Un edificio enorme, medio vacío, frío y gafado
Los vecinos de 114 pisos de la Zona Franca que comprará Colau aguardan expectantes la llegada de nuevos inquilinos
Un edificio de alquiler social. Ubicado en la periferia. Rodeado de solares y naves industriales. Enorme, 114 pisos en siete plantas, que tienen entre siete y once viviendas. Con muchos pisos pero pequeños (entre 42 y 54 metros cuadrados). Con una calidad constructiva deficiente (hace mucho frío y el espacio es diáfano). Afectado en su día por el estallido de la burbuja inmobiliaria (se proyectó en 2006 para alojar a jóvenes de alquiler provisional y no tuvo vecinos hasta 2003). Y con más de la mitad de los pisos vacíos (59), que acumulan varios intentos de ocupación.
Así es el edificio de 114 pisos situado en el barrio de La Marina del Prat Vermell (Zona Franca) que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau ha anunciado que ha comprado para blindarlo de la posible compra de un fondo buitre y destinar las viviendas vacías a vecinos con rentas bajas o a desahuciados. De hecho, la compra está apalabrada (5,6 millones de euros, menos que la inversión inicial) pero no materializada, asegura la propiedad, compartida a medias por el Consorcio de la Zona Franca y el BBVA, la entidad que heredó los activos de Catalunya Caixa.
Aunque el nuevo ramal de la línea 9 del metro queda relativamente cerca, hay que dar una considerable vuelta para llegar a este edificio, ubicado entre la colonia Santiveri y el complejo de edificios de oficinas que ocupan Aguas de Barcelona y la Agencia Tributaria de la Generalitat. La dirección exacta es el número siete de la calle de Encuny: a un lado de la acera está la empresa Santiveri y su colonia de casitas con las calles recién urbanizadas; al otro, el edificio, como un mamotreto, y dos solares totalmente tomados por vegetación.
Resulta chocante, pero el edificio tiene un servicio de seguridad durante las 24 horas los 365 días. La explicación es sencilla. Ha habido varios intentos de ocupación por parte de clanes de familias que en una ocasión llegaron a marcar con cruces las puertas de los pisos vacíos. El guardia de seguridad se encarga de que ningún desconocido entre en la finca, que también dispone de dos plantas de aparcamiento.
Desde que supieron que el Ayuntamiento de Barcelona compraba el bloque, los vecinos están expectantes. Les atrae la idea de que se llene el edificio. Pero “a ver a quién nos meten”. Recelosos a hablar y más a dar sus nombres. “Aquí hemos tenido temporadas muy malas, como cuando lo de las cruces en las puertas, por suerte no llegaron a entrar”. “En realidad, aquí no quiere venir nadie, estamos en una punta de la ciudad y la gente se marcha del frío que hace, entra aire por todos lados”. “O te mueres de frío o te mueres de calor”. “Los pisos son cajas de cerillas, no tienen más puertas que la de la entrada y la del baño, el resto es un solo espacio”. Comentarios en la puerta de perfiles bien variados: un señor maduro que vive solo, una pareja de jubilados, una chica que sale para ir a trabajar, un chaval que sale a pasear el perro...
Fuentes de la propiedad aseguran que si más de la mitad de los pisos están vacíos, es “porque la mayoría son de una habitación y no han tenido salida”. La teoría de los vecinos es otra: que la propiedad quería vaciar todo el edificio y venderlo, por eso, sostienen, aunque conocían a gente dispuesta a ir allí, no los adjudicaban.
El Ayuntamiento de Barcelona confía en que las primeras adjudicaciones no tardarán. “Hay que escriturar, que todo esté bien, que es probable porque es bastante nuevo, y a continuación se adjudicará. Será cuestión de poco tiempo”, afirman fuentes municipales.
El de la Zona Franca es un edificio atípico en la política de compras de vivienda que está haciendo Colau para aumentar el parque público. La inmensa mayoría del resto de 21 edificios comprados son fincas entre medianeras en barrios de toda la ciudad pero con la trama urbana consolidada.
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