¿A qué suena un barrio?
El proyecto Imagina ensambla arquitectura y arte en nueve lugares públicos abandonados de la ciudad
Las ciudades se van construyendo al margen de sus habitantes y las grandes urbes en el siglo XXI van engullendo los espacios y recluyendo al individuo en los escasos metros en los que habita. En la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia, que finaliza el 25 de noviembre, el manifiesto Freespacio (Espacio libre) de las comisarias irlandesas Yvonne Farrell y Shelley McNamara hace referencia precisamente a ello, a la recuperación de espacios y revalorizar los sitios por los que transita el individuo.
El programa Imagina Madrid, de la concejalía de Cultura y Deportes del Ayuntamiento, ha iniciado la transformación de solares abandonados a través de intervenciones artísticas. Cada una de estas se ha realizado haciendo un trabajo conjunto entre artistas y arquitectos, seleccionados por convocatoria pública y un jurado de expertos, y los vecinos y vecinas de cada uno de los barrios.
Paraíso (in)habitado parte de un solar abandonado, utilizado como aparcamiento de coches, con entrada al Parque de San Isidro y situado frente a la Biblioteca Ana María Matute. La paisajista Malú Cayetano, una de las autoras de este proyecto, alude a la necesidad de “escuchar” porque escuchando “se pueden recupera historias del barrio y canciones”. Los artistas han recorrido la zona junto con expertos en ecología urbana y artistas sonoros, como Mikel R. Nieto o José Luis Espejo, y han dibujado con grupos de escolares, de los centros Concepción Arenal y Lope de Vega, las historias de la zona que les habían contado sus abuelos. El equipo de artistas formado por Ana Cristina Herreros, Daniel Tornero, Malú Cayetano y Amelie Aranguren, han poblado el solar a través de sus instalaciones con las voces y la memoria de la gente que habita en ese barrio madrileño.
La propuesta de creadores de Paraíso (in)habitado es un paseo desde Carabanchel a Madrid Río a través de los sonidos del barrio de San Isidro, desde la historia contada por los vecinos a los ecos del lugar, recuperando la memoria y la biosfera. Escuchaderas, periscopios y topofonos de color rojo conforman un recorrido desde el Manzanares hasta el Parque de San Isidro: una nueva forma de pasear observando la ciudad. “Pocas veces nos detenemos a escuchar un barrio: sus vecinos y vecinas pueden contarnos las historias que recuerdan, pero también su entorno, las calles y sus nombres, los árboles, los pájaros que habitan en la zona, el suelo, las marcas que deja el agua en su discurrir o los caminantes al pasear… En conjunto todo ello conforma el relato de un barrio y de su ecosistema, invisibles y desconocidos para la mayoría”, alude Malú Cayetano.
Las instalaciones artísticas comienzan en Madrid Río donde se pueden escuchar el sonido del agua según fluye y ver la vegetación de las islas que se van formando. El camino te lleva por unas escaleras semiocultas al descampado donde los topofonos te permiten escuchar historias del barrio. En la terraza de la biblioteca, en días claros o por la noche, se puede vislumbrar el reloj de Gran Vía. Los elementos colocados en todo el camino “permiten jugar y acercar lo lejano, ver lo invisible y escuchar lo silenciado y pretenden provocar nuevas formas de imaginar y experimentar nuestra relación con los otros y con la biosfera”, añade la artista. Además Paraíso (in)habitado, en La Vaguada se ha estrenado Los descensos, una especie de estanque interactivo sobre la memoria del agua y la reflexión sobre los recursos hidrográficos de la Comunidad, el consumo y el estado de contaminación de estos. Obra del colectivo de C+ Arquitectas, Nerea Calvillo y Marina Fernández, han creado una serie de piezas que traducen en tiempo real datos sobre los recursos hídricos, el estado de los embalses o las condiciones de salubridad de las aguas que fluyen en sus ríos. Hasta ahora se han realizado cuatro intervenciones en espacios públicos y quedan otros cinco que están pendientes de que artistas y arquitectos materialicen los proyectos.
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