a cal y canto", indican.  

“Al final, nos la jugamos. Sabíamos que casi con toda probabilidad estaba dentro”. El viernes a las dos de la madrugada, después de varios días -fuentes policiales declinan especificar cuántos-  sin ver al niño salir, reventaron la puerta de la vivienda, en un trastero construido encima de un ático, de 17 metros cuadrados, con una cama de matrimonio, un baño separado por una puerta corredera, una cocina y una pequeña mesa. Allí estaba Junailo y su tío, que está acusado de participar también en el secuestro, pero no había rastro del padre. 

Los agentes lo bajaron a caballito por las escaleras estrechas de un edificio de cinco plantas y lo sacaron por la diminuta puerta de color azul. Junailo preguntó por su padre y dijo que normalmente trabaja de noche. Los policías comprobaron que el niño estaba bien. “Estuvo jugando y viendo vídeos en el Youtube, como cualquier crío de su edad”, explican fuentes policiales. En total, una treintena de personas participó en el rescate de Junailo, incluido los GEO, ante el temor de que el padre estuviese en el piso y fuese armado.  

La policía sospecha que desde el secuestro, el 12 de junio de 2018 en Holanda, Junailo ha vivido con su padre y su tío en diferentes lugares de Barcelona. La Unidad Central de Familia y Mujer (UFAM) investigaba el paradero del menor desde julio del año pasado. Con el niño a salvo, ahora la prioridad es dar con el padre, que está “obsesionado” con Junailo y tiene la firme convicción de que está mejor con él que con su madre, de la que se estaba divorciando y que tiene la patria potestad. El tío ha pasado ya a disposición de la Audiencia Nacional y ha accedido a ser extraditado. Junailo está a cargo de un educador en un centro de acogida, a la espera de que ser enviado de vuelta a Kruisstratt, en Holanda, con su madre. 

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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