Historias de los ‘Harraga’
Una asociación impulsa un documental sobre el fenómeno de los menores extranjeros no acompañados
En una calle del Raval de Barcelona, sentado al lado del trípode y la cámara, Omar B.saluda a Mohamed Yowrik. Mohamed, de 13 años, catalán y con padres marroquís, dispara rápido las primeras preguntas. No es la primera entrevista que hace y se le nota cierta soltura. En los siguientes diez minutos, Yowrik, marroquí, 18 años, explica su relato que incluye dos días de viaje en patera rumbo a España – con peleas incluidas abordo-, la estancia en dos centros de menores, algún curso de castellano y un mes viviendo en la calle. La conversación es en árabe. Unos metros atrás, Adrià Jurado y Adrià Sunyol observan, con gestos de aprobación. “Va bien”, comenta Jurado. La entrevista marcha.
Con Mohammed, el equipo de rodaje suma unas quince entrevistas. Los protagonistas son marroquís y llegaron solos a Cataluña en patera o enganchados a los bajos de un camión. Jurado resume una de las razones que ha llevado a este educador social y a unos ocho jóvenes, de entre 13 y 23 años -muchos, hijos de inmigrantes- a rodar un documental sobre ellos. “Queremos abrir las mentes, mostrar a estos chicos de una manera más respetuosa”, explica este educador social que, junto a Sunyol, especializado en Documental por la ESCAC, fundó hace un año la asociación Escola Cinema al Marge, un proyecto de formación gratuita en el campo audiovisual dirigido a adolescentes y jóvenes que viven “situaciones de fragilidad”.
La película se centra en el fenómeno de los MENA (menores extranjeros no acompañados), "etiqueta" que reciben de la administración, que los tutela hasta que cumplen la mayoría de edad. Es colectivo que no deja de aumentar. De momento, este año han llegado 800, el doble que el mismo periodo de 2017.
A Leila Hernández (23 años) le sorprende la “forma tan natural” en que estos jóvenescuentan su historia. Ante el objetivo, Yowrik le explica a Mohamed que al cumplir los 18 es obligado a abandonar el centro de menores. Más tarde, durante 30 días, duerme en un cajero. “Todo el mundo los mete en el mismo saco”, lamenta. Ella y sus compañeros,rechazan etiquetas como “los niños de la cola”, que algunos medios han utilizado para referirse a estos jóvenes.
Sunyol recuerda, a raíz de una anécdota, la primera vez que oyó la palabra “harrag”. Uno de sus alumnos utilizó este término magrebí para describir a unos chicos que había saludado en la calle. “Me llamó la atención la etiqueta que utilizó para descartarlos, separarlos en otro grupo. De repente apareció otra realidad que desconocíamos”,explica. Harrag alude al movimiento migratorio irregular. Los menores que hacen este viaje usan esta expresión para referirse a ellos mismos, y también la utilizan, de manera despectiva, algunos catalanes con padres nacidos en Marruecos.
Tras ese episodio, ocurrido hace algo más de un año, el equipo contactó con los primeros protagonistas en la plaza conocida como El Forat de la Vergonya. Allí, algunos pocos jóvenes inmigrantes esnifan cola, lo que ha provocado conflictos intermitentes con comerciantes y vecinos. “En ese momento los chicos estaban muy desatendidos”, explica Sunyol. Para acercarse a ellos, el papel de educadores como Hammid Benhammou del Casal dels Infants y Youseff Maimouni del Casal de Joves Palau Alos fue clave. “Youseff nos facilitó mucho las cosas. Fue el canal de entrada hacia sus historias”, subraya Sunyol, en un momento en que las entidades desconfiaban de los medios, debido, dice, a que “los medios pintaban la situación con tintes dramáticos y sensacionalistas”.
Marina Mustafa (13 años) supervisa el encuadre de la imagen en la pantalla. Como Benhamnou y el resto de compañeros comparte el estigma negativo que, dicen, existe hacia estos inmigrantes. “La gente los juzga muy rápido, pero nadie conoce realmente su historia. Dicen que vienen a robar pero no vienen a molestar a nadie”, cuenta Benhamnou, desde la Associació Educativa Integral del Raval (AEIRaval), que cede su espacio a los chicos para formarse y montar la película.
Cuando el piloto rojo se enciende, Sunyol y Jurado se alejan y dejan que la conversación fluya. El resultado, catalanes, muchos hijos de inmigrantes, que terminan “empatizando” con estos jóvenes “Te acaba tocando la historia”, confiesa Omar. “Yo con 12 años como mucho iba al parque de al lado de casa y hemos conocido a niños que llegan aquí con esa edad”, explica Amin Aseyakhe, (18 años). Sunyol resalta la necesidad de superar los “prejuicios” y el “racismo”, que existe también entre la, según Jurado, “mal llamada” segunda generación de inmigrantes y estos jóvenes.
De momento, el proyecto ha animado a Abu Biswas, de 18 años, a estudiar cine-documental. “Tenía una imagen de ellos, pero me ha gustado verlo en primera fila, responder a mis dudas por mí mismo”, cuenta. “Han hecho cosas tremendas. La idea es que el espectador vean a las personas detrás de estas historias”, observa Sunyol.
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