Crónica de una no sesión
Si alguno de ustedes se imaginó que la legislatura parlamentaria catalana tendía a la normalidad, siento decirles que van desencaminados
La Crida Nacional per la República está resultando más bien un griterío irritante en los tímpanos de Esquerra. La operación de esta semana de Carles Puigdemont y sus fieles para acoger/abarcar/abducir todo el independentismo les ha sentado a los de Oriol Junqueras como si llegaran los cuñados con maletas, perro y transistor a instalarse en tu casa todo el mes de agosto. Bueno, tengan en cuenta que este nuevo capítulo del libro denominado De Los Nombres de Cristo y de Convergència amenaza con desbaratar por tercera vez los sueños de Esquerra de ganar un día las elecciones catalanas. La primera fue el gol de Artur Mas a Junqueras, cuando forzó la lista Junts pel Sí para evitar su propio hundimiento. Y la segunda, el adelanto por la derecha de Puigdemont en el sprint patriótico del 21D.
El cabreo se ha ido gestionando mal que bien en las últimas semanas, pero ha acabado por desbordarse como una vejiga a la que se exige demasiada retención: a chorro y con dolor. “No puede haber diputados de primera y de segunda”, proclama el portavoz de ERC Sergi Sabrià en los pasillos del Parlament; se refiere al intento de Junts per Catalunya de evitar que Carles Puigdemont sea sustituído como parlamentario como los políticos presos. Entre ellos, Oriol Junqueras.
Pero esto no queda aquí: como en la plaza neoyorquina de West Side Story, Sabrià a un lado, y a diez pasos escasos, Albert Batet —portavoz de Junts per Catalunya—, se acusan de mentir. Falta la música de Leonard Bernstein y la coreografía, pero las navajas sí están. Los periodistas se arremolinan alrededor de uno y otro como una comparsa de coros y danzas, o un grupo de diabéticos ávidos de insulina. En estos momentos ya sabemos que la sesión plenaria del día ha muerto antes de nacer, porque la propuesta del presidente Roger Torrent sobre la sustitución de diputados procesados no ha sido aprobada por los miembros de la mesa. Y que el NO ha venido de Ciudadanos y de Junts per Catalunya. Los dos grupos que más necesitan el oleaje para surfear.
Es decir, que si alguno de ustedes se imaginó que la legislatura parlamentaria catalana tendía a la normalidad, siento decirles que van desencaminados. Creo que hasta el momento, en el catálogo de innovaciones parlamentarias no constaba el pleno interruptus, ése que arranca pero se queda a medias. Deja bastante insatisfecho, la verdad, aunque también tiene su lado bueno: permite la convivencia interpersonal e incluso interideològica, dentro de un orden. Mientras los miembros de la Mesa, encerrados en un triste despacho, se daban garrotazos, seguramente en sentido figurado, en la sala de plenos se fomentaba la charla amigable y sonriente e incluso el chascarrillo, algunos terminaban de concretar dónde celebrarían la cena de empresa y otros cotilleaban sobre amistades repentinas y apasionadas.
En la sala de prensa se acumulan papeles informativos sobre el pleno, muchos de ellos se han convertido de pronto en una narración ficticia. Me llama la atención uno en especial. Dice: “El lunes empieza la Setmana del Parlament Universitari, en la que doscientos estudiantes emularán la tarea de los diputados, letrados, periodistas y lingüistas”. De los lingüistas, no sé, pero si han de emular al resto, van servidos.
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