Así intentarán boicotear los CDR el Consejo de Ministros
Los comités independentistas proclaman el fin de la “revolución de las sonrisas”, ven en la reunión del Gobierno del viernes una “provocación” y llaman a la “desobediencia pacífica”
“¿Conocéis algún pueblo que haya conseguido algún derecho sentado en el sofá de casa?”. Así reza uno de los mensajes de Telegram enviado por el Comité de Defensa de la República (CDR) del barrio barcelonés de Gràcia a los 3.000 suscriptores de su canal. Las redes sociales hierven y todo apunta a que conforme se acerque el Consejo de Ministros del próximo 21 de diciembre las calles barcelonesas quedarán paralizadas. Entre los CDR el mensaje es claro: “Se ha acabado la revolución de las sonrisas. Es el momento de la acción”.
El colectivo, que ha llamado a “dar la batalla” el próximo viernes, alienta a la movilización aunque esta vez es diferente. En sus asambleas se les nota el miedo y saben que son incapaces de controlar a todos los asistentes a la protesta. Los CDR consideran que la celebración del Consejo de Ministros es una “provocación” pero alertan que jueces y fiscales pueden aplicar a los que protesten penas de hasta cuatro años de prisión si consideran que se pone en peligro la reunión. El reto es llevar la movilización al límite sin riesgos penales, una línea difusa para unos activistas sin cabecillas visibles que han convocado cortes de carreteras, el boicot a manifestaciones de Jusapol e incluso en una de sus protestas, algunos manifestantes acabaron intentando entrar por la fuerza al Parlament.
Es viernes por la tarde en el barrio barcelonés del Guinardó. En el Casal de Jóvenes Girapells los CDR preparan una reunión con un solo punto: 21-D. Apenas sobrepasan la decena de activistas y detectan rápidamente al periodista intruso. “La reunión es delicada”, informan al forastero.
Mantienen que el poder de los CDR radica en el anonimato y en que las “directrices” se dan en los momentos previos a las “acciones”. Evitan la presencia de “topos”, aunque “a veces es inevitable” tenerlos. “La revolución de las sonrisas se ha acabado pero la desobediencia tiene muchas maneras de hacerse pública sin violencia”, alertan antes de dejar al extraño fuera de la reunión.
El CDR de Girona asegura en Telegram que el 21-D será el momento de “recuperar las calles y volver al espíritu del 1 de octubre”. Se prohíbe difundir en las redes “mensajes de confusión, criminalización y miedo” y se informa de que los CDR son autónomos en sus reivindicaciones pero están coordinados. Los de Barcelona actuarán en el centro y los de provincias, “con resistencia activa y no violenta”, controlarán “el territorio” [las comarcas catalanas]. El resumen es generar un caos, según cuentan, pero “de forma pacífica”.
El 11 de septiembre un grupo de personas acampó en la plaza Sant Jaume, frente a la Generalitat. Pretendía alargarse hasta la proclamación de la república catalana, pero no fue así. Pese a ello, se convirtió durante unos días en el principal grupo de movilización de independentistas. Marta (nombre ficticio) fue una de las líderes de la acampada y ahora prepara junto con otros colectivos el 21-D. “En cualquier manifestación existe la autodefensa y la desobediencia civil”, esgrime. “Fuera de Cataluña la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona puede parecer un intento de rebajar la tensión pero aquí tenemos a las nuestras [habla en femenino] en prisión, imputadas, exiliadas…”. Marta ve en la cita un intento de “provocar para justificar un nuevo 155, imputar a compañeras, adelantar elecciones y que el PSOE obtenga buenos resultados a costa de Cataluña”.
El argumento de la no violencia es recurrente. El cofundador de la banda terrorista Terra Lliure Fredi Bentanachs, que se ha negado a hablar con EL PAÍS, ha publicado un vídeo con directrices para el 21-D. Pide que sea una copia del 3 de octubre de 2017, cuando una huelga general paralizó Cataluña: “Los últimos días ha habido enfrentamientos absurdos, gente con la cara tapada… Quiero comunicar a nuestros amigos que pensando que hacen bien están dilapidando nuestra fuerza”. “No podemos ir a una manifestación a romper cristales, tirar vallas… cosas que no nos ayudan y que sirven para que los del 155 digan que somos violentos”, concluye. La intención de los CDR es acercarse al máximo a la Llotja de Mar, donde se celebra el Consejo. El sindicato Intersindical, muy minoritario, ha convocado una huelga de 12.30 a 14.30 para cualquier trabajador. Donde esperan reclutar a centenares de activistas es en las facultades. Hay convocada una parada de clases de 10.00 a 14.00 en todas las universidades catalanas. Con miles de estudiantes en las calles esperando directrices de las cuentas de los CDR el éxito de convocatoria parece estar garantizado. El secreto mejor guardado es quién está detrás de esas cuentas.
Una organización integrada no solo por miembros de la CUP
Los Comités de Defensa de la República (CDR) no están integrados solo por miembros de la izquierda independentista anticapitalista del entorno de la Candidatura de Unidad Popular (CUP). Aniol Costa pertenece a las juventudes de ERC y también acudirá a las protestas. “En ERC tenemos un pie en las instituciones y otro en la calle. No creemos que cortar una vía o quemar ruedas sea violencia”, añade. La concejal de la CUP en Barcelona, Eulàlia Reguant, asegura haber “visto a militantes del PDeCAT en algunos de los CDR”. Para Reguant es muy importante la movilización del 21-D para “señalar a los responsables de la no normalidad que se vive en Cataluña”.
La anticapitalista remarca que hasta ahora las acciones de los CDR “no han sido violentas”. “Solo ha aparecido violencia en el relato que se está construyendo para criminalizarnos y dar un segundo paso ilegalizando asociaciones”, esgrime.
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