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El diálogo entre el Gobierno y la Generalitat se estanca

La reunión entre Calvo y Aragonès se salda con pocas concreciones sobre la mesa de diálogo entre partidos

Carmen Calvo y Pere Aragonès, este jueves en La Moncloa.
Carmen Calvo y Pere Aragonès, este jueves en La Moncloa.J. M. Cuadrado (EFE)

La segunda reunión entre el Gobierno central y la Generalitat, celebrada ayer en Barcelona, terminó con pocos avances y un escueto comunicado conjunto en el que ambas partes se comprometen a seguir avanzando en la composición de “una mesa de diálogo político de partidos”. Ambos Ejecutivos evitaron hacer referencias a la oferta de la vicepresidenta Carmen Calvo de negociar enmiendas parciales de los Presupuestos Generales. No hay fecha para un tercer encuentro.

Solo cambió el escenario. En vez de reunirse en Madrid, en La Moncloa, esta vez lo hicieron en Barcelona, en la sede de la vicepresidencia de la Generalitat. Pero el resultado fue incluso peor que la cita de la semana pasada; al menos eso es lo que refleja el escueto comunicado pactado. La información que se está trasladando oficialmente de estas citas es mínima, casi como si se tratara de alto secreto: tanto que ni siquiera se informa a priori del lugar para evitar fotografías, algo bastante inusual entre Gobiernos democráticos.

Esta vez la reunión duró unas tres horas y tuvo los mismos protagonistas: además de Calvo, asistieron por la Generalitat su vicepresidente, el republicano Pere Aragonès, y la portavoz del Ejecutivo catalán, Elsa Artadi. Lo más positivo de la cita está en la primera parte del párrafo pactado para describirla: “Clima constructivo”. Más allá de esa definición, no hay avances concretos ni un lenguaje que haga pensar que se está cerca de un acuerdo en estos encuentros, claves para la política española porque de ellos depende que haya o no Presupuestos y por tanto que se adelanten elecciones o se agote la legislatura.

Este segundo comunicado es mucho más escueto que el primero, tras el encuentro en Madrid del pasado 17 de enero. Eso hace pensar que la situación está encallada, aunque portavoces de los dos gobiernos insistieron en que la cita fue positiva.

La clave parece estar en el formato de la mesa de partidos que se acordó en el encuentro en Madrid. Ese día, ambas partes pactaron crear una mesa de diálogo “de partidos” para abordar “el futuro de Cataluña”. Sin embargo, La Moncloa no tardó en aclarar que se refería a partidos catalanes, algo que en realidad ya está en marcha y ha fracasado. La aspiración de la Generalitat pasa porque el propio PSOE (no solo el PSC) y también Podemos participen en las reuniones. El comunicado de ayer solo habla de que “se ha avanzado en la negociación de la composición de una mesa de diálogo político de partidos”; se seguirá trabajando “en las próximas semanas en ese ámbito”. De nuevo, La Moncloa matizó poco después que para ellos el marco tiene que ser “el de los partidos catalanes”. En este punto clave las posiciones siguen por tanto muy alejadas.

Aparte del debate sobre quién puede asistir a la mesa, esa instancia es entendida de manera diferente por ambas partes. El Gobierno quiere hablar allí de su idea de reforma estatutaria que sería refrendada después en referéndum. Los secesionistas creen que allí pueden tratar el tema de la autodeterminación con el Estado.

Las posiciones están tan alejadas que se antoja difícil un acuerdo, pero el Gobierno insiste en que ya es una gran noticia que se celebren este tipo de reuniones y cree que es posible convencer a los independentistas de que se separen los asuntos más políticos, que se seguirán avanzando en esta ronda de reuniones, de la negociación presupuestaria. El PSOE tiene dos semanas para convencer a los independentistas —en especial al PDeCAT— de que no presenten una enmienda a la totalidad a los Presupuestos y permitan así su tramitación. Si lo logran, están dispuestos a negociar mejoras para Cataluña en las enmiendas. Pero antes tiene que llegar esa primera gran decisión que implicaría que la legislatura de momento puede aguantar. Y ayer no hubo una sola señal que haga pensar en un acuerdo.

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