La batalla del Jarama hasta el último detalle
Un centenar de personas recrea en Morata de Tajuña la toma del Pingarrón 81 años después de este episodio clave de la Guerra Civil
La vida concedió una segunda oportunidad a Santos Cortés aquel lluvioso 23 de febrero de 1937. Ese día las huestes republicanas, en las que luchaba con apenas 16 años, recuperaron momentáneamente la cima del Pingarrón tras una semana de pugna con el bando sublevado. El episodio ha sido recreado este sábado en Morata de Tajuña por asociaciones llegadas desde toda España, Polonia y Reino Unido. Con absoluta precisión histórica, un centenar de actores ataviados con uniformes de la época han escenificado las tres ofensivas republicanas de aquel día para tomar la colina, convertida en punto estratégico de la batalla del Jarama.
Cortés, enrolado en la 11ª división Líster, disparaba una ametralladora cuando un obús alcanzó y mató a sus dos auxiliares. “Las armas automáticas estaban muy vigiladas. Cuando los franquistas las localizaban, las eliminaban. Tuve suerte de que no me dañara la onda expansiva”, explica Cortés, a punto de cumplir 97 años. Es uno de los pocos supervivientes de la contienda que aún vive. Le han invitado muchas veces a rememorar aquellos días grises, pero ha desistido siempre: “Una experiencia así te deja marcado toda la vida. Lo recuerdo como si fuese ayer”. Desde 2011, la Asociación Tajar y la Asociación Frente de Madrid organizan anualmente performances sobre la batalla, que apenas duró tres semanas (del 6 al 27 de febrero) pero que logró detener el avance fascista hasta la capital.
“Las recreaciones nacieron para complementar las conferencias y las rutas que ya se hacían. Cada año es una distinta”, explica José Manuel Martín, miembro de ambas asociaciones. A pesar de las amenazadoras nubes, Morata (7.500 habitantes) despertó este sábado con música militar. Desde primera hora, el pueblo se inundó de personas uniformadas con trajes de los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil. La mayoría, fieles reproducciones. Un grupo de nacionales desfiló por las calles ante la atenta mirada de vecinos y visitantes, seguidos de un batallón de republicanos acompañado de brigadistas internacionales. Uno de ellos era Olivier Nowak, de 21 años, estudiante de Derecho en la Universidad de Varsovia. “Venimos 40 personas, pero solo 28 se han caracterizado. Un grupo de amigos comenzamos a actuar hace años en Polonia y fue muy emotivo, así que continuamos haciéndolo y ahora nos estrenamos aquí”.
Un parque histórico
En la Plaza Mayor de Morata, propios y ajenos pudieron descubrir cascos, insignias, correajes y armas originales, aunque inutilizadas. La intención: mostrar cómo era la vida de un soldado en el frente. Escenas cotidianas como las de un oficial republicano dando órdenes a través de un altavoz; un militar sublevado afeitándose con la ayuda de un espejo de mano u otro abriendo latas de conserva para comer en un campo abierto repleto de galerías y trincheras que aún se conservan. Se pueden visitar gratuitamente y hay asociaciones que incluso organizan rutas.
La intención de las localidades de la zona (Arganda, San Martín de la Vega, Morata y Rivas Vaciamadrid) es convertir los vestigios en un parque histórico, pero aún falta. Lo que sí estará listo este año será el Punto de Contraataque número 8, una serie de trincheras recuperadas por el Ayuntamiento de Morata junto al monumento de la Solidaridad del escultor Martín Chirino.
“Lo más importante es preservar el patrimonio histórico, dejar testimonio de lo que pasó, pero es evidente que también supone un recurso económico. Más de 3.000 personas visitan cada año las rutas y a las recreaciones acuden más de medio millar”, confirma el socialista Ángel Sánchez, alcalde de Morata. A las 17.30, en el Camino de los Barranquillos, ambos bandos se han encontrado para rememorar la toma del Pingarrón hace 81 años. Las escenas corresponden al 23 de febrero, por lo que los republicanos se hicieron con la victoria, aunque la definitiva, el día 27, correspondió a los franquistas. No sirvió para mucho, ya que los fieles a la Segunda República consiguieron detener el avance de los sublevados hacia la capital. Los movimientos militares habían sido estudiados previamente para reproducir las escenas con exactitud. Durante la media hora que duró la teatralización, no faltó la munición de fogueo, la pirotecnia ni el ruido.
“Somos personas de varias asociaciones culturales que acudimos de forma altruista y que nos pagamos nuestros propios uniformes. No hacemos públicas nuestras preferencias de carácter político, tan solo nos gusta transmitir la historia”, señala Aitor Minambres, de Berango (Vizcaya). Es la tercera vez que participa en la recreación de Morata, en la que ha celebrado sus 49 cumpleaños. Esta vez, al ir vestido de republicano, se ha regalado una victoria, aunque él desliza aquella famosa frase que leyó en los años setenta al historiador Manuel Tuñón de Lara: “En una guerra pierden todos”. Por eso, José Manuel Martín, uno de los organizadores, cree que es necesario contar la historia a aquellos que no la vivieron: “No es solo poner en valor lo que tenemos, es también tratar de que nunca más se repita”.
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