El tenor Piotr Beczala encandila al Liceo con su intenso lirismo
El artista polaco apostó por el repertorio italiano como plato fuerte de un programa repleto de arias famosas
En una temporada de conciertos que anda algo escasa de grandes voces, el tenor polaco Piotr Beczala encendió la pasión lírica en su regreso al Liceo, el sábado, bien acompañado por la orquesta del coliseo barcelonés bajo la solvente dirección de Marc Piollet. Apostó por el repertorio italiano como plato fuerte de un programa trillado, repleto de arias tan famosas como exigentes: las interpretó con agallas y temperamento, cautivando al público con intenso lirismo y luminosos agudos.
En el canto de Beczala dominan los matices más delicados. La técnica es segura; también lo es el instinto, con una atracción por algunos papeles de tenor lírico spinto que piden más cuerpo a su bella voz de tenor lírico. Lució un fraseo de desbordante expresividad, pero no pudo maquillar sus límites en los momentos de mayor fuerza dramática. En todo caso, compensó cualquier carencia con entrega y generosidad vocal.
Empezó con Giuseppe Verdi, cantando con arrojo Quando le sere al placido, de Luisa Miller, ópera que protagonizará en julio de 2019 en el montaje que cerrará la temporada del Liceo. Con la voz ya templada, lució un fraseo efusivo en la dificilísima Celeste Aida, aria que remató con el si bemol agudo final en pianissimo que Verdi pedía diminuendo y morendo en la partitura, y que no salió del todo inmaculado.
Piotr Beczala
Piotr Beczala, tenor. Arias de Verdi, Bizet, Moniuszko, Puccini, Cilea y Giordano. Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Director: Marc Piollet. Liceo. Barcelona, 24 de noviembre.
Aunque, por sus características vocales, la ópera francesa le brinda oportunidades de lucimiento, solo ofreció una página de este repertorio, el aria de la flor de Carmen, de Georges Bizet; fue la más emocionante interpretación de una primera parte que acabó con la única sorpresa del programa, una romántica aria de Halka, de Stanislaw Moniuszko, el más emblemático título de la ópera nacional polaca.
Tras la brillante obertura de El carnaval romano, de Hector Berlioz, el concierto fue in crescendo en una segunda parte bañada por el apasionado lirismo de Giacomo Puccini y los más representativos maestros del verismo italiano. Tenor dúctil, Beczala fue ganando intensidad en los acentos, ofreciendo convincentes interpretaciones de arias de Tosca, Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea, y Andrea Chénier, de Umberto Giordano.
El programa se cerró con más Puccini y el siempre arriesgado Nessun dorma, de Turandot, que resolvió con valentía. Ya en el turno de propinas, entre aplausos atronadores, derrochó acentos conmovedores en tres arias de Tosca, Fedora, de Giordano, y Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni.
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