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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La caricia voluble

Anoche, Charles Lloyd, en las Noches del Botánico, se explayó con ese saxo tenor suyo tan meloso

El músico Charles Lloyd, en una de sus actuaciones, en una imagen de archivo.
El músico Charles Lloyd, en una de sus actuaciones, en una imagen de archivo.

Tiene 80 años: un chaval. Charles Lloyd (Memphis, 1938) es un hombre venerable, pero no ha consentido estancarse jamás. Anoche, en el magnífico programa jazzístico doble del ciclo Noches del Botánico (luego esperaba el batería Billy Hart con el refuerzo del saxofonista Joshua Redman), se explayó con ese saxo tenor suyo tan meloso; siempre entre la expresividad y la hipnosis, pero ni siquiera a su edad conformista. Feliz en su contemporaneidad melódica y arropado por el sonido cálido de The Marvels, su cuarteto de acompañantes. Nos encontramos al mismísimo Bill Frissell empuñando la guitarra eléctrica, señores. Y sobre él recayó una generosa dosis de protagonismo, con independencia de que a su vez lo derivara hacia Greg Leisz, hechicero de la steel guitar.

Lloyd ejerce como último de los legítimos herederos de Coltrane, aunque alternando esa caricia voluble y hermosa del tenor con el trazado sinuoso de la flauta travesera. Nadie le atribuiría su edad al viejito de Tennessee, ni por lucidez ni siquiera por presencia. Con su visera bohemia calada y la melenita cana asomándole; tan sobrado de pulmones como de ideas. Y lo bastante ecléctico para abstraerse con una versión de La llorona, ese clásico mexicano al que Frissell encontró todos los recovecos que ya no imaginábamos. Apenas habría un millar de asistentes, la mitad de los espectadores que podría albergar el recinto, con lo que el jardín se convirtió en un regalo íntimo. Y gozoso: una bella manera de sentir cómo languidecían los últimos rayos de la tarde mientras el discreto magisterio del señor Lloyd dejaba el penúltimo de sus destellos.

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