Ni ‘La Gioconda’, ni el ‘Ecce Homo’
10 de las 19 pinturas que las hijas de Muñoz Ramonet ya han entregado a Barcelona formaron parte de la colección de Bosch i Catarineu
Después de 23 años de conflicto entre las cuatro hijas de Julio Muñoz Ramonet y Barcelona por la colección que el industrial dejó en herencia a la ciudad el balance, en cifras, es devastador: solo han regresado 19 de las más de 350 obras que forman parte de la colección que se reclama después de que el Tribunal Supremo en 2012 diera la razón a Barcelona. Las dos primeras fueron La Anunciación, de El Greco, y La aparición de la Virgen a Santiago y sus discípulos, de Francisco de Goya, que se entregaron en julio de 2017. El 20 de julio se llegaron 12 obras más y el pasado martes pasaron a manos de la ciudad otras cinco piezas. El regreso de las últimas pinturas, el 31 de julio, ha dado un respiro a los responsables de la Fundación Julio Muñoz Ramonet, la entidad municipal que desde 1995 reclama (unas veces con más intensidad y convicción que otras) su legitima herencia y les ha permitido irse de vacaciones con la convicción de que perseverando es posible conseguir esta colección que tanto se hace de rogar.
Una de las mayores dificultades que se han encontrado los expertos que asesoran a la Fundación (Francesc Fontbona y Bonaventura Bassegoda sobre todo) ha sido la falta de colaboración de las hermanas Muñoz: No han dado ni datos ni fotografías sobre las pinturas y la colección se ha tenido que reconstruir a partir de inventarios que Muñoz Ramonet realizó cuando las pinturas, que figuraban como activos de sus empresas, pasaban de una a otra. Esto ha dificultado la valoración sobre calidad o, incluso, autenticidad de las piezas. “Todas las obras están pendientes de estudio”, aseguró Anna Ferrer, presidenta de la Fundación, tras llegar las primeras 12 el pasado 20 de julio.
¿Pero de qué pinturas hablamos? ¿Cuál es su valor artístico y económico? ¿Son grandes obras o rampoines y adefesios? Ni una cosa, ni la otra. Ni hay una gioconda ni un Ecce Homo como el que se creó en Borja hace unos años, pero todas son piezas con interés.
Muchas de las pinturas han tenido una vida más allá de la polémica que ahora protagonizan. Como Retrato de mujer, un exquisito cuadro que Antoni Caba pintó en 1873 y que perteneció a Bosch i Catarineu, el industrial que dejó en 1934 su gran colección como aval al Instituto Catalán de Paro Forzoso para que su empresa Unión Industrial Algodonera no se hundiera y ya no las recuperó más. En 1950, mediante una operación de ingeniería financiera, las obras pasaron a manos de Muñoz Ramonet que había comprado la empresa en 1944. De las 19 obras recuperadas, 10 formaron parte de la colección de Bosch: la de Goya y El Greco y ocho piezas que han estado en la finca familiar de Los Cedros (Ca L’Isard) de Sant Andreu de Llavaneres. El resto las compró con posterioridad Muñoz.
La obra de Caba fue una de las tres que la Fundación Conde de Barcelona pidió en 1987 a Muñoz para mostrarla en la exposición Coleccionistas de Arte de Cataluña comisariada por Maria Luisa Borràs, pese a que el catálogo no menciona quién es su dueño.
Paret y Ortoneda
Muñoz prestó también Retrato de Dama, de Luis Paret y el Tríptico de Santa Caterina, pintado en el siglo XV por Mateu Ortoneda. Para exponerlas se firmó una póliza de 57 millones de pesetas.
De las 17 obras que han regresado en julio, siete son tablas góticas y del primer Renacimiento. Alberto Velasco, conservador del Museo de Lleida, es un experto en este periodo. Prudente por analizar las piezas a partir de fotografías, es tajante con la posibilidad de que una de ellas, un San Francisco de Asís de la segunda mitad del siglo XV, sea de Pedro Berruguete. Tras descartar esta autoría propone que quién la pintó es alguien del círculo de Antonio de Comontes, un pintor establecido en la zona de Toledo a comienzos del siglo XVI, aunque insiste en que hay que es necesario un estudio profundo de la pieza.
Otra de las obras destacadas, según Velasco, es un Calvario que ocupaba la parte central de un retablo. “Es una pieza catalana del XIV, no del XV-XVI como se ha dicho. El estilo es claramente gótico italianizante, muy en la línea de Ferrer Bassa y su entorno y del primer momento del taller de los Serra. Diría que es una pieza inédita en la historiografía catalana. Es muy interesante porque no es demasiado habitual que salgan obras nuevas de ese momento”.
En cuanto a las dos tablas de un retablo dedicado a la Virgen, un Jesús entre los doctores y una Presentación de la Virgen en el Templo, datadas por la fundación a comienzos del siglo XVI y que se entregaron envitrinadas, en un marco cubiertas con cristal, una moda habitual en el comercio de antigüedades de los años veinte del siglo XX, Velasco remarca que aunque las medidas son idénticas pueden ser de autores diferentes. “En el caso de la tabla de la Virgen creo que es de un autor cercano a Correa de Vivar, de la zona de Toledo o del entorno de Juan de Borgoña, por Toledo o Ávila”. La otra, “presenta rostros más expresivos y quijotescos y la figura de Jesús lleva un nimbo dorado muy elaborado que no vemos en la anterior. No parecen del mismo estilo, pero son dos piezas interesantes”.
La predela de un retablo con un San Pedro, un San Juan Evangelista y un San Andrés nimbados que se aseguró que era de Escuela Aragonesa, para Velasco es una pieza claramente castellana, cuyo autor está cerca de Bartolomé de Castro, pintor activo en la zona de Palencia a finales del siglo XV.
Retrato de la Marquesa de Mujica es una de las cuatro obras firmadas en el siglo XIX por Winterhalter de la colección Bosch. Sin embargo, Retrato de caballero es la única pintada por Joshua Reynolds en el siglo XVIII que pertenecía a la colección. El Niño Jesús atribuido a Alonso Cano que también está, como el resto de las 19 obras, en el MNAC, es según otros expertos “no un cano, sino una obra del círculo flamenco de Rubens”. Holandés también es otro retrato de un niño fechado en 1613, como la obra Abrevadero, pintada un siglo después por Balthasar Paul Ommeganck.
El Greco y el Goya ‘duermen’ en el MNAC desde hace un año
El 14 de junio de 1936 se inauguró en el Palau de Maricel de Sitges una exposición con los 15 grecos presentes en las colecciones catalanas. Uno de ellos era la Anunciación conservada desde hacía dos años en el Museu d'Art de Catalunya. La muestra se clausuró un mes después tres días antes del alzamiento nacional. Esta obra y La aparición de la Virgen a Santiago y sus discípulos, de Goya volvieron al Palau Nacional en julio de 2017 después de que Manuel Castelo, nieto de Muñoz Ramonet, las entregara en depósito obligado por el juez.
En enero de 2018, las dos pinturas se integraron en la exposición permanente de Renacimiento y Barroco del MNAC, junto a otras obras contemporáneas.
Consideradas por algunos como obras menores (pese a que están tasadas en 7,5 millones) la obra de El Greco, que procedía de la colección madrileña de Aureliano de Beruete se había expuesto en 1998 en Sevilla, Madrid y Bilbao; en 1999 en Roma y en 2000 en Atenas. Por su parte, la pintura de Goya se había visto en 1929 en la Exposición Internacional de Barcelona y en 1998 en Lille, Francia y en Filadelfia, Estados Unidos, en 1999.
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