Garrido, especialista en negociaciones a todo o nada
Tras cerrar la investidura de Cifuentes con Aguado y el realojo del Gallinero con Carmena, sella los Presupuestos de 2019 con Ciudadanos
Hace más de diez años, Ángel Garrido tuvo que ser rescatado en la Pedriza por un helicóptero de los bomberos. Hacía frío. La nieve había borrado el sendero. Y el caminante se encontraba en mitad de la nada. Las dificultades a las que se ha enfrentado el presidente de la Comunidad desde entonces no palidecen en comparación con aquel capítulo. En 2015, Garrido se sentó junto a Cristina Cifuentes en el Café de oriente para consumir un plato indigesto: debían alcanzar un pacto de investidura con Ciudadanos. Hace siete meses, la situación empeoró: dimitida la presidenta, él se quedó al frente de un gobierno herido de muerte. Ahora, todo ha cambiado: Garrido se dispone a anunciar un pacto con Ciudadanos para aprobar los Presupuestos de 2019, dando estabilidad al final de la legislatura y cimentando su apuesta por ser el candidato del PP en las próximas elecciones. ¿Cómo ha pasado eso?
El pacto de Madrid frente a la ruptura en Andalucía
La otra cara del acuerdo presupuestario alcanzado por el PP y por Ciudadanos en Madrid es la ruptura del PSOE y de Ciudadanos en Andalucía. En las dos Comunidades el presidente necesitó del apoyo del partido de Albert Rivera para ser investido en 2015. Al cabo de casi cuatro años, el final ha sido bien distinto: el pacto andaluz ha saltado por los aires, mientras que las dos partes ultiman los Presupuestos en Madrid.
“Los expertos en comunicación política, los gurús, dicen que en una legislatura en la que se gobierna en coalición el último año es un año en el que hay que romper sí o sí”, recuerda Ignacio Aguado. “Y yo me pregunto, ¿por qué? ¿Por qué voy a dejar a los madrileños sin 600 millones en inversión si soy capaz de ponerme de acuerdo con el otro partido si cumplen mis exigencias? ¿Qué razón hay para romper? ¡Si los ciudadanos ya saben la diferencia entre uno y otro!”, razona sobre la proximidad de las elecciones autonómicas de 2019. “Para romper tiene que haber cosas de peso, porque los Presupuestos tienen consecuencias sobre la vida de las personas”, añade. “Y de todo esto los principales beneficiarios son los madrileños”.
"Garrido es una persona más fría que Cifuentes, y eso en situaciones de tensión política te permite al menos tener un hilo que te conecta con el otro lado", dice Ignacio Aguado, el líder de Ciudadanos, sobre el presidente de la Comunidad de Madrid. "Eso no sucedía en los últimos meses de Cifuentes. Llevarle la contraria a Cristina implicaba que ella se lo tomara como algo personal, y eso complicaba mucho las cosas. No había conversación ninguna. Ningún tipo de relación. Él era la única vía de contacto", añade. "Cuando le tocó gobernar, Garrido vio cuál era la situación: no valía el ego, no valía la arrogancia característica del PP", remata.
Garrido ha hecho del pragmatismo su forma de ejercer el poder. Sentado en su despacho de la Asamblea, define con tres palabras —"dientes de sierra"— las sacudidas que tensaron la relación entre el PP y Ciudadanos cuando estalló el caso Cifuentes. Para retratar las semanas consumidas en alcanzar un acuerdo presupuestario con Aguado prefiere un símil deportivo: ha sido, dice, como pelear el Tour de Francia sabiendo que hay que perder la alta montaña para ganar la carrera en las etapas de contrareloj.
"A veces hay que evitar gastar todas tus fuerzas en una etapa que no te va a dar el Tour, y el Tour es que haya Presupuestos", reflexiona Garrido sobre las cesiones que ha tenido que hacer a Ciudadanos para sacar adelante las cuentas. "El Gobierno ha pensado en grande, en lo importante, que era que hubiera estabilidad y Presupuestos, y ha renunciado a veces a ganar esas etapas que también nos hubieran gustado ganar, porque siempre gusta tener el maillot amarillo todas las etapas", sigue. "Vamos a ser de las pocas administraciones que van a conseguir tener Presupuestos todos los años de la legislatura sin que el Gobierno tenga mayoría absoluta", añade. Y reconoce: "Cuando voy a negociar algo, sé de entrada que tengo que perder algo. Si no vas con eso metido en la cabeza, olvídate, no negocies nada".
Esa estrategia ha permitido que el líder del PP sobreviva en un ecosistema diseñado de forma natural para devorarle. Superó la pérdida de la mayoría absoluta, en 2015, participando en el equipo del PP que logró firmar un pacto con Ciudadanos para la investidura de Cifuentes. Superó la crisis desatada por la dimisión de la presidenta, logrando ser nombrado como su sucesor. Superó el abismo ideológico que le separa de Manuela Carmena para pactar una solución para el poblado del Gallinero. Y, finalmente, ha superado la proximidad de las elecciones de mayo, que envenena la posibilidad de cualquier acuerdo, para cerrar el apoyo de Ciudadanos a sus Presupuestos. Un dato resume lo difícil que es eso: Andalucía, Cataluña, La Rioja o Castilla-León apuran el final de la legislatura sin que sus gobiernos logren los votos suficientes para aprobar las cuentas.
"Y eso de verdad es importante", insiste Garrido, que estrechó su relación con Aguado y César Zafra, el número dos de Ciudadanos, durante una y mil conversaciones en los tiempos muertos de los plenos de la Asamblea, cuando aún él no era el presidente.
Madrid central
Para sacar adelante las cuentas públicas de 2019, el líder del PP ha aceptado las tres condiciones de Ciudadanos: escuelas públicas infantiles gratis de 0 a 3 años, ayudas a los autónomos y 2.000 plazas más en residencias de mayores. Sin embargo, la estabilidad consecuente no le asegura un horizonte exento de polémicas. La puesta en marcha de Madrid central, el área de tráfico restringido que empezará a operar en el corazón de la capital el 30 de noviembre, le enfrenta frontalmente con Carmena. La buena relación personal que mantienen los dos políticos será puesta a prueba por la polémica, que Garrido amenaza con traspasar a los tribunales. De nuevo, una negociación a todo o nada. De nuevo, una prueba con la que medir la capacidad política de Garrido. Y de nuevo, un examen por parte de su partido.
La dirección del PP mantiene grandes dudas sobre quién será el candidato de la formación conservadora en las próximas elecciones autonómicas. Sin embargo, Garrido sostiene que ha demostrado una cosa: en una época sin mayorías absolutas, en la que el PP dependerá de Ciudadanos para casi todo, él ya tiene pruebas de que sabe cómo conseguir acuerdos de impacto.
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