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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No es lo que parece

2018 se agota con multitud de estas expresiones, pero el público anda muy desorientado sobre si creer o no creer

Un camión con coches atraviesa un puente de París ante el humo de una fábrica
Un camión con coches atraviesa un puente de París ante el humo de una fábrica Michel Euler

El cine ha encontrado un recurso fabuloso para reaccionar cuando alguien llega de viaje antes de lo previsto, abre la puerta de casa y se encuentra a su pareja en pleno trance con otro alguien. Se trata de exclamar, casi en tono de protesta: “¡No es lo que parece!” Y en la butaca se sonríe cada vez pese al uso manido de la frase. Y no se la cree.

El año 2018 se agota con multitud de “¡no es lo que parece!”, pero el público anda muy desorientado sobre si creer o no creer. Un ejemplo: la economía catalana aguanta a buen ritmo. ¡No puede ser! ¿No es buen ritmo crecer al 2,7%, por encima de la media de la Unión Europea y del conjunto de España? Como es un dato oficial, cabe poner el foco en que podría ir mejor, o en que avanzamos en paralelo al precipicio, y en que cualquier mal paso puede volver a provocar el muy real frenazo de finales de 2017.

¿Es lo que parece eso de que los turistas españoles ya no vengan a conocernos? El turismo foráneo ha registrado un incremento de fuegos artificiales. No obstante, en el anodino estancamiento del turismo doméstico, es clave la caída de las pernoctaciones de los propios catalanes (la disminución es del 3,4% interanual), porque las de los del resto del Estado aumentaron un 5,1%.

Si está saturado de política, puede participar en una marcha por el clima. A la hora de la verdad, el resto tendrá importancia relativa

¿Es lo que parece, el batacazo de la inversión extranjera? No hay duda de que la confianza renquea, pues en el último año ha caído un 16,8%, a la contra del resto. Al tiempo, no se puede afirmar que la tendencia vaya a más. En el último trimestre, la recuperación interanual ha sido muy importante, del 56,7%.

También parece que a la gente le va bien, porque la morosidad bancaria ha bajado a niveles de 2010 y el paro ha bajado al 10,6%. Y sin embargo, Cataluña lidera, y al alza, los desahucios —hipotecarios y sobre todo, de alquileres—, según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Y el paro sigue tres puntos porcentuales por encima del nivel que había antes de la crisis que se suponía que había terminado y que ahora vuelve a asomar, mientras un 45% de personas desempleadas lleva más de un año y de dos (28%) sin encontrar empleo.

¿Es España un Estado de Derecho? Se supone que sí, y sin embargo no lo parece, con un puñado de políticos catalanes en prisión desde hace un año, sin haber sido juzgados y bajo acusaciones de rebelión que implican violencia. ¿Es Cataluña una república independiente? Se supone que no, pero todos conocemos a un montón de personas estupendas, viajadas y cultas que cada día se levantan convencidas de vivir en ella. Si se declara la independencia pero no se hace efectiva, igualmente parece que se declara. Si la policía aporrea sin remilgos a una enormidad de electores entre ilusionados y desafiantes, parece que la consulta sea legal y cuente con el reconocimiento del mundo, aunque no se den ni lo uno ni lo otro. Si se crea un Consejo para la República y una Asamblea de Representantes, parece que se constituyan un gobierno de la Generalitat y un Parlament paralelos. ¿Identidad en la nube o en las nubes? Según para quién. Para las CUP, siempre dispuestas a dar lecciones de coherencia, “no es lo que parece”. Para el viralizado agente de los Mossos d’Esquadra de los “collons”, tampoco.

¿Será lo que parece el atisbo de diálogo entre el Gobierno de Quim Torra y el Gobierno de Pedro Sánchez? Si nos atenemos a la foto, al famoso párrafo que tras años y sudores han logrado pactar, y a los aullidos de la oposición, lo parece. El Gobierno catalán agradece el diálogo (ergo parece que existe) y a la vez lo devalúa y denuesta (porque está con la calle, pero posando en la foto no parece que lo esté).

Ojalá ambas partes sepan aguantar el fuego amigo tanto como el enemigo, porque la ciudadanía catalana merece de sus líderes que resuelvan. No que lo parezca un ratito, sin oferta política sobre el fondo. No pasa nada si hay cambio de estrategia, cuando la anterior ha sido un desastre para ambos.

Acabo con una verdad que no lo parece: el cambio climático, que, ajeno a los chalecos amarillos y a lazos amarillos, avanza. Porque las emisiones de gases efecto invernadero llevan tres años al alza (en Cataluña, también). Así que si está saturado de turrón y de política, lo mejor que puede hacer es participar en una buena marcha por el clima. A la hora de la verdad, el resto tendrá importancia relativa.

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