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Pascal registra JxCAT como partido para contener al sector de Puigdemont

La 'llista del president' pone sobre la mesa su futuro como movimiento político

Camilo S. Baquero
Marta Pascal, junto Artur Mas, durante el consell nacional del PDeCAT.
Marta Pascal, junto Artur Mas, durante el consell nacional del PDeCAT.MARTA PEREZ (EFE)

Junts per Catalunya ya es, oficialmente, un partido político. El nombre fue registrado ante el Ministerio del Interior el pasado miércoles y su domicilio es el mismo que el del Partit Demòcrata Català (PDeCAT), formación que también era dueña del nombre. El movimiento se concreta a una semana de la asamblea en la que la actual dirección de los neoconvergentes podría ver su liderazgo en cuestión por la acción de los críticos, ahora agrupados entorno a Carles Puigdemont. La lucha por la denominación ya ha causado roces entre el grupo parlamentario y la cúpula del PDeCAT. Los primeros se reunirán hoy para intentar consolidar la llamada llista del president en un movimiento político panindependentista.

Desde el PDeCAT desvinculan el registro de cualquier movimiento táctico antes de la asamblea del próximo fin de semana y recuerdan que la formación ya había decidido, en mayo, concurrir a las próximas elecciones municipales bajo la marca Junts per Catalunya. La formalización, explican desde el partido, facilitará el trabajo de cara a formar las candidaturas en todo el territorio y así mantener la hegemonía municipalista. Según el registro de Interior, la presidencia la ocupa Laia Canet Sarri, consejera neoconvergente en el distrito del Eixample.

La decisión del registro hace que si en un futuro Puigdemont y su entorno quieren usar el nombre en una eventual cita electoral tendrían que pedir permiso al PDeCAT. Un agravio más al enfrentamiento entre el partido heredero de Convergència y la llamada llista del president por el nombre, la punta de un iceberg de desencuentros que tendrá su punto álgido esta semana.

Cuando se estaban formando las candidaturas para las elecciones del pasado 21 de diciembre, el partido de Pascal aceptó que Puigdemont fuera su candidato. El expresidente de la Generalitat, que quería una lista única independentista, también puso condiciones: confeccionaría una lista más allá del partido, diluyendo las siglas pero contando con los recursos del PDeCAT.

Dentro de ese trabajo burocrático, los neoconvergentes se encargaron de registrar la marca Junts per Catalunya, el nombre de la coalición con el que se presentaron a las elecciones. Y quedó establecido que se quedaban con los derechos “económicos y electorales”. Tras lograr ser la lista más votada dentro del soberanismo, los independientes de la candidatura se dieron cuenta de que no eran dueños de la marca.

Pronto, en el seno del grupo parlamentario, quedó claro que había dos grupos que pugnaban: los partidarios de continuar con la línea de confrontación planteada por Puigdemont y los más cercanos al pragmatismo por el que aboga la cúpula del PDeCAT.

Los ideólogos de Junts per Catalunya concebían originalmente la formación como una confluencia de todo el independentismo, un ejercicio similar al hecho por Ada Colau con Barcelona en Comú. Una idea sobre la que volverán hoy en una reunión a puerta cerrada y a la que están invitados las 135 personas que conformaron la lista electoral del 21-D, tal y como adelantó ayer La Vanguardia.

Movimiento 1-O

El no poder contar con un nombre que ya tiene cierto caché y la sensación de que el PDeCAT quiere canibalizar un proyecto colectivo ha exasperado los ánimos entre las filas de la llista del president. “No es lo mismo llamarse Junts per Catalunya que ser Junts per Catalunya”, tuiteó el vicepresidente del Parlament. Josep Costa, cuando el PDeCAT anunció que usaría la marca.

Sobre la mesa hay varias iniciativas que buscan solventar ese problema. Una de ellas es el Movimiento 1-O, registrado por el historiador Agustí Colomines. El otro es Junts per la República, presidido por el execosocialista y ahora diputado Antoni Morral. Ambas formaciones tienen registrada la misma sede social.

Los críticos de la gestión de Pascal, que desean acercar el partido a la línea de Puigdemont, no revelan sus cartas de cara a la asamblea del partido. “No nos interesa el PDeCAT como nombre, nos interesa el espacio”, aseguran algunas fuentes. Una nueva formación independentista necesitaría de la implantación territorial de los neoconvergentes.

Para intentar salir al paso de esas críticas, la propia Pascal optó por abrir el melón del cambio de dirección en un encuentro que inicialmente debía ser programático. En la cúpula tienen la esperanza de que los críticos no puedan formar una candidatura alternativa. Incluso trató de desarmar la jugada ofreciendo a Puigdemont presidir el partido, algo que el expresidente rechazó.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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