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Asociaciones vecinales: Un movimiento envejecido

Los organismos vecinales se enfrentan al reto de encontrar un relevo generacional

Antonio Martínez, presidente de la Asociacion de Vecinos de Ciutat Vella, en la sede de El Raval.
Antonio Martínez, presidente de la Asociacion de Vecinos de Ciutat Vella, en la sede de El Raval.Massimiliano Minocri

Cuando Francisco Abad era joven, “antes de morir Franco” –dice él–, se juntó con sus amigos y, bajo el amparo de la Asociación de Vecinos de su barrio, El Besòs, organizaron actividades para todo el vecindario. Tardes de ajedrez, de damas, de fotografía y de montaña. De concursos y de premios. Hoy, la cosa es distinta. Abad tiene 65 años y es Presidente de la asociación vecinal del barrio. Ha dedicado buena parte de su vida a ayudar a la gente de El Besòs, pero ya no encuentra jóvenes con su iniciativa, dispuestos a coger el relevo. “Los jóvenes están más pendientes de divertirse y no quieren problemas de ningún tipo, no quieren implicarse”, lamenta en su despacho.

Los organismos de participación vecinal pasan actualmente por un problema debido a la brecha generacional dentro de su estructura. No es raro que en las reuniones o manifestaciones que se organizan, buena parte de los asistentes sean personas mayores. En Sagrada Familia, Joan Itxaso, responsable de Urbanismo y Medio Ambiente de la Asociación de Vecinos, comenta que muchos jóvenes dejan el barrio para emanciparse, pues el alquiler es caro. “Lo curioso –expone Itxaso– es que luchamos mucho por el tema de los alquileres, pero ellos van a su bola”. Aunque son de los principales afectados, no se acercan a la asociación a participar más que “tres o cuatro”.

En El Raval es más de lo mismo. Antonio Martínez, secretario de la Asociación de Vecinos de este barrio, explica que la gente de su generación “ha luchado y vivido” por la causa vecinal, pero a la juventud actual “no le preocupa su barrio, están más concentrados en buscar trabajo”. Eso sí, destaca una característica puntual de El Raval y es que el “60-70% de las personas no son autóctonas”. Martínez explica que, si ya es complicado implicar a los jóvenes en el movimiento vecinal, “es más difícil decirle a un pakistaní, por poner un ejemplo, ‘ven y ayuda a la Asociación de Vecinos a luchar por el barrio’”.

Aun así, siempre hay excepciones, y en el caso de las asociaciones de vecinos la de Sant Antoni parece serlo. “Existe una brecha generacional –admite Pep Sala, presidente de la Asociación de Vecinos– y nosotros aquí la notamos”. Sin embargo, su caso se distingue de otros barrios, pues han integrado de a poco a la siguiente generación mediante el Espacio Vecinal Calàbria 66 y varios grupos de cultura popular. Ahora buscan dar el siguiente paso: integrarlos a la estructura. “Cuesta bastante más –asegura– que los jóvenes entren en temas administrativos como plenos del distrito, audiencias públicas y reuniones”.

Adicionalmente, Sala reconoce que han perdido un poco de fuerza en relación a los años 90 cuando “había gente importante que nos ayudaba en lo que proponíamos”. Martínez, por su parte, lleva más de 30 años como secretario y recuerda algunos de los hitos de la asociación, como cuando organizaron una manifestación por el problema de la droga en los años 80 y lograron convocar a más de 5.000 personas. Una movilización así hoy en día es “impensable”. “El año pasado –cuenta Martínez– hicimos una manifestación y vinieron 100 vecinos. Había un periodista a mi lado y yo le oí decir: ‘casi hay más periodistas que vecinos’”.

Además del desinterés juvenil, Martínez recuerda el éxodo de los dirigentes de las asociaciones a las recién establecidas instituciones democráticas en los ochenta. Esto, explica, las dejó “desnudas”. Actualmente hay miembros que están “afiliados a algún partido –continua el secretario de El Raval– y a veces este los reclama”, provocando que dejen la junta. Por otra parte, Sala destaca el auge de movimientos más pequeños, hechos para tratar con temas concretos: “Desde el 15-M la gente participa más, pero de otras maneras. Temas que se trabajaban en la Asociación de Vecinos, como las terrazas o el turismo, ahora se tratan en grupos menores, que tienen la ventaja de ser más ágiles. Esto diluye al movimiento vecinal”.

¿Cómo, entonces, se implica a la siguiente generación? En El Besòs, los funcionarios han empezado a usar las redes sociales, creando una página de Facebook y un grupo de WhatsApp para conectar con los jóvenes. “Este sábado –expone Abad– tenemos una excursión para ver un concierto de gaitas en la carretera, y por el grupo de WhatsApp se han ido informando y apuntando”. En Sagrada Familia tratan de llamar su atención con plataformas y proyectos. “En temas como el nuevo Ateneo y el cine Niza han participado fuerte”, afirma Itxaso. Y en El Raval Martínez apuesta por su círculo cercano, sin mucho éxito: “Entre conocidos y amigos pregunto, pero me está costando encontrar personal”.

Sala tiene cierta ventaja, ya que por medio de Calàbria 66 y los grupos culturales de Sant Antoni llegan algunos jóvenes a tomar parte en la asociación. “La ventaja, sí, aunque a veces a nivel generacional saltan las chispas en las juntas –se ríe–, porque todavía nos cuesta que sean ellos los que decidan”. Este año, la Asociación de Vecinos de Sant Antoni cumple 50 años, y la junta le ha encargado la organización del evento a una comisión liderada por dos jóvenes, el relevo generacional que esperan consolidar. “No llegan a los 30 años. Y en la junta les dijimos: equivocaros. Aunque hagáis una cosa que no esté bien, que esto no se tiene que decir aquí, etc. Equivocaros. La junta estará con vosotros”.

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