Magia y tecnología

Magnífico espectáculo es el que ofrece el Roseland Musical en el TNC de Barcelona, Viaje al centro de la tierra, dirigido por Marta Almirall, inspirado en la célebre novela del mismo nombre de Julio Verne y en el que la danza a través de una moderna tecnología diseñada por Franc Aleu convierte la pieza en una extraordinaria aventura para los niños y adolescentes del siglo XXI acostumbrados a los video juegos, pero que también atrapa al espectador adulto. Viaje al centro de la tierra se programó este sábado durante tres fines de semanas consecutivos para el público en general. Las otras funciones entre semana son para escolares. Niños de 8 a 13 años llenaban ruidosamente la Sala Tallers del TNC y desde los primeros minutos del espectáculo se quedaban clavados en la butaca en un silencio sepulcral para levantarse al final y aplaudir y corear entusiastas y calurosos bravos.

El montaje, que se pudo ver en el Grec 2015, llega al TNC tras una larga y exitosa gira por la península y próximamente se presentará en el conocido teatro La Villette de París. Se trata de un espectáculo innovador y visual en el que Manuel Veiga, autor de la dramaturgia, se inspira en la obra de Julio Verne para narrar una historia que destila magia y provoca la imaginación del espectador adolescente de hoy en día. Aquí las protagonistas son dos hermanas gemelas, Eva y Ava, en vez de Axel y Otto como en la novela original, interpretadas por las excelentes bailarinas, Cristina Miralles y Mariona Camelia, que junto a un guía, encarnado por Marcos Elvira, inician en Islandia un trepidante viaje al centro de la tierra en busca de los restos de su abuelo explorador. A partir de este momento la danza clásica, la contemporánea y el break dance se entroncan en un sugestivo baile para expresar las diferentes situaciones que van viviendo los protagonistas de esta apasionante aventura. Aventura que cobra una gran dimensión gracias a la fuerza de los efectos audiovisuales creados por el premiado artista en esta técnica, Franc Aleu.

El poder de las imágenes es desbordante, ver como descienden por las montañas los tres protagonistas es espectacular y el fragmento del encuentro con las setas alucinógenas resulta muy divertido, al igual que el original encuentro con el esqueleto del abuelo explorador con el que interpretan un ball de bastons. El acierto del Roseland ha sido darle contenido a las espectaculares imágenes con temas de actualidad y también realizar un fascinante e interesante trayecto por las diferentes culturas que han marcado la historia de la humanidad.

La cuidada y vital coreografía dirigida por Anna Planas logra entrelazar con agilidad las diferentes historias y consigue un equilibrio con los efectos audiovisuales, con los que se complementa a la perfección. Muy acertada la banda sonora del espectáculo, que abarca desde la música clásica de Bach y Delibes, a la electrónica, pasando por la pop y la cinematográfica.