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Tambores de huelga en la atención primaria

El hartazgo de los profesionales por las denostadas condiciones laborales y la presión asistencial anima los paros en los CAP

Una mujer sale del CAP de Premià de Mar.
Una mujer sale del CAP de Premià de Mar.joan sánchez

Se está cociendo una huelga entre los médicos de atención primaria. El caldo de cultivo lleva mucho tiempo hirviendo entre consultas saturadas y sueldos diezmados y la olla está a punto de reventar. El hartazgo de los profesionales ha tocado techo y algunos ambulatorios ya amagan con paros, sobre todo en las zonas del Vallès y el Maresme, especialmente castigadas por los recortes de la crisis y sus consecuencias. Detrás de todo están las denostadas condiciones laborales (pérdida de médicos y precariedad) y la presión asistencial (hasta 50 pacientes diarios por consulta).

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No es la primera vez que amagan con huelga los médicos de la atención primaria. El pasado otoño, los facultativos de varios ambulatorios de la gerencia territorial Metropolitana Nord (Vallès y Maresme), una zona con fuertes desigualdades sociales y muy golpeada por los recortes ejecutados durante la crisis, ya amenazaron con parar si no se atendía a unas peticiones de mínimos: más médicos, conciliación laboral y menos agenda diaria. El Instituto Catalán de la Salud (ICS), la gran empresa pública que gestiona ocho grandes hospitales y el 80% de los centros de atención primaria (CAP), claudicó y aprobó una instrucción que prometía horarios más flexibles y 39 nuevos médicos. Los médicos respiraron aliviados.

Sin embargo, ocho meses después de esa instrucción, las expectativas de los profesionales han vuelto a caer en saco roto y los tambores de paro empiezan a sonar más fuerte que nunca. De hecho, trascienden a la Metropolitana Nord. Médicos de toda Cataluña han asegurado que, si se convoca una huelga, secundarán los paros. “Esto ha sido una combinación de factores. Entre 2012 y 2018 tenemos 850 médicos menos, el presupuesto no llega al 17% del total cuando en 2012 era el 19% y hemos visto reducido el sueldo entre un 25% y un 28%. Con la instrucción de la Metropolitana Nord, además, se generaron unas expectativas pero, ocho meses después, no se cumple ni el 30% de lo que prometieron y no la extendieron a otros territorios”, resume Oscar Pablos, secretarios del sector de atención primaria-ICS del sindicato Metges de Catalunya.

Los profesionales están hastiados y dispuestos a parar. “La gente está muy tocada. Faltan médicos, sueldos bajos… hay un profundo malestar, los médicos se están jubilando antes de tiempo. No hay inversión. Donde hay miseria y pobreza, los médicos no quieren trabajar, se van, igual que de las zonas rurales. La gente no puede más. Solo falta que se encienda una cerilla para que esto explote”, analiza Juancho Montero, médico en un CAP de Mataró (Metropolitana Nord). El sector avisa de que las condiciones son distintas según el territorio (en Barcelona es más fácil encontrar médicos y hay más recursos, explican), pero el fastidio es global. “En la Metropolitana Nord la gente está fatal, desesperada y angustiada. Visitan entre 40 y 50 pacientes, además de los domicilios. En Barcelona la situación no es esa pero hay equipos que también tienen problemas y si dos personas se ponen enfermas, sobrecargas a los equipos”, valora Ana Vall-llosera, portavoz del Foro Catalán de Atención Primaria (Focap).

El Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) coincide en el diagnóstico: “El diagnóstico está hecho, solo falta poner la medicación: que se inyecten recursos”, zanja Josep Maria Benet, miembro de la junta del COMB. Además de las condiciones laborales, la Focap apunta también a que el origen del hartazgo está en el papel de la atención primaria dentro del sistema sanitario. “Todo el mundo se llena la boca hablando de la atención primaria pero los presupuestos no crecen. Ese papel de la hermanita pobre del sistema lo percibe la gente en todo el territorio”, protesta Vall-llosera.

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El gran plan del Departamento de Salud para darle su lugar a la atención primaria (Enapisc) fue celebrado por propios y extraños cuando se presentó hace un año y medio pero los médicos apuntan que, sin inversión, no es más que un marco teórico. “Es un gran diseño, pero al llevarlo a la fase instrumental, nadie sabe cómo funciona. La gente no sabe qué le ha mejorado con él”, apunta Rafa Garcia, responsable de atención primaria de UGT. Incluso la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (Camfic) se ha posicionado en este sentido: “Desde hace 18 meses, los profesionales no perciben ningún cambio tangible derivado del Enapisc, viven con resignación su día a día, y miran con desconfianza un plan que el profesional comienza a olvidar, por incompleto y por inacción, haciendo más grande la distancia entre la asignación real de recursos y el discurso político”, apunta su junta de gobierno en un comunicado donde reclama 300 médicos más en el territorio, un 50% más de plazas de médicos residentes (MIR), más tiempo de atención a los pacientes y cobertura de las sustituciones, entre otras medidas. “El Enapisc lo diluye todo, es un juego de trileros. Llama atención primaria a equipos [como los de cuidados paliativos y los de apoyo a la cronicidad] que no lo son. Son dispositivos distintos que no nos tienen como filtro a los médicos de atención primaria”, lamenta Vall-llosera.

Una representación de los médicos se reúne hoy con el gerente del ICS, Josep Maria Argimon, para abordar esta crisis. “La pelota la tiene el ICS en su tejado. Si quiere desactivar esto, tiene que hacer acciones contundentes: que aplique la instrucción al 100% y a todas las gerencias territoriales”, apunta Pablos.

A la espera de que el ICS mueva ficha —“cuando tengamos las reivindicaciones encima de la mesa, las estudiaremos punto por punto con el ánimo de llegar a un acuerdo”, dice un portavoz de la empresa pública—, los facultativos del territorio ya se están movilizando en asambleas para determinar si, finalmente, se consuman los paros.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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